El inicio me dejó tan exhausto y tan satisfecho que no fui capaz de volver a levantarme. Tanta acción a raudales me derrotó, y me fijé en que la película utiliza otros recursos que no esperaba:

-La comedia: no pude evitarme reírme en varios momentos, como cuando aparece Max con su máscara de perro rabioso ladrador, y lo cuelgan en la parte delantera del vehículo, o con el bajista post-neo-punk y sus altavoces.

-El cómic maniqueo: Max es rudo pero de buen corazón, el malo es grotesco y malvado a más no poder.

-El romance: las esposas del malo, con sus vestidos blancos y su luminosa belleza, que es extraña en ese mundo tan feo, y que juegan sus cartas en un mundo de hombres.

-Los dibujos animados: la desmadrada persecución inicial de miles de vehículos sobre uno solo, se repite al final en dirección contraria y con los mismos protagonistas, como si no hubiera un mañana para todos ellos. Todos los personajes están desmadrados, pero también por eso resultan atractivos. Es como la versión adulta de las aventuras de Pierre-no-doy-una y su fiel perro Patán, y demás personajes de los autos locos.