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Críticas ordenadas por utilidad
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5
29 de agosto de 2015
29 de agosto de 2015
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Vamos al cine corriendo que sale la gran Meryl Streep!
Toda la semana esperando este momento para ver a una grande, una vez más, en la gran pantalla; y además poniéndose en la piel de una rockera. Es Meryl por dios, no puede hacerlo mal. Y en efecto, ella no es el problema, el problema es el personaje al que interpreta, una completa desconocida. No sabemos quién es exactamente Ricki y porqué está ahí, únicamente "conocemos" a una madre que dejó todo por un sueño que ni siquiera consiguen transmitirnos, haciéndose por lo tanto muy difícil empatizar con el personaje, ver lo que ella ve. Después está el guión: vacío, insulso, falto de humor. También está Mamie Gummer, actriz que da vida a la hija de Ricki, cuyo personaje quizás nos llame la atención de entrada, ya sea porque enseguida descubrimos que es hija de Meryl Streep, o porque irrumpe en escena con carácter y dejando ver a un personaje que puede resultar interesante de verdad. Pero una vez más no nos dan la oportunidad de conocerla en profundidad; una pena. Había reparto, había argumento pero faltaba un guión, buenas ideas y sobraban las canciones de relleno.
Toda la semana esperando este momento para ver a una grande, una vez más, en la gran pantalla; y además poniéndose en la piel de una rockera. Es Meryl por dios, no puede hacerlo mal. Y en efecto, ella no es el problema, el problema es el personaje al que interpreta, una completa desconocida. No sabemos quién es exactamente Ricki y porqué está ahí, únicamente "conocemos" a una madre que dejó todo por un sueño que ni siquiera consiguen transmitirnos, haciéndose por lo tanto muy difícil empatizar con el personaje, ver lo que ella ve. Después está el guión: vacío, insulso, falto de humor. También está Mamie Gummer, actriz que da vida a la hija de Ricki, cuyo personaje quizás nos llame la atención de entrada, ya sea porque enseguida descubrimos que es hija de Meryl Streep, o porque irrumpe en escena con carácter y dejando ver a un personaje que puede resultar interesante de verdad. Pero una vez más no nos dan la oportunidad de conocerla en profundidad; una pena. Había reparto, había argumento pero faltaba un guión, buenas ideas y sobraban las canciones de relleno.
7
9 de diciembre de 2020
9 de diciembre de 2020
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grace y Jonathan Fraser, son un matrimonio idílico que pertenece a la alta esfera neoyorkina, ella es terapeuta matrimonial y él oncólogo pediátrico. Ambos son respetados en el círculo que comparten con otros padres del colegio Reardon donde acude su hijo Henry. Sin embargo, un asesinato y la desaparición de Jonathan perturbarán sus modélicas vidas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Qué está mal en ‘The Undoing’?
Elena Alves fue víctima de un crimen pasional: pronunciado como un mantra durante toda la serie por la abogada, la fiscal y el padre de Grace. También se deja entrever que la víctima tenía una personalidad conflictiva, que además era persuasiva y una adultera. Razón de más para justificar un crimen.
Otro mantra: “Tener una aventura con otra es humano, agredir a alguien en un acto pasional o de ira es humano, pero matar a alguien a golpes y seguir golpeándola después de haber muerto hace ya rato es ser un monstruo” (Franklin a su hija).
Esto último unido a la conversación que mantiene Jonathan con Henry en el último capítulo se convierte en una bomba de relojería: “Podemos perder el control a veces, nos convertimos en otra persona. Puede ser por pánico, rabia o amor”.
Jonathan, etiquetado de sociópata, es abandonado a su suerte, como quienes estamos detrás de la pantalla. Aquí radica el verdadero peligro del guion, que hace alguna que otra trampa, y nos conduce por el borde del precipicio en la recta final. No solo presenciamos la brutal escena en la que el protagonista asesina a Elena Alves, también observamos cómo la agrede y la humilla. Por otro lado, y no se trata de perder el control puntualmente como él afirma, secuestra a su propio hijo tras la declaración de su mujer ante el tribunal e intenta en más de una ocasión acabar con su vida por venganza.
¿Qué está bien en ‘The Undoing’?
Además de la gran interpretación de Hugh Grant (agradecemos el cambio de registro, aunque sin perder su punto irónico), el golpe en la mesa que da Grace a partir de la conversación que mantiene con su padre en el penúltimo capítulo:
- “Tienes tendencia a buscar fantasmas (…) Me temo que al final verás la manera de volver a creer en él.
