You must be a loged user to know your affinity with Einsamkeitkunstler
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
10
31 de marzo de 2019
31 de marzo de 2019
Sé el primero en valorar esta crítica
I diari di Angela. Noi due cineasti es un homenaje póstumo de Yervant Gianikian (1942) a su compañera vital y artística Angela Ricci-Lucchi (1942-2018), un último acto elegíaco y poético de amor tras la súbita desaparición de esta en 2018.
Durante décadas, Gianikian y Ricci-Lucchi desarrollaron un trabajo común sobre la historia catastrófica del cruel siglo XX, sus traumas, conflictos, desplazamientos y violencias. Su obra revive, en un nuevo tiempo presente más lento y contemplativo, la memoria de las dos guerras mundiales y los orígenes del colonialismo en toda su brutalidad, a partir del remontaje de noticiarios, películas domésticas y cine efímero. Mientras Yervant Gianikian remontaba los archivos fotograma a fotograma, era Angela Ricci-Lucchi quien ponía en relación cada acontecimiento con una historia cultural y literaria más vasta, de la que las imágenes son inseparables. En los títulos de sus películas e instalaciones fílmicas solían rendir homenaje a los intelectuales que fueron víctimas de la tragedia de la historia y que más profundamente reflexionaron sobre ella, como Walter Benjamin, Ilya Ehrenburg, Elias Canetti o Primo Levi. Con ello, buscaban relacionar la narración de las imágenes con la memoria producida por estas.
Ricci-Lucchi y Gianikian ya protagonizaron un episodio en el comienzo de la serie Intervalos, dedicada a películas singulares y recientes en el ámbito del ensayo fílmico y del cine experimental con presencia de sus autores. Durante su visita en 2014 para la proyección de Pays barbare (2013), ambos quedaron fascinados por la intensa huella de la historia del siglo XX en la Colección del Museo Reina Sofía y sintieron que esta manera de exhibir era equivalente a su montaje de imágenes.
Angela Ricci-Lucchi, pintora en origen, siempre mantuvo un diario en el que cada día escribía y dibujaba sobre asuntos privados y eventos públicos, lecturas y ensayos, la gente real y los archivos. En I diari di Angela. Noi due cineasti, Gianikian lee fragmentos de estos diarios, mientras se suceden imágenes privadas de las décadas que compartieron buscando e investigando.
Como escribe Yervant Gianikian:
“Angela vuelve a la vida para mí en sus palabras escritas a mano, en la caligrafía ligera que acompaña sus dibujos y acuarelas (…). Miro nuestras películas olvidadas, las grabaciones privadas que están detrás de nuestro trabajo de relectura y resignificación del archivo del cine documental. Vida cotidiana hecha de cosas ordinarias, la gente cercana a nosotros, nuestra investigación en el mundo de los materiales de archivo, un viaje a la Armenia soviética con el actor Walter Chiari. Testimonios recopilados durante años. Estos son mis recuerdos con Angela y nuestra vida juntos. Al releer estos cuadernos descubro otros de los que no sabía nada. Nuevas cosas emergen de sus últimos escritos y dibujos”.
Durante décadas, Gianikian y Ricci-Lucchi desarrollaron un trabajo común sobre la historia catastrófica del cruel siglo XX, sus traumas, conflictos, desplazamientos y violencias. Su obra revive, en un nuevo tiempo presente más lento y contemplativo, la memoria de las dos guerras mundiales y los orígenes del colonialismo en toda su brutalidad, a partir del remontaje de noticiarios, películas domésticas y cine efímero. Mientras Yervant Gianikian remontaba los archivos fotograma a fotograma, era Angela Ricci-Lucchi quien ponía en relación cada acontecimiento con una historia cultural y literaria más vasta, de la que las imágenes son inseparables. En los títulos de sus películas e instalaciones fílmicas solían rendir homenaje a los intelectuales que fueron víctimas de la tragedia de la historia y que más profundamente reflexionaron sobre ella, como Walter Benjamin, Ilya Ehrenburg, Elias Canetti o Primo Levi. Con ello, buscaban relacionar la narración de las imágenes con la memoria producida por estas.
Ricci-Lucchi y Gianikian ya protagonizaron un episodio en el comienzo de la serie Intervalos, dedicada a películas singulares y recientes en el ámbito del ensayo fílmico y del cine experimental con presencia de sus autores. Durante su visita en 2014 para la proyección de Pays barbare (2013), ambos quedaron fascinados por la intensa huella de la historia del siglo XX en la Colección del Museo Reina Sofía y sintieron que esta manera de exhibir era equivalente a su montaje de imágenes.
