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Críticas ordenadas por utilidad
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6.5
7,461
9
23 de septiembre de 2011
23 de septiembre de 2011
101 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una película más de apocalipsis. No vamos a encontrar en ella a ningún héroe tratando de encontrar la causa o la solución a la extraña enfermedad que se va extendiendo por fases alrededor de todo el planeta. De hecho, en mi opinión el apocalipsis es únicamente el modo elegido para mostrar el verdadero tema de esta enorme película: el valor de las cosas pequeñas y sencillas, esas cosas que nuestro modo de vida ha llegado a hacer casi invisibles, y cuya visibilidad se recupera precisamente conforme se pierden los sentidos. Magnífica y original forma de presentar un tema que, lejos de parecer ñoño y melodramático, resulta en Perfect Sense estremecedor y tan veraz, que el espectador se vuelve capaz de experimentar lo que los personajes están viviendo como si se hallara dentro de la película.
La interpretación está a la altura. Los sentimientos exacerbados a propósito y con un claro sentido en el guión debieron dejar agotados a los protagonistas durante el rodaje. Si ellos hubieran fallado en esto, la película habría perdido casi todo. Una banda sonora bellísima redondea una película que recomiendo sin dudar.
Todo lo que la humanidad pierde durante la enfermedad, se recupera de un modo distinto y mucho más intenso. Incluso quedan atrás definitivamente el dolor o la culpa por las cosas perdidas antes de la epidemia. El mensaje de la película es extraordinariamente alentador. Pero no hay ningún discurso, ningún alegato bienintencionado que nos transmita dicho mensaje. El espectador no entiende tal mensaje, no lo descifra, sino que lo va sintiendo de forma paulatina hasta que, finalmente, ya fuera de la sala, surge claro y mayúsculo desde la huella que inevitablemente nos deja este metraje.
La interpretación está a la altura. Los sentimientos exacerbados a propósito y con un claro sentido en el guión debieron dejar agotados a los protagonistas durante el rodaje. Si ellos hubieran fallado en esto, la película habría perdido casi todo. Una banda sonora bellísima redondea una película que recomiendo sin dudar.
Todo lo que la humanidad pierde durante la enfermedad, se recupera de un modo distinto y mucho más intenso. Incluso quedan atrás definitivamente el dolor o la culpa por las cosas perdidas antes de la epidemia. El mensaje de la película es extraordinariamente alentador. Pero no hay ningún discurso, ningún alegato bienintencionado que nos transmita dicho mensaje. El espectador no entiende tal mensaje, no lo descifra, sino que lo va sintiendo de forma paulatina hasta que, finalmente, ya fuera de la sala, surge claro y mayúsculo desde la huella que inevitablemente nos deja este metraje.
9
22 de julio de 2011
22 de julio de 2011
83 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mitómano, narcisista histriónico, Timothy Treadwell, el protagonista del documental, no ama a esos osos, hace como que les ama, ni ama tampoco a esos zorros. Y no se acerca tanto a ellos como parece: por más contacto físico que haya entre él y esos animales, no logra conectar de verdad, los antropomorfiza, los convierte en una caricatura de seres humanos, tal como los niños hacen con las muñecas. El infantilismo del personaje es tal que, conforme avanza el metraje, comprendemos por qué al inicio le llaman retrasado mental. Todo es impostura, el tono de su voz, su pretencioso amor, sus ardientes deseos de “ser alguien”. Los osos son los secundarios en los dos documentales, tanto en el de Herzog como en el de Treadwell. A este último lo mismo le podía haber dado por coleccionar moscas o aprender zulú.
La manera de estar en el mundo de Timothy es artificiosa de cabo a rabo. Incluso cuando se rueda a sí mismo, parece que parodie al típico aventurero de documental. Por supuesto, Amie, su novia, no debe salir, “se supone que estoy solo”; la verdad importa nada, es el imperio de la apariencia, de la imagen, de una vida que se vive “como si”. Que es un mentiroso lo saben los que le conocieron: no nació en Australia, por mucho que practique un forzado y ridículo acento, ni probablemente quedó segundo en un cásting, tal como sospecha su propio padre. Hasta se cambia de apellido porque es más teatral. Es la tragedia del que no sabe ser auténtico, un mal cada vez más extendido en la sociedad, con el agravante que ni un estilo de vida radical y más o menos solitaria logra curar. Se podría decir que más que la novia o los osos, le acompañan las cámaras, una especie de espejo donde este narciso se mira y donde podrá exhibir su imaginada grandiosidad al mundo. Se proyecta claramente cuando llama fracasados a los cuidadores de la reserva.
