Una situación apretada y llena de tensiones es la que envuelve a la filmación de David O. Russell. La gran mayoría de los espectadores que han visto esta obra de la gran pantalla afirman que se sienten identificados con algún personaje. No por la situación, si no por los sentimientos que distintos momentos de la vida nos pueden conducir a una sensación común.
El hecho de ver el funcionamiento de otras vidas, la capacidad de ver que las cosas tienen algo bueno, como dicen nuestros abuelos: "no hay mal que por bien no venga".
Este argumento lo demuestra, es más, nos invita a ser positivos con nuestro día a día, con que si algo nos ocurre mal, ya vendrán tiempor mejore.

El motivo por el cual podemos llegar a ponernos en la piel del protagonista es que, muchas veces, nos negamos a aceptar la realidad y nos creamos una visión del mundo completamente diferente. Claramente esto lleva a grandes problemas cuando nos damos cuenta de la verdadera situación.
Por ello, esta película, causando tantas impresiones al mismo tiempo, nos lleva a no crearnos una propia historia, si no a aceptar la situación actual y afrontarla de una manera positiva.