Haz click aquí para copiar la URL
Kenia Kenia · Barcelona
You must be a loged user to know your affinity with Sara
Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
18 de octubre de 2015
75 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
Victoria es una chica que fácilmente puede representar a muchos jóvenes españoles que, por desgracia, han tenido que emigrar a Alemania para ganarse la vida con un trabajo que aquí no encuentran; que se hallan solos en una ciudad que no conocen y cuyo idioma no hablan. Victoria (que tiene una alarmante tolerancia a los chupitos de vodka) sale de una discoteca tecno y se encuentra con unos berlineses muy divertidos y muy ebrios con los que cuaja bastante bien. Victoria solo necesita compañía y diversión, necesita alejarse de su soledad, así que pasea un rato con ellos, en especial con Sonne, quién claramente lidera a su grupo de amigos. Se ríen, hacen el tonto sobre la bici de ella, hacen cualquier cosa que solamos hacer cuando andamos un poco tocados a las cuatro de la madrugada, y ambos actores se desarrollan con una naturalidad admirable.

Victoria sube a una azotea con los chicos y se asoma peligrosamente al bordillo, asustando un poco a Sonne. Al parecer, es una chica que necesita un poco de adrenalina, ¿no? Victoria comparte un momento íntimo con ellos, cuando entre susurros muy respetuosos hacia el sueño de los vecinos, uno de los amigos explica que estuvo en la cárcel. Luego, Victoria dice que tiene que marcharse a abrir la cafetería en la que trabaja, y Sonne la acompaña. Entre ellos dos hay una complicidad bellísima; se miran, se sonríen, se gastan bromas, y se sienten cómodos el uno con el otro en una escena que, de tan natural y fresca, asusta; una escena que culmina cuando, después de tocar el piano de la cafetería de forma magistral, Victoria le confiesa a Sonne su fracaso en el conservatorio de piano, mostrándonos su fragilidad y sus frustraciones.

Y cuando termina esta preciosa escena, también lo hace todo lo bueno de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por qué… ¿qué le pasa a Victoria? Es una pregunta seria, ¿qué le pasa por la cabeza? Victoria parece una chica bastante aniñada e inocente, que se siente sola y un poco desamparada, pero por otra parte parece que necesita emociones fuertes... ¿es por eso por lo que no se piensa las consecuencias que puede tener para ella el conducir un coche robado? ¿Es por eso que una chica que parece tan naif no piensa qué puede suceder si acompañas a un ex presidiario y a sus amigos en un coche robado a un parking donde “alguien malo” les espera? ¿Es por eso que Victoria no se asusta cuando ve al primer tío armado? ¿Es por eso por lo que Victoria no se echa a llorar cuando dos alemanes de dos metros cúbicos armados con semiautomáticas le ponen las manos encima? ¿Es por eso por lo que una chiquita estudiante de conservatorio decide súbitamente hacerse piloto de huidas en un golpe a un banco organizado en diez minutos de reloj? ¿Es por eso por lo que huye de la policía, esquiva balas y secuestra a un bebé? Vamos hombre, ¡vamos! ¡¡Que la cocaína no da para tanto!!

La película funcionaría muchísimo mejor si el personaje de Victoria se nos presentase de una forma distinta o, como mínimo, si a medida que el film avanza, la protagonista fuese mostrando evidencias y razones por las cuales se mete en un lío digno de una peli de los hermanos Coen. Pero no: lo único que vemos es a la misma chica en unas situaciones exageradas en las que la policía berlinesa, por cierto, queda a la altura del betún.

De este modo, una película que en la primera parte parece que está arrancando algo bastante bueno, íntimo y delicado se queda en un thriller igual de simplón que la misma protagonista y cuyo único mérito recae en haber sido rodada en un plano secuencia, cosa que se ha hecho tanto últimamente que empieza a perder la gracia. En definitiva, Victoria resulta ser una película normal y corriente, un thriller que entretiene pero que dista mucho de ser lo que se nos prometió a los que fuimos a verla a Sitges.
20 de noviembre de 2011
108 de 173 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, como en el título de una crítica de la última de Harry Potter: me he levantado suicida hoy. Pero es que creo que esta película está siendo usada como cabeza de turco por todos aquellos que, de un modo u otro, necesitan echar pestes de alguna película y de algún grupo social: en este caso de quinceañeras a cuál más pava, escandalosas e histéricas.

Era una cuarta entrega, ¿qué diablos esperaba la gente? ¿Tal vez que Kristen Stewart se convirtiera de repente en una joven Katharine Hepburn? ¿O a lo mejor que Robert Pattinson mutara adquiriendo por arte de magia los dotes interpretativos de Dustin Hoffman?
Puede ser que la gente imaginara que repentinamente una saga romántica de vampiros adolescentes se transformas en Entrevista con el vampiro… o cómo última posibilidad, ¿es posible que todos los que acudieron al cine a ver el estreno esperasen que, de pronto, un terrible virus arrasara el pueblecito rural de Forks convirtiendo a los guapos adolescentes de instituto en un conjunto de vampiros monstruosos sedientos de sangre, del tipo Abierto hasta el amanecer?

