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5.0
245
4
8 de diciembre de 2024
8 de diciembre de 2024
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando escuchas el título Nutcrackers y ves el nombre de Ben Stiller en el cartel, esperas una comedia navideña entrañable o, al menos, algo ligero y divertido. Sin embargo, lo que obtuvimos fue un drama torpe y aburrido que no cumple con ninguna de esas expectativas.
La película sigue a Mike (Stiller), un agente inmobiliario adicto al trabajo que debe hacerse cargo de sus cuatro sobrinos tras la trágica muerte de sus padres. Aunque el concepto podría haber sido la base para una historia emocional o incluso con toques de humor negro, la ejecución es decepcionante.
El mayor problema es el marketing: Nutcrackers fue vendida como una comedia navideña, pero ni es divertida ni captura el espíritu festivo. En cambio, se mueve incómodamente entre un drama melancólico y unos intentos de humor que nunca despegan. Incluso las pocas escenas cómicas, como una surrealista historia para dormir sobre John Rambo, no logran salvarla.
Ben Stiller parece desconectado, muy lejos de sus mejores interpretaciones en Meet the Parents o Night at the Museum. Su personaje carece de carisma y energía, mientras que los niños, supuestamente los motores emocionales de la trama, no logran generar empatía. Sus actuaciones son rígidas, y sus personajes, irritantes.
El director David Gordon Green, conocido por sus trabajos en terror como Halloween, parece perdido aquí. La película nunca encuentra su tono: no es lo suficientemente graciosa para ser comedia ni lo suficientemente emotiva para ser un drama efectivo. Es un intento fallido de replicar la fórmula de películas como Little Miss Sunshine o Mighty Ducks, que lograron equilibrar humor y corazón con éxito.
En resumen, Nutcrackers es un experimento fallido que sufre de una crisis de identidad. Ni divertida ni conmovedora, es una experiencia olvidable que no logra capturar la magia navideña. Si buscas una buena película para las fiestas, hay opciones mucho mejores.
La película sigue a Mike (Stiller), un agente inmobiliario adicto al trabajo que debe hacerse cargo de sus cuatro sobrinos tras la trágica muerte de sus padres. Aunque el concepto podría haber sido la base para una historia emocional o incluso con toques de humor negro, la ejecución es decepcionante.
El mayor problema es el marketing: Nutcrackers fue vendida como una comedia navideña, pero ni es divertida ni captura el espíritu festivo. En cambio, se mueve incómodamente entre un drama melancólico y unos intentos de humor que nunca despegan. Incluso las pocas escenas cómicas, como una surrealista historia para dormir sobre John Rambo, no logran salvarla.
Ben Stiller parece desconectado, muy lejos de sus mejores interpretaciones en Meet the Parents o Night at the Museum. Su personaje carece de carisma y energía, mientras que los niños, supuestamente los motores emocionales de la trama, no logran generar empatía. Sus actuaciones son rígidas, y sus personajes, irritantes.
El director David Gordon Green, conocido por sus trabajos en terror como Halloween, parece perdido aquí. La película nunca encuentra su tono: no es lo suficientemente graciosa para ser comedia ni lo suficientemente emotiva para ser un drama efectivo. Es un intento fallido de replicar la fórmula de películas como Little Miss Sunshine o Mighty Ducks, que lograron equilibrar humor y corazón con éxito.
En resumen, Nutcrackers es un experimento fallido que sufre de una crisis de identidad. Ni divertida ni conmovedora, es una experiencia olvidable que no logra capturar la magia navideña. Si buscas una buena película para las fiestas, hay opciones mucho mejores.

4.9
76
4
28 de noviembre de 2024
28 de noviembre de 2024
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
How It Ends es una comedia apocalíptica que se desarrolla en Los Ángeles, en un día brillante y soleado que parece absolutamente ordinario, aunque pronto se revela que es el último día de la existencia humana. La película sigue a Liza (Zoe Lister-Jones), quien, habiendo diseñado una exitosa aplicación, se enfrenta a su inminente final con una vida marcada por relaciones fallidas y la presencia constante de su yo adolescente (interpretado por Cailee Spaeny). Esta versión más joven de ella misma se convierte en su acompañante en un recorrido por su pasado, donde busca cerrar capítulos pendientes con personas que formaron parte de su vida antes del apocalipsis.
La premisa de la película es interesante, pero rápidamente se ve atrapada por una estructura rígida y monótona. Aunque con una duración relativamente corta de 82 minutos, la película termina siendo larga debido a la falta de una trama sólida y personajes insulsos. Las interacciones entre los personajes no tienen mucha inspiración, lo que hace que las conversaciones resulten aburridas y sin mucho propósito.