- ¿Hasta dónde has creído que llega mi debilidad?”
A partir de ese momento se produce un giro de los acontecimientos, Grace juega las mismas cartas que su marido y lo pone contra las cuerdas, rompiendo el esquema de indefensión que se nos presentaba hasta entonces. A esta alturas, ya no hace falta preguntarse: “¿Cómo no lo ha visto venir?”
Más bien debemos cuestionar cómo ha conseguido Jonathan, con su poder de persuasión, convencer de su inocencia a su abogado de oficio en un primer momento, a su hijo, incluso a Fernando Alves cuando en un momento de vulnerabilidad le entrega a su hija.
Elena Alves fue víctima de un crimen pasional: pronunciado como un mantra durante toda la serie por la abogada, la fiscal y el padre de Grace. También se deja entrever que la víctima tenía una personalidad conflictiva, que además era persuasiva y una adultera. Razón de más para justificar un crimen.
Otro mantra: “Tener una aventura con otra es humano, agredir a alguien en un acto pasional o de ira es humano, pero matar a alguien a golpes y seguir golpeándola después de haber muerto hace ya rato es ser un monstruo” (Franklin a su hija).
Esto último unido a la conversación que mantiene Jonathan con Henry en el último capítulo se convierte en una bomba de relojería: “Podemos perder el control a veces, nos convertimos en otra persona. Puede ser por pánico, rabia o amor”.
Jonathan, etiquetado de sociópata, es abandonado a su suerte, como quienes estamos detrás de la pantalla. Aquí radica el verdadero peligro del guion, que hace alguna que otra trampa, y nos conduce por el borde del precipicio en la recta final. No solo presenciamos la brutal escena en la que el protagonista asesina a Elena Alves, también observamos cómo la agrede y la humilla. Por otro lado, y no se trata de perder el control puntualmente como él afirma, secuestra a su propio hijo tras la declaración de su mujer ante el tribunal e intenta en más de una ocasión acabar con su vida por venganza.
¿Qué está bien en ‘The Undoing’?
Además de la gran interpretación de Hugh Grant (agradecemos el cambio de registro, aunque sin perder su punto irónico), el golpe en la mesa que da Grace a partir de la conversación que mantiene con su padre en el penúltimo capítulo:
- “Tienes tendencia a buscar fantasmas (…) Me temo que al final verás la manera de volver a creer en él.
- ¿Hasta dónde has creído que llega mi debilidad?”
A partir de ese momento se produce un giro de los acontecimientos, Grace juega las mismas cartas que su marido y lo pone contra las cuerdas, rompiendo el esquema de indefensión que se nos presentaba hasta entonces. A esta alturas, ya no hace falta preguntarse: “¿Cómo no lo ha visto venir?”
Más bien debemos cuestionar cómo ha conseguido Jonathan, con su poder de persuasión, convencer de su inocencia a su abogado de oficio en un primer momento, a su hijo, incluso a Fernando Alves cuando en un momento de vulnerabilidad le entrega a su hija.

6.1
11,884
7
21 de enero de 2021
21 de enero de 2021
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dani (Mario Casas) sale al mundo después de haber dedicado años de su vida a cuidar de su padre enfermo. Cuando toma al final la decisión de volar del nido, aparece en su vida Mila (Milena Smit), a partir de aquí se desencadena una serie de catastróficas desdichas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El espíritu de Gaspar Noé planea durante toda la película de David Victori. Acompañamos a Dani a través de numerosos planos secuencia, en principio armoniosos y pausados, ya que nos encontramos inmersos en la rutina del protagonista. Todo cambia con la muerte de su padre, el cierre de su bolsa que marca un punto de inflexión y su mensaje: ¡Vuela!
La sombra de su progenitor se cierne sobre el joven y aparecen sentimientos de culpabilidad, hasta que entra en escena Mila. La chica se presenta ante él como una puerta abierta hacia lo desconocido, a lo no vivido. El mensaje de su padre empieza a calar en él y es marcado con tinta en su piel.
A partir de aquí se suceden planos secuencia convulsos, el ambiente se tiñe de neón y se desencadena la violencia. La noche se convierte en su peor pesadilla y parece no tener fin, como sucede en ‘Irreversible’ o ‘Enter the Void’. La música indie e intimista es sustituida por la música electrónica, acorde ahora al ritmo de la cinta.
Thriller solvente de David Victori con tintes de Nicolas Winding Refn y de los hermanos Safdie.
"Porque algunos actos son irreparables. Porque el hombre es un animal".