Yo no esperaba más. Habiendo leído los libros y habiéndolos “disfrutado” en cierto modo (porqué no se puede decir que sean obras de la literatura universal precisamente…) he encontrado lo que buscaba (a ratos más y a ratos menos) al visualizar la película.

Es cierto que tiene un ritmo muy lento en algunas escenas, como por ejemplo la de la ceremonia, aunque no era nada que no hubiese sucedido en Eclipse (menudo tostón, por cierto). Aunque hay otras tan rápidas que no dan tiempo a ser asimiladas: véase la escena en la que la manada de lobos tiene una discusión caótica (nada que ver con el libro).
Gran parte del guión se centra, evidentemente, en las frases románticas y cursis, pero es que así es la película: la preparación de la boda, la ceremonia, una luna de miel, el hombre-lobo Jacob que sigue por ahí enamorado y dando la vara…

Las interpretaciones siguen en su línea. Pattinson continúa con sus dos modalidades: la primera; modo depresivo y tan expresivo como sería mi abuelo si aun viviera (yayo te quiero) y la segunda; esa sonrisa forzada e irónica que se desvanece enseguida.
El hombre-lobo resulta igual de plano que en las entregas anteriores. Sigue con esos bíceps, hinchado como un croissant y aunque se haya dejado bajo la nariz una pelusilla que pretende ser barba, parece el mismo niño enfadado.
La única que he visto un poquito diferente es a Kristen Stewart, que en algunos momentos me ha parecido expresiva y todo. La larga escena de la luna de miel en la isla exigía a una Bella feliz, entusiasmada y juguetona, y la joven Stewart ha salido del paso bastante bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pero aparte de estas escenas, las interpretaciones y el guión que ya me conocía, debo decir en defensa de Bill Condon que ha sabido transmitir el tono del libro en las escenas más escabrosas.
Imágenes como cuando Bella se mira frente al espejo, completamente esquelética, cuando se rompe la columna por el peso de la barriga o al beber sangre humana de una pajita han revuelto el estómago a muchos espectadores y más de uno ha decidido no mirar durante unos instantes.
Me parece fenomenal la escena del parto: Stewart grita como un cerdo y los sonidos de sus costillas al fracturarse o del vientre al ser rajado son de lo más convincentes. Es una lástima que cuando nace la niña, todos se la queden mirando embobados: ¡Pero coño Edward, que tu mujer se muere, deja de hacerle carantoñas al maldito bebé!

En fin, creo que se está juzgado injustamente a ésta película y a toda la saga en general. Que yo sepa, nos advirtieron de su temática y su tono, tanto de libros como películas. Además, que yo sepa, Stephenie Meyer ha conseguido algo que pocos autores pueden atribuirse: hacer leer a muchas chicas que, si no fuese por esos vampiros tan rosas, no hubiesen abierto un libro en su vida. Eso se lo deberíamos agradecer.


Anda, ya podéis disparar los NO's (¡por Espartaaaa!)
PD: ¿Soy la única que no ha notado que Pattinson no brilla? En algunas escenas, sobre todo en la isla brasileña, hace un solaco impresionante… ¡y el vampiro resplandece menos que el tinte rubio!
10 de enero de 2011
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo la primera vez que escuché la banda sonora de esta película. Estaba en el coche y empezó a sonar suavemente por la radio. En ese instante me encapriché de Ennio Morricone y del oboe de Gabriel.

Y días más tarde vi la película.
Y mi gracia por Morricone se convirtió en una locura. Me enamoré de las cataratas de Iguazú y de la selva, y también del padre Gabriel y la voz de los niños guaraníes. Pero por encima de todo me perdí en la mirada de decisión y fiereza de Rodrigo Mendoza.

El padre Gabriel era un maestro por encima de todo. Un genio espiritual capaz de hacer cambiar de idea a los indígenas con un oboe (instrumento que desgraciadamente terminó muy mal). Pero es que Jeremy Irons era, y sigue siendo, todavía más increíble que el padre Gabriel. Porque solo con fruncir las cejas y crear una fina arruga en su frente podía tranquilizarnos y hacernos saber que él tenía razón. Y encontró a Mendoza. O Mendoza lo encontró a él.

El que fue salvaje y despiadado decidió purgar su alma. Irons y De Niro subieron la catarata, escalaron juntos la roca.

Y llegaron arriba. Y Mendoza cayó de rodillas. Y se puso a llorar. Y lloró, y lloró… Y el padre Gabriel le sonrió, y le abrazó. Y Mendoza lloró aún más…

La misión es la mejor película que he visto jamás. Lo tiene todo, absolutamente todo. No puedo oír un oboe sin acordarme de Irons. Tiene una música espectacular, un mensaje del que muchas películas que proclaman la libertad del pueblo deberían tomar nota. Incluye ese par de actorazos insuperables y, cómo no, la fotografía.
Porqué son preciosas las cataratas de Iguazú.
15 de julio de 2011
22 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría escribir una crítica sobre esta maravillosa película, podría alabar al director y a la madurez de sus actores. Podría regodearme en los efectos especiales y los decorados. Y quejarme de la infidelidad hacia el libro. Pero ahora no.