Angela Ricci-Lucchi, pintora en origen, siempre mantuvo un diario en el que cada día escribía y dibujaba sobre asuntos privados y eventos públicos, lecturas y ensayos, la gente real y los archivos. En I diari di Angela. Noi due cineasti, Gianikian lee fragmentos de estos diarios, mientras se suceden imágenes privadas de las décadas que compartieron buscando e investigando.
Como escribe Yervant Gianikian:
“Angela vuelve a la vida para mí en sus palabras escritas a mano, en la caligrafía ligera que acompaña sus dibujos y acuarelas (…). Miro nuestras películas olvidadas, las grabaciones privadas que están detrás de nuestro trabajo de relectura y resignificación del archivo del cine documental. Vida cotidiana hecha de cosas ordinarias, la gente cercana a nosotros, nuestra investigación en el mundo de los materiales de archivo, un viaje a la Armenia soviética con el actor Walter Chiari. Testimonios recopilados durante años. Estos son mis recuerdos con Angela y nuestra vida juntos. Al releer estos cuadernos descubro otros de los que no sabía nada. Nuevas cosas emergen de sus últimos escritos y dibujos”.
Documental

6.6
30
8
21 de junio de 2018
21 de junio de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
En este documental, el director Javier Izquierdo se propone exhumar el pasado bélico, el exilio, la identidad nacional de Ecuador. Suele ocurrir que una obra artística trasciende la intención, y a veces el entendimiento, del propio autor. Este es sin duda un buen caso. Probablemente de forma no intencionada, el documental explora, desde la risa y la ironía –que funciona como paliativo y oposición al malestar cultural– la alienación colectiva (Entfremdung. Extrañamiento doloroso de la propia vida. Incapacidad de recordar la violencia que constituye nuestra sustancia histórica como sujetos, sentir lo desprendido de nosotros como totalmente extraño) y como, producto del capitalismo, una burocracia alienada puede separar a las personas mediante líneas imaginarias; sin duda reafirmando a Adorno cuando decía que el capitalismo aniquila el sentimiento de comunidad, de fraternidad y el discernimiento...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A veces la forma de contar las cosas emociona a uno mucho más que lo que se trata de contar o la historia o la tesis, que según entiendo yo se centra en dos afirmaciones: "No olvides nunca" y aquello que recomienda nuestro falso escritor a los jóvenes ecuatorianos "Que escriban. Que escriban como si no tuviesen un país", una apología a destruir las fronteras como el muro de Berlín. Esta afirmación y esta historia ficticia como excusa para hablar de una realidad a veces inquietante. Me sorprende que tras la visualización de este documental y haber tenido la oportunidad de realizar un breve coloquio con otros asistentes algunos no hubiesen entendido esa excusa, que no hubiesen sabido ver que evidentemente el escritor y sus novelas no han existido y que todas las personas que aparecen están actuando; no sé qué hubiese pensado el director ante esa situación de encontrarse con un público que no ha entendido bien las cosas, pero supongo que en este caso lo importante es otra cosa.
Todavía tengo dudas cuando pienso en qué podría llevar a esta hermana a no mostrar los últimos escritos, tengo dudas en si este hecho es algo simbólico, si guarda relación con el título del documental o si es sólo otra excusa que cierra el círculo y pone un fin a esta historia. Me pregunto también si ese deseo de ser enterrado en las raíces de un magnolio es también otro símbolo, alimentar las raíces de este precioso árbol que en primavera se llena de grandes y odoríferas flores blancas... o volver a Ecuador, sus raíces, que siempre alimentó nuestro escritor desde la memoria floreciendo en su literatura como ha florecido en este documental.
Todavía tengo dudas cuando pienso en qué podría llevar a esta hermana a no mostrar los últimos escritos, tengo dudas en si este hecho es algo simbólico, si guarda relación con el título del documental o si es sólo otra excusa que cierra el círculo y pone un fin a esta historia. Me pregunto también si ese deseo de ser enterrado en las raíces de un magnolio es también otro símbolo, alimentar las raíces de este precioso árbol que en primavera se llena de grandes y odoríferas flores blancas... o volver a Ecuador, sus raíces, que siempre alimentó nuestro escritor desde la memoria floreciendo en su literatura como ha florecido en este documental.