La película es maravillosa para mostrar esta distorsión. Cuanto más grandioso se ve a sí mismo, más mediocre y vació le percibimos nosotros. Su excepcionalidad no tiene calidad sino cantidad. Es excesivo en todo, histriónico de manual, pero falso: una identidad falsificada, un ego enorme, pura imagen. Esta vacuidad es tan portentosa, la mediocridad del personaje tan apabullante, que es incapaz de observar a los animales con un mínimo de reflexión “científica”. Aunque se crea un experto en osos, en realidad no sabe nada de ellos porque no puede salir de sí mismo ni un solo momento.
La manera de estar en el mundo de Timothy es artificiosa de cabo a rabo. Incluso cuando se rueda a sí mismo, parece que parodie al típico aventurero de documental. Por supuesto, Amie, su novia, no debe salir, “se supone que estoy solo”; la verdad importa nada, es el imperio de la apariencia, de la imagen, de una vida que se vive “como si”. Que es un mentiroso lo saben los que le conocieron: no nació en Australia, por mucho que practique un forzado y ridículo acento, ni probablemente quedó segundo en un cásting, tal como sospecha su propio padre. Hasta se cambia de apellido porque es más teatral. Es la tragedia del que no sabe ser auténtico, un mal cada vez más extendido en la sociedad, con el agravante que ni un estilo de vida radical y más o menos solitaria logra curar. Se podría decir que más que la novia o los osos, le acompañan las cámaras, una especie de espejo donde este narciso se mira y donde podrá exhibir su imaginada grandiosidad al mundo. Se proyecta claramente cuando llama fracasados a los cuidadores de la reserva.
La película es maravillosa para mostrar esta distorsión. Cuanto más grandioso se ve a sí mismo, más mediocre y vació le percibimos nosotros. Su excepcionalidad no tiene calidad sino cantidad. Es excesivo en todo, histriónico de manual, pero falso: una identidad falsificada, un ego enorme, pura imagen. Esta vacuidad es tan portentosa, la mediocridad del personaje tan apabullante, que es incapaz de observar a los animales con un mínimo de reflexión “científica”. Aunque se crea un experto en osos, en realidad no sabe nada de ellos porque no puede salir de sí mismo ni un solo momento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La relación con la novia que vive a su lado no es un camino de rosas, tal como se nos revela al final del documental. La gran ausente de este film es incapaz de huir sin intentar defender a su compañero, lo que le acarrea la muerte. La sensación que nos queda es la de que su egocéntrico novio no se merecía un sacrificio tan grande. Ni siquiera uno mucho más pequeño.

6.8
64,244
1
3 de abril de 2010
3 de abril de 2010
41 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
No digo que no puede haber tíos agilipollaos que se enamoren de tías tan vacías como la “Verano” esa, enganchados a un vacío siempre prometedor y siempre falso. No digo que no los haya, por desgracia, y mujeres como esa, pero no entiendo, repito, no entiendo, cómo puede hacer disfrutar a nadie un bodrio esteticista como esta peli, un videoclip de principio a fin, unos personajes planos, en boceto, unos secundarios horrorosos, niña repelente incluida. ¿Y de quién carajo es la voz en off?
"Como la vida misma", repiten al unísono los críticos en esta página, y tal vez sea así, por desgracia, que la vida ya es nada más que una pose sin sentido, un humo incoherente, pero de estética perfecta. No he podido empatizar ni de lejos con ese par de niñatos y por ello, la película no sólo me ha aburrido, sino que me ha irritado hasta decir basta.
Y no, majete, le digo al director, a mí no me engañas con los guiños culturetas, ni se te ocurra pasear por una rosaleda porque al menor roce con una espina te deshinchas.
"Como la vida misma", repiten al unísono los críticos en esta página, y tal vez sea así, por desgracia, que la vida ya es nada más que una pose sin sentido, un humo incoherente, pero de estética perfecta. No he podido empatizar ni de lejos con ese par de niñatos y por ello, la película no sólo me ha aburrido, sino que me ha irritado hasta decir basta.
Y no, majete, le digo al director, a mí no me engañas con los guiños culturetas, ni se te ocurra pasear por una rosaleda porque al menor roce con una espina te deshinchas.