Cuando hoy me he sentado en la butaca del cine mi cerebro ha retrocedido a 1999, cuando una amiga de mi madre me regaló un libro fantástico titulado Harry Potter y la piedra filosofal. Por aquel entonces yo tenía siete años y nadie conocía al extraño mago.

En 2001 también me senté en una butaca del cine, como la de hoy, y me di cuenta que aquello solo había comenzado. Me leí todos los libros que había publicados hasta la fecha y esperé pacientemente el resto, al igual que todas las películas. Mi afición por el mundo mágico siguió creciendo de forma alarmante. Hasta tal punto que terminé el último libro en cuatro días.

Así es. Harry Potter ha sido mi puerta de entrada hacía la lectura; ha sido el felpudo en el que ponía “WELCOME” del mundo de la imaginación; ha sido la alfombrilla de entrada que pisé antes de entrar en este maravilloso universo de ficción del que no saldré jamás.
Gracias a Harry Potter ahora leo, y leo mucho. Y del mismo modo escribo mucho.
Es por eso que hoy nada, absolutamente nada que hicieran David Yates o sus actores podría haberme decepcionado. Excepto la infidelidad creciente hacia el libro. Se podría decir que el director ha hecho lo que le ha dado la gana….
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… La muerte de Goyle en vez de Crabbe o el romance entre Luna y Neville no son nada comparados con la última batalla entre Harry y Voldemort (ese vuelo tan extraño) o la forma en que se encuentra la diadema de Ravenclaw. Incluso algo falta en los recuerdos de Snape. Aunque el epílogo de 19 años después lo han clavado.

Y a pesar de todo la película me ha gustado mucho. Esa aura oscura, esos cielos grises tan típicamente británicos, esas miradas llenas de pasión de los actores me han llegado al corazón. Un torrente incansable de imaginación y fantasía se ha vertido ante mis ojos, como si todo lo que llevaba esperando desde hacía dos años me golpeara en la cara: “¿Querías Harry Potter? ¡Pues aquí tienes Harry Potter!”
Un desenlace fascinante, maduro y respetable para esta saga que lleva entre nosotros mucho tiempo.

Evidentemente nadie la puede disfrutar tanto si no se ha leído los libros pues, como en la primera parte de la película, un “no iniciado” no puede asimilar tanta información mientras disfruta de un espectáculo de luz y lucha que muchas películas de género de acción o ciencia-ficción envidiarían.
Aunque aquellos que no conozcan los libros no podrán de quejarse por lo poco que han seguido el patrón que tan bien había redactado J.K. Rowling.

Más trepidante que la primera, que probablemente fue más lenta para adaptarnos mejor a un nuevo ambiente distinto a las otras seis películas, es también rápida en el sentido del desenlace del guión, pues casi toda la película se sucede en la batalla final.

Lo que más me ha gustado, dejando de banda el importante hecho de que es la película culminante, es ese ambiente tenebroso que en los libros ya se palpaba y que Yates ha sabido traspasar a la pantalla perfectamente. También encuentro genial la persecución en Gringotts y, cómo no, la batalla final. Una de las mejores luchas cumbres que en mi opinión ha estado a punto de alcanzar el éxtasis al que llegué en la batalla del abismo de Helm (El Señor de los Anillos: Las dos torres). Esa música de inminente acción que ya nos regaló Alexandre Desplat en la primera entrega se transforma ahora en los tambores y violines de la batalla, de la inminente y presente batalla según avanza el film.

Escenas como la muerte de Snape, sus recuerdos o la “despedida” de Harry me han llegado tanto que las lágrimas me saltaban de la emoción. He vibrado en mi butaca como llevaba tiempo sin hacer. Y aunque sé que muchos creerán que soy una exagerada, esta última película de Harry Potter ha sido un ciclo en mi vida que se ha cerrado. Harry Potter ha sido parte de mi infancia y, de hecho, sigo creyendo que sin estos libros y estas películas sería un poco diferente de quien soy ahora. Y también estoy segura de que esto les ocurrirá a muchos más de los que van a reconocerlo.

¡Gracias J.K. Rowling! ¡Y gracias David Yates!
13 de octubre de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece vergonzoso que este esperpento se proyectase en el Festival de Sitges. La película es horrorosa, y ni siquiera queda claro si es una comedia o una parodia... pero da igual, no funcionaría en ninguno de los casos.

Santiago Segura hace un par de chistes pasables, que son los que le dan esos puntitos que le he puesto a la película, porque el protagonista da alergia, Departieu da penica verlo y Hugo Silva es ridículo. La presentación de su personaje era más previsible que la Segunda Guerra Mundial.

No funciona en ningún momento. Desde el primer segundo hasta el último (me tuve que tapar los ojos en la última escena por vergüenza ajena, y no era la única de la sala que lo hacía) no se ven más que despropósitos, chistes fáciles, actuaciones mediocres o directamente malas, un guión que podria haber escrito yo con diez años y unas escenas de acción que sonrojan. Estafa absoluta.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para