8.2
81,135
4
25 de agosto de 2018
25 de agosto de 2018
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Citizen Kane (cuyo nombre en la República Argentina es El Ciudadano) tiene por lo menos dos argumentos. El primero, de una imbecilidad casi banal, quiere sobornar el aplauso de los muy distraídos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es formulable así: un vano millonario acumula estatuas, huertos, palacios, piletas de natación, diamantes, vehículos, bibliotecas, hombres y mujeres; a semejanza de un coleccionista anterior (cuyas observaciones es tradicional atribuir al Espíritu Santo) descubre que esas misceláneas y plétoras son vanidad de vanidades y todo vanidad, en el instante de la muerte, anhela un solo objeto del universo ¡un trineo debidamente pobre con el que en su niñez ha jugado!
El segundo es muy superior. Une al recuerdo de Koheleth el de otro nihilista: Franz Kafka. El tema (a la vez metafísico y policial, a la vez psicológico y alegórico) es la investigación del alma secreta de un hombre, a través de las obras que ha construido, de las palabras que ha pronunciado, de los muchos destinos que ha roto. El procedimiento es el de Joseph Conrad en Chance (1914) y el del hermoso filme The Power and the Glory: la rapsodia de escenas heterogéneas, sin orden cronológico. Abrumadora e infinitamente, Orson Welles exhibe fragmentos de la vida del hombre Charles Foster Kane y nos invita a combinarlos y a reconstruirlo.
Las formas de la multiplicidad, de la inconexión, abundan en el film: las primeras escenas registran los tesoros acumulados por Foster Kane; en una de las últimas, una pobre mujer lujosa y doliente juega en el suelo de un palacio que es también un museo, con un rompecabezas enorme. Al final comprendemos que los fragmentos no están regidos por una secreta unidad: el aborrecido Charles Foster Kane es un simulacro, un caos de apariencias (corolario posible, ya previsto por David Hume, por Ernst Mach y por nuestro Macedonio Fernández: ningún hombre sabe quién es, ningún hombre es alguien). En uno de los cuentos de Chesterton - The Head of Caesar, creo -, el héroe observa que nada es tan aterrador como un laberinto sin centro. Este film es exactamente ese laberinto.
Todos sabemos que una fiesta, un palacio, una gran empresa, un almuerzo de escritores o periodistas, un ambiente cordial de franca y espontánea camaradería, son esencialmente horrorosos; Citizen Kane es el primer film que los muestra con alguna conciencia de esa verdad.
La ejecución es digna, en general, del vasto argumento. Hay fotografías de admirable profundidad, fotografías cuyos últimos planos (como las telas de los prerrafaelistas) no son menos precisos y puntuales que los primeros.
Me atrevo a sospechar, sin embargo, que Citizen Kane perdurará como "perduran" ciertos films de Griffith o de Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra.
Cuatro décadas más tarde, en 1983, en My Lunches with Orson, una serie de entrevistas realizadas por Henry Jaglon, el cineasta estadounidense expresó su sentir respecto a la crítica que escribió Borges sobre Citizen Kane:
Siempre supe que al propio Borges no le había gustado. Dijo que era pedante, que es una cosa muy extraña de decir al respecto, y que se trataba de un laberinto. Y lo peor de un laberinto es que no hay manera de salir. Y esta es una película de laberinto sin salida. Borges es medio ciego. Nunca olvides eso. Pero sabes, yo podría entender que él y Sartre simplemente odiaban a Kane. En sus mentes, ellos veían –y atacaban– algo más. El problema son ellos, no mi obra.
El segundo es muy superior. Une al recuerdo de Koheleth el de otro nihilista: Franz Kafka. El tema (a la vez metafísico y policial, a la vez psicológico y alegórico) es la investigación del alma secreta de un hombre, a través de las obras que ha construido, de las palabras que ha pronunciado, de los muchos destinos que ha roto. El procedimiento es el de Joseph Conrad en Chance (1914) y el del hermoso filme The Power and the Glory: la rapsodia de escenas heterogéneas, sin orden cronológico. Abrumadora e infinitamente, Orson Welles exhibe fragmentos de la vida del hombre Charles Foster Kane y nos invita a combinarlos y a reconstruirlo.
