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7.3
16,966
7
7 de enero de 2024
7 de enero de 2024
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Giamatti, interpretando al profesor Paul Hunham, nos regala una espectacular actuación en este peculiar “viaje del héroe” en el que prácticamente no hay cambios de escenario. Casi toda la película tiene lugar en un colegio internado, durante las vacaciones de invierno, donde el profesor al que Giamatti interpreta tiene que cuidar de los alumnos que, por una u otra razón, deben permanecer en el colegio durante las vacaciones.
No estará sólo, pues Mary (Da’Vine Joy Randolph), la cocinera del colegio cuyo hijo ha muerto recientemente en la guerra de Vietnam, también le acompañará en ese viaje (más bien “interior”, no porque vayan lejos de la costa, sino porque casi no se mueven del sitio). Quien completa el trío actoral (a cada cual mejor, todo hay que decirlo) es Angus, uno de los alumnos del colegio, interpretado por Dominic Sessa, quien básicamente se come la pantalla cuando la cámara se atreve a dedicarle algún primer plano.
Por la ambientación, la época del año y la melancolía que parecer flotar continuamente en el ambiente, podría incluso decirse que es una versión libre contemporánea del mítico Cuento de Navidad de Dickens. Sin embargo, aquí no hay fantasmas corpóreos, sino la inevitable necesidad humana de crecimiento. Paradójicamente (quizá no en esencia, pero sí frente a las historias habituales), ese crecimiento puede llevar al borde del abismo, a la cornisa de un precipicio donde, desde luego, no se había planeado llegar… pero que hace palpable una reconfortante sensación de estar en libertad y, sobre todo, de ser consecuente.
En su complejidad, disfrazada en un principio de comedia (la película está condimentada con inevitables carcajadas, por cierto) y en ocasiones casi pretendiendo ser un drama, ‘The Holdovers’ va convenciendo progresivamente, según avanza la historia y según los personajes principales van desplegando sus dobleces (y lo hacen con total naturalidad, dicho sea de paso). El resultado es un caleidoscopio de sensaciones, emociones y sentimientos entre los que destaca la amistad por encima de todo. Esa amistad inesperada y sincera que simplemente encuentra a las personas, aunque estas no estén buscándola… o incluso no se hallen predispuestas a recibirla.
No estará sólo, pues Mary (Da’Vine Joy Randolph), la cocinera del colegio cuyo hijo ha muerto recientemente en la guerra de Vietnam, también le acompañará en ese viaje (más bien “interior”, no porque vayan lejos de la costa, sino porque casi no se mueven del sitio). Quien completa el trío actoral (a cada cual mejor, todo hay que decirlo) es Angus, uno de los alumnos del colegio, interpretado por Dominic Sessa, quien básicamente se come la pantalla cuando la cámara se atreve a dedicarle algún primer plano.
Por la ambientación, la época del año y la melancolía que parecer flotar continuamente en el ambiente, podría incluso decirse que es una versión libre contemporánea del mítico Cuento de Navidad de Dickens. Sin embargo, aquí no hay fantasmas corpóreos, sino la inevitable necesidad humana de crecimiento. Paradójicamente (quizá no en esencia, pero sí frente a las historias habituales), ese crecimiento puede llevar al borde del abismo, a la cornisa de un precipicio donde, desde luego, no se había planeado llegar… pero que hace palpable una reconfortante sensación de estar en libertad y, sobre todo, de ser consecuente.
En su complejidad, disfrazada en un principio de comedia (la película está condimentada con inevitables carcajadas, por cierto) y en ocasiones casi pretendiendo ser un drama, ‘The Holdovers’ va convenciendo progresivamente, según avanza la historia y según los personajes principales van desplegando sus dobleces (y lo hacen con total naturalidad, dicho sea de paso). El resultado es un caleidoscopio de sensaciones, emociones y sentimientos entre los que destaca la amistad por encima de todo. Esa amistad inesperada y sincera que simplemente encuentra a las personas, aunque estas no estén buscándola… o incluso no se hallen predispuestas a recibirla.

