Wilder nos vuelve a sumergir en su universo con una facilidad increíble. Pocos como él hacen que seas capaz de meterte en un mundo tan complicado como el de las relaciones sin darte cuenta, ser capaz de salir con una sonrisa de esta tragicomedia.
En mi opinión, no hay mejor pareja cinematográfica que Jack Lemmon y Shirley MacLein. Con ellos, una simple partida de cartas se vuelve algo excepcional. Él encarna como nadie a un tierno don nadie, capaz de transmitir la tristeza de lo perdido como la alegría de lo recuperado, en un sólo instante. Ella es pura dulzura, pero no una dulzura cualquiera: es delicada por fuera y compleja por dentro, capaz de ver en las personas lo que muchos no son capaces de atisbar.
Si pudiera, le pondría más de un 10.

Quantum of Solace y Skyfall no consiguen llegar ni a la mitad del listón marcado por Casino Royale en esta etapa marcada por un machacado Bond. Ahora, Mendes nos propone una película en la que intenta ver que, por mucha tecnología y avance que vivamos, lo antiguo, lo esencial, siempre dura. Para esto está dándole vueltas mucho tiempo, con frases y guiños que poco aportan a la trama. El humor me parece fuera de lugar, y la trama de M pues...ni fu ni fa.
El personaje de Bardem parece una copia del Jocker, con esa música y esos gestos estrafalarios; pero debo de reconocer que se come a Bond, aun teniendo un papel bastante evidente. La música, el tono, el origen de Skyfall, me hace recordar más a Batman que a James Bond. Se me ha hecho larga y pesada, espero que mejore en la próxima.

Horrible. Mala. Malísima. No sé me ocurren más calificativos. De lo peor que he visto en mucho tiempo, sólo apta para verla con amigos para reírte de lo mala que puede llegar a ser. El comienzo promete, el resto es malo. No le hace justicia al libro, que se deja leer y que SÍ que da miedo.