La sombra de su progenitor se cierne sobre el joven y aparecen sentimientos de culpabilidad, hasta que entra en escena Mila. La chica se presenta ante él como una puerta abierta hacia lo desconocido, a lo no vivido. El mensaje de su padre empieza a calar en él y es marcado con tinta en su piel.
A partir de aquí se suceden planos secuencia convulsos, el ambiente se tiñe de neón y se desencadena la violencia. La noche se convierte en su peor pesadilla y parece no tener fin, como sucede en ‘Irreversible’ o ‘Enter the Void’. La música indie e intimista es sustituida por la música electrónica, acorde ahora al ritmo de la cinta.
Thriller solvente de David Victori con tintes de Nicolas Winding Refn y de los hermanos Safdie.
"Porque algunos actos son irreparables. Porque el hombre es un animal".

6.6
31,069
8
5 de julio de 2018
5 de julio de 2018
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de terror ha cambiado, ya no nos conquistan con terror palomitero que te levanta del asiento a golpe de sonido estridente, guion defectuoso y movimientos de cámara forzados. El cine de terror actual es mucho más personal, el ambiente pesa, los personajes parecen respirar sobre nuestra nuca y tiene un importante componente psicológico. Saben de lo que hablan, se divide en actos, tiene personajes bien construidos, la música encaja a la perfección y ahora cobra mayor importancia la fotografía. Por supuesto hablamos de películas como ‘No respires’, ‘Un lugar tranquilo’, ‘Crudo’ y ‘Verónica’. Ahora es el espectador el que marca los ritmos.
Hereditary previsiblemente se va a consolidar como una de las películas de terror del año, y no es para menos, su carta de presentación no puede ser mejor; cuenta con un reparto muy notable y un guión bien construido. A todo esto hay que sumar una magnífica fotografía y composición de colores, así como la música, orquestada para hilar cada una de las secuencias y en ningún caso para despistar. Me gustaría resaltar especialmente el aprovechamiento que hace el director de los encuadres y cómo sitúa los elementos en la escena, creando inquietud en el espectador.
Hereditary previsiblemente se va a consolidar como una de las películas de terror del año, y no es para menos, su carta de presentación no puede ser mejor; cuenta con un reparto muy notable y un guión bien construido. A todo esto hay que sumar una magnífica fotografía y composición de colores, así como la música, orquestada para hilar cada una de las secuencias y en ningún caso para despistar. Me gustaría resaltar especialmente el aprovechamiento que hace el director de los encuadres y cómo sitúa los elementos en la escena, creando inquietud en el espectador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El personaje principal queda impreso desde un primer momento en la gran pantalla, la matriarca de la familia, a pesar de su "ausencia" está muy presente en toda la película, ella mueve los hilos, desde siempre, siendo el resto de la familia títeres; esto queda muy bien reflejado con la maqueta de la casa y el golpe de cámara que nos introduce en ella. Por otro lado está Charlie, aparentemente en la sombra, es el personaje más interesante y el más importante, no se te puede olvidar, y de eso se encarga el director, primer plano de la cabeza en una escena tan brutal que permanecerá varios días en tu cabeza. El resto de los personajes van definiéndose con el transcurso de la película. Por un lado está Annie, acallada todos estos años por los trastornos de su madre, convirtiéndose en uno de los focos donde Paimon adquirirá más fuerza. El padre, prácticamente ausente, su escasa participación a largo de película tiene que ver con el legado de la familia, una de la que apenas forma parte. Por último Peter, el primogénito, el heredero del trono, al que todo le viene dado, su sacrificio es muy pequeño comparado con el de los demás. Sin embargo el director, al igual que Paimon, juega con nuestras emociones, nos hace empatizar con la culpa que siente Peter y consigue reflejar el duelo con tal crudeza que es difícil no dejarse llevar por el horror que inspira la situación en sí. Y eso es precisamente el punto positivo del cine de terror actual, conseguir la implicación personal del espectador a través de la presentación de monstruos con los que convive día a día.

6.0
3,721
6
28 de octubre de 2020
28 de octubre de 2020
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sofia Coppola no solo vuelve con su séptimo largometraje, también lo hace de la mano de Bill Murray diecisiete años después.
En esta ocasión acompañamos a Laura, una madre que se encuentra en medio de una crisis matrimonial. Además de lidiar con la recurrente ausencia de su marido y una tediosa rutina familiar, se ve envuelta en la parte aventurera de su padre, un galán que trata de recuperar su confianza.