6.5
11,766
6
19 de mayo de 2024
19 de mayo de 2024
33 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo un completo profano en el género, habiendo visto sólo algunas películas de terror en mi vida, de las cuales he disfrutado una proporción prácticamente ridícula, debo decir que ‘Late show with the devil’ me ha sorprendido gratamente.
Sin pretensiones, se combinan dos temas de los que se realiza, más allá (nunca mejor dicho…) de una simple y efectista caricatura, un retrato decente y con la profundidad permitida por el medio y los recursos empleados.
Repito que no soy fan del terror, ni mucho menos, pero puedo llegar a identificar guiños homenajeando a clásicos del género y, más que un collage de temas más o menos recurrentes, he percibido un puzle en el que encajan las piezas más habituales (entiéndase como las de mayor éxito popular) del terror, por un lado, con una crítica mordaz y sensata al periodismo en general y al mundo de los late shows en particular, por otro. Y en esta faceta, es ‘Network’ el claro y homenajeado referente.
Por estas razones, más que “trama”, creo que la película tiene “tejido”, con su trama y su urdimbre: espiritismo y late shows (aunque en ciertos momentos y lugares de la historia televisiva esto fuese una redundancia). También creo que una de las virtudes más notables del largometraje, además de no ser demasiado largo, es precisamente la sinceridad de no pretender reírse del espectador o ser más de lo que puede llegar a ser.
Esa humildad de contar una historia, cual bordado en el tejido mencionado, cuyos hilos se dejan ver o permanecen ocultos, según sea necesario para alcanzar el objetivo que se busca, sumándole la incalculable contribución del actor principal y también la de un elenco que en general lo hace muy bien, es probablemente lo que más puede sorprender y gustar.
Está dividida en tres partes, teniendo las dos primeras un carácter de siembra de ideas y la última de recolección de los frutos de esas ideas, además de aportar un cambio de ritmo al estilo David Lynch en ‘Lost highway’, pero que el último minuto revela la película como la genuina historia que es.
Aclaración: No considero que ‘Late show with the devil’ esté a la altura de ‘Network’ o de ‘Carretera perdida’, pero sí me parece de las mejores películas de terror que he visto.
PS. Con todos mis respetos a FA, no entiendo qué relación tiene la sinopsis con la película. Perdón y gracias.
Sin pretensiones, se combinan dos temas de los que se realiza, más allá (nunca mejor dicho…) de una simple y efectista caricatura, un retrato decente y con la profundidad permitida por el medio y los recursos empleados.
Repito que no soy fan del terror, ni mucho menos, pero puedo llegar a identificar guiños homenajeando a clásicos del género y, más que un collage de temas más o menos recurrentes, he percibido un puzle en el que encajan las piezas más habituales (entiéndase como las de mayor éxito popular) del terror, por un lado, con una crítica mordaz y sensata al periodismo en general y al mundo de los late shows en particular, por otro. Y en esta faceta, es ‘Network’ el claro y homenajeado referente.
Por estas razones, más que “trama”, creo que la película tiene “tejido”, con su trama y su urdimbre: espiritismo y late shows (aunque en ciertos momentos y lugares de la historia televisiva esto fuese una redundancia). También creo que una de las virtudes más notables del largometraje, además de no ser demasiado largo, es precisamente la sinceridad de no pretender reírse del espectador o ser más de lo que puede llegar a ser.
Esa humildad de contar una historia, cual bordado en el tejido mencionado, cuyos hilos se dejan ver o permanecen ocultos, según sea necesario para alcanzar el objetivo que se busca, sumándole la incalculable contribución del actor principal y también la de un elenco que en general lo hace muy bien, es probablemente lo que más puede sorprender y gustar.
Está dividida en tres partes, teniendo las dos primeras un carácter de siembra de ideas y la última de recolección de los frutos de esas ideas, además de aportar un cambio de ritmo al estilo David Lynch en ‘Lost highway’, pero que el último minuto revela la película como la genuina historia que es.