Las formas de la multiplicidad, de la inconexión, abundan en el film: las primeras escenas registran los tesoros acumulados por Foster Kane; en una de las últimas, una pobre mujer lujosa y doliente juega en el suelo de un palacio que es también un museo, con un rompecabezas enorme. Al final comprendemos que los fragmentos no están regidos por una secreta unidad: el aborrecido Charles Foster Kane es un simulacro, un caos de apariencias (corolario posible, ya previsto por David Hume, por Ernst Mach y por nuestro Macedonio Fernández: ningún hombre sabe quién es, ningún hombre es alguien). En uno de los cuentos de Chesterton - The Head of Caesar, creo -, el héroe observa que nada es tan aterrador como un laberinto sin centro. Este film es exactamente ese laberinto.
Todos sabemos que una fiesta, un palacio, una gran empresa, un almuerzo de escritores o periodistas, un ambiente cordial de franca y espontánea camaradería, son esencialmente horrorosos; Citizen Kane es el primer film que los muestra con alguna conciencia de esa verdad.
La ejecución es digna, en general, del vasto argumento. Hay fotografías de admirable profundidad, fotografías cuyos últimos planos (como las telas de los prerrafaelistas) no son menos precisos y puntuales que los primeros.
Me atrevo a sospechar, sin embargo, que Citizen Kane perdurará como "perduran" ciertos films de Griffith o de Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra.
Cuatro décadas más tarde, en 1983, en My Lunches with Orson, una serie de entrevistas realizadas por Henry Jaglon, el cineasta estadounidense expresó su sentir respecto a la crítica que escribió Borges sobre Citizen Kane:
Siempre supe que al propio Borges no le había gustado. Dijo que era pedante, que es una cosa muy extraña de decir al respecto, y que se trataba de un laberinto. Y lo peor de un laberinto es que no hay manera de salir. Y esta es una película de laberinto sin salida. Borges es medio ciego. Nunca olvides eso. Pero sabes, yo podría entender que él y Sartre simplemente odiaban a Kane. En sus mentes, ellos veían –y atacaban– algo más. El problema son ellos, no mi obra.
20 de diciembre de 2018
20 de diciembre de 2018
1 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Derechos del hombre en sí ya suena antiguo, como antiguo puede resultarnos el espectáculo circense. La troupe del Gran Circo Indómito podría resultarnos una perfecta analogía de los cineastas con cierto compromiso artístico, algo que, por desgracia, también parece antiguo.
En definitiva, derechos del hombre es una lección de lenguaje cinematográfico, que aprovecha multitud de recursos en pro de la narrativa. El soporte, el elenco, recursos del documental, la ficción, el sonido, la música, casi se podría decir que incluso el musical, el thriller, pero sobretodo el humor.
Lo que más adoro de esta película es que demuestra cómo puedes hacer una potentísima y maravillosa obra de arte con muchísimo menos que ciertas grandes producciones.
De forma inteligente, decidieron rodar esta película en 35mm. Me parece una decisión de lo más pertinente, pues es esta una película enamorada del paisaje, al igual que el elenco de La Troupe.
La película gira en torno a una carpa, manteniendose al margen, como probablemente el director y su equipo, al igual que muchos otros artistas, procuran, dentro de lo posible, mantenerse al margen de la así denominada industria cinematográfica (que no es más que un circo, transformado en un teatro del absurdo por una burocracia absurda y alienada) decidiendo mostrar su interior sólo para poner de relieve cierto miedo a ese interior, pues sólo encontramos en él secuencias tétricas.
En definitiva, derechos del hombre es una lección de lenguaje cinematográfico, que aprovecha multitud de recursos en pro de la narrativa. El soporte, el elenco, recursos del documental, la ficción, el sonido, la música, casi se podría decir que incluso el musical, el thriller, pero sobretodo el humor.
Lo que más adoro de esta película es que demuestra cómo puedes hacer una potentísima y maravillosa obra de arte con muchísimo menos que ciertas grandes producciones.
De forma inteligente, decidieron rodar esta película en 35mm. Me parece una decisión de lo más pertinente, pues es esta una película enamorada del paisaje, al igual que el elenco de La Troupe.
La película gira en torno a una carpa, manteniendose al margen, como probablemente el director y su equipo, al igual que muchos otros artistas, procuran, dentro de lo posible, mantenerse al margen de la así denominada industria cinematográfica (que no es más que un circo, transformado en un teatro del absurdo por una burocracia absurda y alienada) decidiendo mostrar su interior sólo para poner de relieve cierto miedo a ese interior, pues sólo encontramos en él secuencias tétricas.
Más sobre Einsamkeitkunstler
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here