No soy un gran seguidor de la saga Mátrix, aunque reconozco que la primera película supuso un cambio de paradigma en la narrativa del momento. Influyó mucho en la ciencia ficción posterior y también en la publicidad televisiva. Su estética fue impactante y también su repercusión filosófica con debates desde el racionalismo cartesiano al solipsismo existencialista y de la "teoría de los cerebros en cubetas" de Darcy y Putnan.
Esta cuarta entrega es mucho menos atractiva en lo visual y en la acción.
Lo que motiva mi nota es que me parece una reflexión sobre la identidad. Toda la trama es una reflexión entre Neo y el Señor Anderson. ¿Quién es el verdadero? En esta reflexión yo leo el debate interno entre Larry y Lana Wachowski con recuerdos de un pasado borroso y miedo al futuro. En la vida hay que tomar decisiones, la pastilla azul o la roja, y muchas decisiones no tienen vuelta atrás.
Ya no hay mesianismo en la película (recordemos que en la tercera entrega Neo muere con los brazos en cruz), lo que hay es un cosquilleo de hormigas ante la propia existencia. El éxito nos lleva a representar un papel que no nos acaba de llenar y las preguntas de la vida como quién somos no nos la puede responder un psicoanalista (Neil Patrick Harris, que en su niñez protagonizó "Un médico precoz").

Es una buena película que no aporta nada nuevo al cine actual. Casi todas las escenas podríamos considerarlas tributo a películas musicales anteriores. Incluso el epílogo final, muy en la línea de musicales como Cantando bajo la lluvia o Un americano en París.
La película está bien hecha. Es entretenida y actualiza la forma de enfocar y rodar un musical con la tecnología actual de cámaras y medios de grabación. Por lo demás, no es muy original. Me ha gustado, pero no es una película para hacer historia. Es para hacer un reconocimiento a la historia pasada de los musicales de Hollywood de los años 30, 40 y 50.

Una mezcla entre Mazinger Z, los Doce Monos y un poco de Werther para que los adolescentes japoneses tengan ganas de suicidarse o, en el mejor de los casos, recluirse en su casa sin salir, cosa que ocurrió en realidad.
Son 25 episodios de enmarallamiento para llegar a un último episodio de pseudo psicología existencialista para adolescentes angustiados ante lo que les espera en la vida.
Por un lado está el deber y por otro la necesidad de ser cuidado, mimando, alimentado.
Este último episodio justifica mi 6 al presentar esta filosofía-psicología adolescente ante lo impredecible de la vida y de la toma de decisiones de una forma ciertamente comprensible. Pero a mi entender sobran al menos 20 de los episodios anteriores.

Metafísica de que todos los objetos están animados y tienen sentimientos hecha a partir de todos los tópicos posibles que un "buenpensante" pueda "parir". Es posible que esta crítica sea soez, pero en ningún caso lo será menos que algunas de las escenas de esta película.

Es una vulgar crítica a las teorías de la conspiración del Covid 19 divinizando la ciencia contraponiéndola a la política cuando van juntas de la mano (mecenazgos, subvenciones, etc.) Y tanto ciencia, como política, como religión son un show para los MCS y las redes sociales.
Viendo esta peli pienso que vamos camino de la extinción y es lo mejor que nos puede pasar.