Dirigida por Kimberly Peirce y siendo su primera incursión en el cine de terror. La película nos introduce en el universo de la joven Carrie White (Chlöe Grace), una inadaptada adolescente protegida en exceso por una madre religiosa y mentalmente inestable (Julianne Moore). Dicho así podría dar pie a una película independiente en las que las dos luchan por sobrevivir, pero nada más lejos de la realidad, ya que el pequeño universo de la protagonista se expande y oscurece a partes iguales a medida que va descubriendo los poderes mentales que posee. Súmale a todo esto el acoso escolar y tendrás un desenlace que hará las delicias de todos aquellos que en algún momento nos sentimos "la oveja negra".

He de admitir que detesto los "re-makes", y supongo que eso ya me condiciona ante esta película, y sin intención de que la regla general de mis críticas sean negativas, las nuevas versiones de clásicos del cine (y no tan clásicos) suelen limitarse a echar por tierra la esencia de la película y hacerle un lavado de cara totalmente innecesario, y esta no fue una excepción. También hay que reconocer que si uno no ha visto Carrie de 1976 esta nueva versión no le desagradará. Claro que la película tiene mejores efectos especiales, pero a cambio de perder la sutil insinuación de los poderes que va desarrollando la protagonista, ahora es todo más obvio.
Sin lugar a dudas lo mejor de los 100 minutos de duración, es la actuación de Julianne Moore. Ha conseguido la difícil tarea de dotar de un mayor dramatismo al personaje de la madre de Carrie.
Lo peor creo que ha sido la total falta de carisma interpretativo del resto de los actores, a excepción de la protagonista, Chlöe Grace.
Después de haber dejado la película a la altura del betún, invito a que hayas visto o no, la película original, veas esta, el final tiene ligeros matices distintos que llamaron mi atención.