Aclaración: No considero que ‘Late show with the devil’ esté a la altura de ‘Network’ o de ‘Carretera perdida’, pero sí me parece de las mejores películas de terror que he visto.
PS. Con todos mis respetos a FA, no entiendo qué relación tiene la sinopsis con la película. Perdón y gracias.

5.8
39,644
3
28 de julio de 2023
28 de julio de 2023
51 de 78 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una idea muy apetecible y un inicio bastante prometedor, incluyendo referencias nada menos que a “2001: Odisea en el espacio” y a “Matrix”, “Barbie” se queda a mucha distancia de lo que podría haber sido. Hay un momento que resume la película, en el que se dice “Barbie no está muerta, sólo tiene una crisis existencial”.
Pues bien, no esperen que esto se refiera a la propia película, porque se mantiene en caída más o menos libre (desde luego con muy poco rozamiento si lo hubiera), a partir de ese prometedor inicio, hasta el punto de preguntarme en algunas escenas (sí, sobre todo en el mini-musical “I’m just Ken”… mini, en el sentido más cruel…) qué cara estarán poniendo o cómo se lo estarán tomando interiormente (los que son buenos jugadores de póker) el grupo de críticos y críticas que también está viendo esta película porque habíamos quedado para comentarla posteriormente.
Junto con la idea principal detrás de la película, que pudo ser representada de mejor manera, éste fue el gran aliciente de verla. Quizá en empate con la presencia de la maravillosa Margot Robbie, a quien se premia e indulta parcialmente de este “espectáculo” mediante una alusión directa a su propia persona. Bueno, en triple empate, también con los guiños a la democracia, ¡maldita sea!
Esa idea principal que pudo ser, la de enfrentar a Barbie con la “cruda realidad del Patriarcado”, se explota sólo de una forma superficial, casi infantil, aunque la película no esté dirigida precisamente a ese público. Y da pie a pensar que esta es sólo la primera de una serie de películas en las que “las ideas” contactan con “el mundo real” y comprueban con ironía los efectos que han producido.
Por eso espero impaciente la segunda parte, un poco más oscura pero infinitamente más profunda, cuyo título será algo así como “Marx y Lenin visitan la China del año 2020”, siempre con comedia e ironía (por mucha sangre que tengan que sudar los guionistas). Más fácil de escribir y de disfrutar relajadamente como espectador será la tercera peli de la serie, “Julio Verne en la NASA durante la carrera espacial”.
Espero sinceramente no ofender a nadie, es por intentar sacar lo más positivo de la película.
Pues bien, no esperen que esto se refiera a la propia película, porque se mantiene en caída más o menos libre (desde luego con muy poco rozamiento si lo hubiera), a partir de ese prometedor inicio, hasta el punto de preguntarme en algunas escenas (sí, sobre todo en el mini-musical “I’m just Ken”… mini, en el sentido más cruel…) qué cara estarán poniendo o cómo se lo estarán tomando interiormente (los que son buenos jugadores de póker) el grupo de críticos y críticas que también está viendo esta película porque habíamos quedado para comentarla posteriormente.
Junto con la idea principal detrás de la película, que pudo ser representada de mejor manera, éste fue el gran aliciente de verla. Quizá en empate con la presencia de la maravillosa Margot Robbie, a quien se premia e indulta parcialmente de este “espectáculo” mediante una alusión directa a su propia persona. Bueno, en triple empate, también con los guiños a la democracia, ¡maldita sea!
Esa idea principal que pudo ser, la de enfrentar a Barbie con la “cruda realidad del Patriarcado”, se explota sólo de una forma superficial, casi infantil, aunque la película no esté dirigida precisamente a ese público. Y da pie a pensar que esta es sólo la primera de una serie de películas en las que “las ideas” contactan con “el mundo real” y comprueban con ironía los efectos que han producido.