En esta ocasión acompañamos a Laura, una madre que se encuentra en medio de una crisis matrimonial. Además de lidiar con la recurrente ausencia de su marido y una tediosa rutina familiar, se ve envuelta en la parte aventurera de su padre, un galán que trata de recuperar su confianza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
‘On the Rocks’ se cuece a fuego demasiado lento, como el nuevo libro de Laura. Nos sumergimos en el día a día de la protagonista, donde casi nunca pasa nada. Sin embargo, todo cambia cuando entra en escena su padre, Félix (Bill Murray), un excéntrico Don Juan con manual antropológico incorporado que teoriza siempre que tiene ocasión sobre las mujeres y las relaciones heterosexuales. Convencido de la posible infidelidad de su yerno, jugará con su hija al juego del gato y el ratón en un intento por pillarlo in fraganti.
Al igual que en Lost in Translation -y es imposible no hacer mención cuando se hace algún que otro giño- nos mimetizamos con el entorno. Esta vez la directora apuesta por retratar las avenidas de Nueva York, algo más livianas que la abarrotada Tokio. Recorremos en más de una ocasión sus calles y, a pesar del contraste, nos sumerge en una profunda melancolía, próxima a la que acechaba a Charlotte. Esto ocurre cuando Laura camina sola, sin embargo, siempre que irrumpe Félix, el ritmo se vuelve algo más acelerado, ya no vamos en ese taxi que parece no llegar nunca a ninguna parte. Los diálogos más elocuentes se suceden y la música jazz nos mete en la burbuja de nuevo. El momento Suntory de Bob Harris ahora es el momento Cutty Sark de Félix. No asistimos a un karaoke, pero sí a una puesta en escena del propio Bill Murray cuando se encuentran en México.
Sofia Coppola da un salto de madurez con esta cinta, nos habla una vez más de la incomunicación y de la soledad, también de la complejidad de las relaciones paternofiliales y sus cicatrices (‘Somewhere’).
El largometraje se inicia con esta frase pronunciada por el padre de Laura: “Recuerda, no te enamores de nadie, eres mía hasta que te cases, entonces… Seguirás siendo mía”. El reloj heredado de Félix se aferra a la muñeca de su hija durante gran parte de la película, hasta que llegamos al final y se produce el salto, ahora el reloj de Dean lo sustituye. Sin embargo, nos seguimos moviendo por el escenario de la dependencia emocional.
'On the Rocks' debería ser brillante con semejante reparto y dirección, pero deja cierta sensación de vacío al terminar. En ocasiones resulta algo forzada y presenta más de un cliché. Pero, al igual que sucede con gran parte de la obra de la directora, siempre sabe mejor cuando se deja reposar.
Al igual que en Lost in Translation -y es imposible no hacer mención cuando se hace algún que otro giño- nos mimetizamos con el entorno. Esta vez la directora apuesta por retratar las avenidas de Nueva York, algo más livianas que la abarrotada Tokio. Recorremos en más de una ocasión sus calles y, a pesar del contraste, nos sumerge en una profunda melancolía, próxima a la que acechaba a Charlotte. Esto ocurre cuando Laura camina sola, sin embargo, siempre que irrumpe Félix, el ritmo se vuelve algo más acelerado, ya no vamos en ese taxi que parece no llegar nunca a ninguna parte. Los diálogos más elocuentes se suceden y la música jazz nos mete en la burbuja de nuevo. El momento Suntory de Bob Harris ahora es el momento Cutty Sark de Félix. No asistimos a un karaoke, pero sí a una puesta en escena del propio Bill Murray cuando se encuentran en México.
Sofia Coppola da un salto de madurez con esta cinta, nos habla una vez más de la incomunicación y de la soledad, también de la complejidad de las relaciones paternofiliales y sus cicatrices (‘Somewhere’).
El largometraje se inicia con esta frase pronunciada por el padre de Laura: “Recuerda, no te enamores de nadie, eres mía hasta que te cases, entonces… Seguirás siendo mía”. El reloj heredado de Félix se aferra a la muñeca de su hija durante gran parte de la película, hasta que llegamos al final y se produce el salto, ahora el reloj de Dean lo sustituye. Sin embargo, nos seguimos moviendo por el escenario de la dependencia emocional.
'On the Rocks' debería ser brillante con semejante reparto y dirección, pero deja cierta sensación de vacío al terminar. En ocasiones resulta algo forzada y presenta más de un cliché. Pero, al igual que sucede con gran parte de la obra de la directora, siempre sabe mejor cuando se deja reposar.
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