6.1
2,028
5
10 de abril de 2010
10 de abril de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película excesivamente teatral, que sigue al pie de la letra las clásicas unidades dramáticas de tiempo, lugar y acción. Debido a ello, a que todo transcurre en un solo día, resulta inverosímil la crisis de pareja que desencadena una sucesión de hechos apelotonados en tan breve lapso.
Desconozco el mundo de la adopción de niños mayorcitos y, por tanto, no entro a valorar si la película, con tintes realistas, es en verdad realista. Sin embargo, sí me ha gustado que el director intente plasmar la inmadurez de unos adultos obsesionados por tener un niño, a quienes, obviamente, el puesto de padres adoptivos de un menor difícil les viene grande.
Por otro lado, me parece muy rebuscado el papel de la sirvienta en esta historia, el melodrama no hacía falta. Yo hubiese preferido mayor sobriedad a este respecto, pues el tema es lo suficientemente interesante sin ese añadido lacrimógeno.
Por último, el niño lo hace rematadamente mal. No consigue que los espectadores le comprendamos ni nos pongamos en su piel, lo cual habría salvado la película. En cambio, la asistenta social cumple muy bien, y logra que nos entren ganas de partirle la cara.
La puntúo con un cinco, más que nada por atreverse a abordar el tema de la adopción en España. Lo mejor de la peli: las malas críticas que ha desencadenado en este sitio web, con las que me he partido la caja.
Desconozco el mundo de la adopción de niños mayorcitos y, por tanto, no entro a valorar si la película, con tintes realistas, es en verdad realista. Sin embargo, sí me ha gustado que el director intente plasmar la inmadurez de unos adultos obsesionados por tener un niño, a quienes, obviamente, el puesto de padres adoptivos de un menor difícil les viene grande.
Por otro lado, me parece muy rebuscado el papel de la sirvienta en esta historia, el melodrama no hacía falta. Yo hubiese preferido mayor sobriedad a este respecto, pues el tema es lo suficientemente interesante sin ese añadido lacrimógeno.
Por último, el niño lo hace rematadamente mal. No consigue que los espectadores le comprendamos ni nos pongamos en su piel, lo cual habría salvado la película. En cambio, la asistenta social cumple muy bien, y logra que nos entren ganas de partirle la cara.
La puntúo con un cinco, más que nada por atreverse a abordar el tema de la adopción en España. Lo mejor de la peli: las malas críticas que ha desencadenado en este sitio web, con las que me he partido la caja.
12 de febrero de 2011
12 de febrero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces me he atrevido en esta página a escribir una crítica. No me considero capaz de hacerlo al nivel de la mayoría. Y ahora tampoco la voy a hacer. Entre otras cosas porque pienso lo que la mayoría: que la peli es más que aceptable excepto en su final.
Lo que quiero contar, en cambio, es lo que me ocurrió después. Aquella noche tuve una pesadilla de las que te hacen gritar. Mi pareja me despertó para que se me pasara. Lo curioso es que, al volver a dormir, el sueño continuó, un hombre me quería matar a toda costa. En la madrugada, harta de aquella angustia, me desdoblé en otra mujer que, finalmente, se dejó matar. No pasivamente, sino suicidándose. Me desperté extenuada, con el estómago encogido. Una de las primeras palabras que me vino a la mente, la que yo sabía intuitivamente que explicaba aquel terror, fue “persistencia”.
Esa película, al retratar la tenacidad en el horror del que no siente nada, la persistencia del que sólo vive con un sentido, la extraordinaria indiferencia por los otros, despertó en mí fantasmas. Al menos para mí, aunque sólo lo supe a la mañana siguiente, fue una película de terror.
Lo que quiero contar, en cambio, es lo que me ocurrió después. Aquella noche tuve una pesadilla de las que te hacen gritar. Mi pareja me despertó para que se me pasara. Lo curioso es que, al volver a dormir, el sueño continuó, un hombre me quería matar a toda costa. En la madrugada, harta de aquella angustia, me desdoblé en otra mujer que, finalmente, se dejó matar. No pasivamente, sino suicidándose. Me desperté extenuada, con el estómago encogido. Una de las primeras palabras que me vino a la mente, la que yo sabía intuitivamente que explicaba aquel terror, fue “persistencia”.
Esa película, al retratar la tenacidad en el horror del que no siente nada, la persistencia del que sólo vive con un sentido, la extraordinaria indiferencia por los otros, despertó en mí fantasmas. Al menos para mí, aunque sólo lo supe a la mañana siguiente, fue una película de terror.
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