A lo largo del día, Liza y su versión adolescente visitan a figuras clave de su pasado para despedirse, en un intento por encontrar algo de cierre antes del fin del mundo. Sin embargo, la película nunca explica cómo los personajes saben la hora exacta del apocalipsis, lo que le quita tensión a la premisa y deja una sensación de desconcierto sobre la naturaleza del evento inminente. En lugar de ser un viaje emocional o reflexivo, How It Ends se convierte en una serie de momentos incómodos entre personajes que parecen más preocupados por sus propias excentricidades que por la gravedad de la situación.
La relación entre Liza y su yo adolescente, aunque interesante en teoría, no tiene una química genuina. En lugar de sentirse como una conversación interna entre dos versiones de una misma persona, su interacción se percibe más como una dinámica entre hermana mayor y hermana menor, lo que resta credibilidad a la idea de que ambas están realmente conectadas.
El tono de la película se asemeja más a un piloto de comedia de situación mumblecore, con personajes que se sienten como estereotipos de hipsters de Los Ángeles, cuyas actitudes y comportamientos pretenden ser divertidos pero terminan siendo molestos. En resumen, How It Ends pierde la oportunidad de ser una experiencia cinematográfica significativa y, en cambio, se convierte en una comedia ligera y superficial, que no logra transmitir ninguna emoción profunda ni reflexionar sobre el apocalipsis de manera efectiva.
En definitiva, How It Ends es una película que parece tener buenas intenciones, pero que se queda atrapada en su propia falta de enfoque y desarrollo. La falta de una trama convincente y personajes que no logran conectar con el espectador hacen que, a pesar de su corta duración, se vuelva un tanto tediosa.
La premisa de la película es interesante, pero rápidamente se ve atrapada por una estructura rígida y monótona. Aunque con una duración relativamente corta de 82 minutos, la película termina siendo larga debido a la falta de una trama sólida y personajes insulsos. Las interacciones entre los personajes no tienen mucha inspiración, lo que hace que las conversaciones resulten aburridas y sin mucho propósito.
A lo largo del día, Liza y su versión adolescente visitan a figuras clave de su pasado para despedirse, en un intento por encontrar algo de cierre antes del fin del mundo. Sin embargo, la película nunca explica cómo los personajes saben la hora exacta del apocalipsis, lo que le quita tensión a la premisa y deja una sensación de desconcierto sobre la naturaleza del evento inminente. En lugar de ser un viaje emocional o reflexivo, How It Ends se convierte en una serie de momentos incómodos entre personajes que parecen más preocupados por sus propias excentricidades que por la gravedad de la situación.
La relación entre Liza y su yo adolescente, aunque interesante en teoría, no tiene una química genuina. En lugar de sentirse como una conversación interna entre dos versiones de una misma persona, su interacción se percibe más como una dinámica entre hermana mayor y hermana menor, lo que resta credibilidad a la idea de que ambas están realmente conectadas.
El tono de la película se asemeja más a un piloto de comedia de situación mumblecore, con personajes que se sienten como estereotipos de hipsters de Los Ángeles, cuyas actitudes y comportamientos pretenden ser divertidos pero terminan siendo molestos. En resumen, How It Ends pierde la oportunidad de ser una experiencia cinematográfica significativa y, en cambio, se convierte en una comedia ligera y superficial, que no logra transmitir ninguna emoción profunda ni reflexionar sobre el apocalipsis de manera efectiva.
En definitiva, How It Ends es una película que parece tener buenas intenciones, pero que se queda atrapada en su propia falta de enfoque y desarrollo. La falta de una trama convincente y personajes que no logran conectar con el espectador hacen que, a pesar de su corta duración, se vuelva un tanto tediosa.

6.1
5,381
8
2 de enero de 2025
2 de enero de 2025
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación del cortometraje homónimo de Rodrigo Sorogoyen, nominado al Óscar. La película sigue a Elena (Marta Nieto), una mujer que, tras perder a su hijo de seis años en una playa de Francia, permanece atrapada en un túnel de duelo y reconstrucción personal. Diez años después de aquel trágico evento, Elena sigue viviendo en esa misma playa, trabajando como encargada de un bar, en un apartamento austero que parece un espacio de tránsito más que un hogar. Su vida da un giro cuando conoce a Jean (Jules Porier), un adolescente que le recuerda dolorosamente a su hijo perdido.
Madre es un drama psicológico que aborda el duelo desde su ambigüedad y profundidad emocional. Rodrigo Sorogoyen plantea preguntas más que respuestas, invitando al espectador a reflexionar y completar los vacíos narrativos con su interpretación. Así como la niebla difumina las fronteras entre el mar, la tierra y el cielo, la película explora la difusa línea entre la realidad y las proyecciones emocionales de Elena.