Por eso espero impaciente la segunda parte, un poco más oscura pero infinitamente más profunda, cuyo título será algo así como “Marx y Lenin visitan la China del año 2020”, siempre con comedia e ironía (por mucha sangre que tengan que sudar los guionistas). Más fácil de escribir y de disfrutar relajadamente como espectador será la tercera peli de la serie, “Julio Verne en la NASA durante la carrera espacial”.
Espero sinceramente no ofender a nadie, es por intentar sacar lo más positivo de la película.

6.9
4,882
7
21 de abril de 2024
21 de abril de 2024
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película muy cuidada. Se nota que se ha hecho con cariño, que Alice Rorwacher tenía una idea clara y que ha disfrutado plasmándola en la pantalla. Prueba irrefutable de que se lo ha pasado bien haciéndola, es el hecho de haber reservado para su hermana el papel más divertido en esta intrincada secuencia de alegorías: la supervillana / traficante de arte expoliado.
Efectivamente, se demuestra con la faceta más realista y menos mágica de la historia reflejada en “La Chimera” que puede robarse algo que no sea “propiedad privada”, y que el daño infringido por el robo sea infinitamente superior al precio de lo robado, que a su vez es incalculable.
Quizá antes de que aconteciera la apisonadora civilizadora romana, además de haber menos machismo, se hablaba de “préstamos de la naturaleza” (como puede haber “adornos de la naturaleza”) en lugar de propiedad privada, cuando se trataba de producciones agrícolas, por ejemplo.
Y es que el gran regalo de la arqueología reside precisamente en poder demostrarnos que otras formas de organización, otros sistemas de creencias, otras sociedades (pudiéndose llegar a calificar de “primitivas”, “ingenuas” e incluso “irracionales” desde nuestro auto apuntalado púlpito del desarrollo, unidireccional e ilimitado), en definitiva, son factibles entre los seres humanos.
Creo que se hubiera enriquecido más el diálogo entre el aspecto religioso o espiritual de la profanación de enterramientos y su aspecto mercantil, con una mayor intervención de la perspectiva científico-histórica, que solamente tiene dos apariciones (estelares, eso sí): cuando se refleja el instante de apertura de una cámara funeraria, y el momento de la decapitación de una estatua etrusca… Puro drama… Cálida ovación para Alice.
“Es una instalación temporal, pero la vida es temporal”. Maravilla de reflexión, gracias Italia.
Por cierto, Josh O’Connor (a quien descubrimos como el Príncipe de Gales en la genial serie The Crown), el actor que interpreta a Arthur, lo borda. Con la primera y la última escena, queda claro que en realidad esta es una historia sobre una persona enamorada de alguien a quien ha perdido, con la compañía argumental de denunciar socialmente a los ladrones de yacimientos arqueológicos.
“(…) lo que siquiera puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y de lo que no se puede hablar, hay que callar.” Ludwig Wittgenstein.
Efectivamente, se demuestra con la faceta más realista y menos mágica de la historia reflejada en “La Chimera” que puede robarse algo que no sea “propiedad privada”, y que el daño infringido por el robo sea infinitamente superior al precio de lo robado, que a su vez es incalculable.
Quizá antes de que aconteciera la apisonadora civilizadora romana, además de haber menos machismo, se hablaba de “préstamos de la naturaleza” (como puede haber “adornos de la naturaleza”) en lugar de propiedad privada, cuando se trataba de producciones agrícolas, por ejemplo.
Y es que el gran regalo de la arqueología reside precisamente en poder demostrarnos que otras formas de organización, otros sistemas de creencias, otras sociedades (pudiéndose llegar a calificar de “primitivas”, “ingenuas” e incluso “irracionales” desde nuestro auto apuntalado púlpito del desarrollo, unidireccional e ilimitado), en definitiva, son factibles entre los seres humanos.
Creo que se hubiera enriquecido más el diálogo entre el aspecto religioso o espiritual de la profanación de enterramientos y su aspecto mercantil, con una mayor intervención de la perspectiva científico-histórica, que solamente tiene dos apariciones (estelares, eso sí): cuando se refleja el instante de apertura de una cámara funeraria, y el momento de la decapitación de una estatua etrusca… Puro drama… Cálida ovación para Alice.
