Sus histriónicos comentarios de “putas de Satanás”, la explicación que le da al afligido prometido de Lucy tras su funeral: “sólo quiero clavarle una estaca en el corazón, llenarle la boca de ajos y cortarle la cabeza”, ¡y estando todavía Lucy de cuerpo presente! Bueno, ya que he llegado hasta aquí no me voy a guardar lo mejor: su respuesta de viejo verde a los ridículos avances de Mina, cuando es recontraobvio que la pava en esos momentos está más pirada que él incluso; cuando les corta la cabeza a las tres vampiresas calentorras y las arroja por el precipicio mientras grita llamando al vampiro; ¡vamos, como si la cosa fuera de algo personal entre ellos! (por desgracia, en esta mierda de película sí que es así). Por cierto, en esta última escena queda sublime ese rastro de sangre en la boca del nota, parece que él mismo se ha dado un festín al más puro estilo Drácula.

Mina Harker, de soltera Murray, en la novela una chica dulce, inteligente y muy enamorada de su marido, aquí es una sosainas a la que no parece importarle demasiado que su prometido haya estado meses en Transilvania sin saber noticias suyas; tampoco parece acordarse muy bien de que se encuentra en la Inglaterra Victoriana, pues de lo contrario no se habría ido a la primera de cambio con un extraño extranjero que quiere parecerse a John Lennon. Es más, aun cuando se entera de que su amante misterioso es el monstruo sin corazón que ha causado la muerte y la condenación del alma de su mejor amiga... ¡le importa tres carajos! Ella se pone en modo necesitada y le chupa la sangre al Conde, como si de una sanguijuela en una peli porno se tratase; en la novela es el Conde quien la obliga a beber su sangre bajo la amenaza de matar a Jonathan si se niega, dando una escena que recuerda demasiado a una violación, añadiendo que la marca que la hostia consagrada le deja en la frente supone para Mina un constante recordatorio de dolor y humillación, al igual que para todos los que la quieren. Aquí lo único que le faltaba era decir que llevaba esa marca con gran orgullo por ser una señal de amor. BLURP.

El papel de Mina en la destrucción de Drácula es crucial, pues hace gala de toda su inteligencia y agudeza mental; es a ella a quien se le ocurre que a través de la hipnosis quizás puedan localizar la caja en la que el Conde se desplaza. La Mina de la Ryder simplemente se deja llevar por una panda de hombres malvados que quieren matar a su príncipe sin razón aparente, parece que no sepa muy bien qué está haciendo en ese tren camino de Transilvania, hasta que ya al final, cuando han alcanzado al vampiro, digamos que de repente se da cuenta de lo que se traen entre manos y entonces se rebela contra el fanatismo religioso. Lamentable.

Por último señalaré aquellas escenas que simplemente me parecen horrendas y un travesti de lo que pasa en la novela: el primer encuentro entre Lucy y Drácula. Una tía siendo violada sobre una lápida por un bicho medio lobo medio mono. Punto, no diré más. La muerte de Lucy con toda esa sangre saliendo de... algún sitio; la sangre (otra vez) que ésta vomita en la cara de Van Helsing cuando le saca la cruz, innecesario; la cabeza de Lucy (muchas le van a tocar a esta pobre) volando sobre un fondo rojo y un cambio de escena a una fuente con carne: ¿qué están dando a entender? ¿Que se la han comido? Si es así, hicieron un buen trabajo. Las vampiresas enseñando más teta que cara en la escena de la “violación” a Harker, el beso lésbico de Mina y Lucy (en serio, a qué coño venía eso, NO LO ENTIENDO), el doctor Seward como un adicto a las drogas,y por último pero no por ello menos importante, la escena final; sí, ese supuesto hermoso final redentor-amoroso-dramático. ¿Cosas positivas? Pueees... Monica Bellucci estaba buena. Fin. Para resumir, “Drácula de Bram Stoker” es una parodia porno del “Drácula” de Bram Stoker, que no es lo mismo. Para una versión realmente fiel y no este truño, la de 1977, y cómo no, Nosferatu.