Elena nunca tiene claro si Jean es realmente su hijo perdido o simplemente un reflejo de su desesperación. La conexión entre ellos se presenta con una ambigüedad que oscila entre lo filial y lo romántico, dejando al espectador la interpretación de esta relación cargada de tensión emocional. Jean puede verse como un símbolo de renacimiento o una segunda oportunidad, pero también como un recordatorio inquietante de cómo el dolor puede distorsionar nuestra percepción de la realidad.
La actuación de Marta Nieto es el alma de la película. Su interpretación es un estudio magistral del dolor contenido, de la fortaleza y vulnerabilidad humanas. Nieto transmite con una sobriedad asombrosa la experiencia de una madre que no solo ha perdido a su hijo, sino también la certeza de lo que le ocurrió. El resto del elenco, incluido Jules Porier como Jean, cumple su papel de manera efectiva, pero esta es, sin duda, una película que recae por completo en los hombros de Nieto, quien convierte lo imposible en algo tangible y desgarrador.
Visualmente, Sorogoyen utiliza la playa como un símbolo omnipresente de la pérdida de Elena. El mar, vasto e indescifrable, refleja tanto la ausencia como la imposibilidad de encontrar respuestas. La atmósfera visual creada por el director resalta la desolación de Elena, con espacios abiertos que contrastan con la oscuridad de su mundo interior. Los planos secuencia, característicos del estilo de Sorogoyen, no solo aumentan la sensación de inmediatez, como en la tensa llamada telefónica del inicio, sino que también sumergen al espectador en el caos emocional de la protagonista.
Madre es una obra profundamente introspectiva que presenta las secuelas de una pérdida traumática en toda su ambigüedad. Nos muestra cómo lo que perdemos puede regresar disfrazado, y cómo desde el exterior este dolor puede ser incomprendido, llegando a ser visto como una obsesión enfermiza. Más allá de juzgar a Elena, la película nos invita a presenciar su duelo y a entender que un instante puede cambiarlo todo: puede arrebatarlo o darlo todo.
Madre es un drama psicológico que aborda el duelo desde su ambigüedad y profundidad emocional. Rodrigo Sorogoyen plantea preguntas más que respuestas, invitando al espectador a reflexionar y completar los vacíos narrativos con su interpretación. Así como la niebla difumina las fronteras entre el mar, la tierra y el cielo, la película explora la difusa línea entre la realidad y las proyecciones emocionales de Elena.
Elena nunca tiene claro si Jean es realmente su hijo perdido o simplemente un reflejo de su desesperación. La conexión entre ellos se presenta con una ambigüedad que oscila entre lo filial y lo romántico, dejando al espectador la interpretación de esta relación cargada de tensión emocional. Jean puede verse como un símbolo de renacimiento o una segunda oportunidad, pero también como un recordatorio inquietante de cómo el dolor puede distorsionar nuestra percepción de la realidad.
La actuación de Marta Nieto es el alma de la película. Su interpretación es un estudio magistral del dolor contenido, de la fortaleza y vulnerabilidad humanas. Nieto transmite con una sobriedad asombrosa la experiencia de una madre que no solo ha perdido a su hijo, sino también la certeza de lo que le ocurrió. El resto del elenco, incluido Jules Porier como Jean, cumple su papel de manera efectiva, pero esta es, sin duda, una película que recae por completo en los hombros de Nieto, quien convierte lo imposible en algo tangible y desgarrador.
Visualmente, Sorogoyen utiliza la playa como un símbolo omnipresente de la pérdida de Elena. El mar, vasto e indescifrable, refleja tanto la ausencia como la imposibilidad de encontrar respuestas. La atmósfera visual creada por el director resalta la desolación de Elena, con espacios abiertos que contrastan con la oscuridad de su mundo interior. Los planos secuencia, característicos del estilo de Sorogoyen, no solo aumentan la sensación de inmediatez, como en la tensa llamada telefónica del inicio, sino que también sumergen al espectador en el caos emocional de la protagonista.
Madre es una obra profundamente introspectiva que presenta las secuelas de una pérdida traumática en toda su ambigüedad. Nos muestra cómo lo que perdemos puede regresar disfrazado, y cómo desde el exterior este dolor puede ser incomprendido, llegando a ser visto como una obsesión enfermiza. Más allá de juzgar a Elena, la película nos invita a presenciar su duelo y a entender que un instante puede cambiarlo todo: puede arrebatarlo o darlo todo.