“Es una instalación temporal, pero la vida es temporal”. Maravilla de reflexión, gracias Italia.
Por cierto, Josh O’Connor (a quien descubrimos como el Príncipe de Gales en la genial serie The Crown), el actor que interpreta a Arthur, lo borda. Con la primera y la última escena, queda claro que en realidad esta es una historia sobre una persona enamorada de alguien a quien ha perdido, con la compañía argumental de denunciar socialmente a los ladrones de yacimientos arqueológicos.
“(…) lo que siquiera puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y de lo que no se puede hablar, hay que callar.” Ludwig Wittgenstein.

7.2
19,821
8
5 de noviembre de 2023
5 de noviembre de 2023
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias Celine Song, Greta Lee y Teo Yoo por conseguir que, con un solo silencio, el corazón llegue a darte varios vuelcos.
“Past lives” es un viaje emocional de idas y venidas, en el que la gran interpretación de Greta Lee te convence de estar tan perdida como cualquiera ante la verdadera complejidad sentimental, que transciende emociones y sensaciones, o que quizá las entremezcla... Creo que la película trata principalmente del amor y de la sinceridad, y especialmente del camino de la protagonista hacia amarse y ser sincera consigo misma. De paso demostrando lo oscarizable que es esta actriz, consiguiendo destapar con una reacción involuntaria todo un catálogo de emociones que previamente ha ido directamente expresando, inevitablemente provocando o sutilmente evocando.
El argumento es tan bueno que se permite reflexionar sobre sí mismo durante una conversación de cama. Creo que incluso se describe cuando uno de los personajes se sorprende de que “la amabilidad pueda lastimar tanto”.
Fotografía y banda sonora, por separado notables, pero en conjunto… deliciosas. Decir solamente cuidadas o detalladas sería menospreciarlas porque, de principio a fin, sin prácticamente un fotograma de pausa, la música y los escenarios te guían por una miríada de sentimientos que, cual topillos, son ciegos y se asoman a la superficie sólo muy de vez en cuando… pero que ahí están, habitando nuestras profundidades.
Tiene un memorable final que incluye un “diálogo” de dos minutos sin lenguaje verbal, pero con mensajes atronadores.
Los títulos de crédito son parte de un largometraje; en este caso, yo diría que son una parte muy necesaria (creo que es la primera vez que me emociono con una película solamente cuando ya han empezado los créditos finales). Muy recomendable.
“Past lives” es un viaje emocional de idas y venidas, en el que la gran interpretación de Greta Lee te convence de estar tan perdida como cualquiera ante la verdadera complejidad sentimental, que transciende emociones y sensaciones, o que quizá las entremezcla... Creo que la película trata principalmente del amor y de la sinceridad, y especialmente del camino de la protagonista hacia amarse y ser sincera consigo misma. De paso demostrando lo oscarizable que es esta actriz, consiguiendo destapar con una reacción involuntaria todo un catálogo de emociones que previamente ha ido directamente expresando, inevitablemente provocando o sutilmente evocando.
El argumento es tan bueno que se permite reflexionar sobre sí mismo durante una conversación de cama. Creo que incluso se describe cuando uno de los personajes se sorprende de que “la amabilidad pueda lastimar tanto”.
Fotografía y banda sonora, por separado notables, pero en conjunto… deliciosas. Decir solamente cuidadas o detalladas sería menospreciarlas porque, de principio a fin, sin prácticamente un fotograma de pausa, la música y los escenarios te guían por una miríada de sentimientos que, cual topillos, son ciegos y se asoman a la superficie sólo muy de vez en cuando… pero que ahí están, habitando nuestras profundidades.
Tiene un memorable final que incluye un “diálogo” de dos minutos sin lenguaje verbal, pero con mensajes atronadores.
Los títulos de crédito son parte de un largometraje; en este caso, yo diría que son una parte muy necesaria (creo que es la primera vez que me emociono con una película solamente cuando ya han empezado los créditos finales). Muy recomendable.
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