Ante todo, hay que reconocer que "Pobres criaturas" ha conseguido algo que no es fácil, como es el entusiasta reconocimiento conjunto de la mayor parte de la crítica y los espectadores. Ese, junto a la presencia de actores que me encantan, como Emma Stone o Mark Ruffalo, es el principal motivo que me animó a verla, por encima de un argumento que no me parecía interesante en absoluto. Tanta gente aficionada al cine no podía estar equivocada.

Sin embargo, y como en el caso de la reciente creación española de las "20.000 especies de abejas", creo que es una película que triunfará por su mensaje feministoide y provocador antes de que por sus virtudes cinematográficas, que yo no he encontrado en ningún rincón a pesar del esfuerzo empleado. Pese a todo, se le puede perdonar el descarado mensaje ideológico, lo absurdo del guion y su machacona y pedante presentación. Se podría incluso llegar a aceptar que lo que parece un alegato a favor de la pornografía y la pedofilia es, en realidad, una visión surrealista a favor de la libertad de la mujer.

Pero lo que yo creo es en lo que le dijo Petronio a Nerón en la infravalorada y genial "Quo Vadis" en su carta suicida de despedida, aquello de "martiriza a tu pueblo, pero nunca lo aburras". Lo que es imperdonable es lo aburridísima que es.