6.2
1,032
2
24 de diciembre de 2024
24 de diciembre de 2024
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blondi (2023) de Dolores Fonzi es una película que promete mucho pero entrega poco más que un tedio insoportable. Desde el primer minuto, nos encontramos con uno de los tópicos más manidos del cine: la típica persona amargada que, tras fumarse un porro, se lanza a una orgía de celebración sin fin donde se convierte en el centro de atención. Pero en lugar de ofrecer algo fresco o interesante, la película se queda atascada en una banalización pesada e insustancial.
El personaje de Blondi se esfuerza por ser complejo y tridimensional, pero en realidad es una caricatura de esas personas que creen ser almas libres y regalos del cielo, cuando en realidad solo generan pereza y resoplidos. La repetición de sus diálogos con su hijo, su madre o su hermana no hace más que subrayar esta falta de profundidad, convirtiendo cada conversación en un eco de la anterior.
Visualmente, la película no ayuda a su causa. El filtro elegido no solo es incomprensible sino que también hace que toda la imagen parezca horrible, como si se hubiera pasado por una lavadora en vez de por una cámara de cine. No hay nada que ver, literalmente. Es aburrida, tediosa, y no pasa nada que valga la pena recordar.
"Blondi" quiere ser cool, pretende ser una película que nos haga reflexionar, pero acaba siendo muy tonta. Es una pérdida de tiempo que, en su intento por ser profunda y liberadora, se queda en la superficie de una banalidad sin fin. En resumen, es una película muy mala y pretenciosa.
El personaje de Blondi se esfuerza por ser complejo y tridimensional, pero en realidad es una caricatura de esas personas que creen ser almas libres y regalos del cielo, cuando en realidad solo generan pereza y resoplidos. La repetición de sus diálogos con su hijo, su madre o su hermana no hace más que subrayar esta falta de profundidad, convirtiendo cada conversación en un eco de la anterior.
Visualmente, la película no ayuda a su causa. El filtro elegido no solo es incomprensible sino que también hace que toda la imagen parezca horrible, como si se hubiera pasado por una lavadora en vez de por una cámara de cine. No hay nada que ver, literalmente. Es aburrida, tediosa, y no pasa nada que valga la pena recordar.
"Blondi" quiere ser cool, pretende ser una película que nos haga reflexionar, pero acaba siendo muy tonta. Es una pérdida de tiempo que, en su intento por ser profunda y liberadora, se queda en la superficie de una banalidad sin fin. En resumen, es una película muy mala y pretenciosa.

6.4
1,069
8
17 de enero de 2025
17 de enero de 2025
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Betty (Isabelle Huppert) y Victor (Michel Serrault) forman una peculiar pareja de estafadores. Ella, en sus cuarenta, y él, en sus setenta, comparten una relación difícil de definir: ¿son amigos, amantes o quizá parientes? La ambigüedad de su vínculo, magistralmente interpretada por los actores, se mantiene a lo largo de toda la película, incluso hasta el desenlace.
Dedicados a pequeñas estafas, Betty y Victor se embarcan en un plan mucho más ambicioso cuando ella seduce a Maurice (François Cluzet), un tesorero corporativo, con la intención de robar 5 millones de francos suizos. Pero lo que comienza como un golpe cuidadosamente orquestado se complica al involucrarse en blanqueo de dinero, empujándolos a un peligro que supera todo lo que han enfrentado antes.
Con un ingenioso manejo del humor negro, Claude Chabrol combina elementos de comedia y thriller, creando una atmósfera que oscila entre la ligereza y la tensión. La influencia de maestros como Lubitsch y Hitchcock es evidente en la fusión de situaciones cómicas con momentos de oscuridad e incertidumbre.
A medida que la trama avanza, el espectador queda atrapado en una red de intrigas donde nada es lo que parece. La complejidad de la estafa principal deja abierta la posibilidad de que Betty y Victor estén manipulándose mutuamente, manteniendo una constante sensación de juego y sorpresa.
Dedicados a pequeñas estafas, Betty y Victor se embarcan en un plan mucho más ambicioso cuando ella seduce a Maurice (François Cluzet), un tesorero corporativo, con la intención de robar 5 millones de francos suizos. Pero lo que comienza como un golpe cuidadosamente orquestado se complica al involucrarse en blanqueo de dinero, empujándolos a un peligro que supera todo lo que han enfrentado antes.
Con un ingenioso manejo del humor negro, Claude Chabrol combina elementos de comedia y thriller, creando una atmósfera que oscila entre la ligereza y la tensión. La influencia de maestros como Lubitsch y Hitchcock es evidente en la fusión de situaciones cómicas con momentos de oscuridad e incertidumbre.
A medida que la trama avanza, el espectador queda atrapado en una red de intrigas donde nada es lo que parece. La complejidad de la estafa principal deja abierta la posibilidad de que Betty y Victor estén manipulándose mutuamente, manteniendo una constante sensación de juego y sorpresa.
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