Las críticas de los profesionales no suelen hacer honor al gran trabajo francés, que una vez más, y de la mano del mago de lo excéntrico, Luc Besson, nos lleva a una singularidad en el mundo del celuloide. Lejos de las comparaciones (todas odiosas),que algunos hacen sobre la temática, tanto de la producción como del personaje de Johansson, nada más lejos de la realidad, el Sr. Luc vuelve a "tutear" a las megamillonarias y masificadas superproducciones "Hollywodienses", utilizando su arte a la hora de colocar la cámara, su inmensa pero graciable obsesión por una buena dosis de adrenalina a través de las calles de la bella París, y su pericia para descomponer con una pizca de humor negro la complejidad de algunas escenas. Personalmente, me ha sorprendido la manera en la que da su punto de vista respecto a un tema preocupante, comprometido y universal, utilizando un presupuesto más bien ajustado, algo que se refleja en el montaje final. La película no aburre, no cansa y es divertida de ver. Amén del hecho de disfrutar de la soberbia belleza de Scarlett, el magnetismo de Morgan o unos efectos visuales extremadamente cuidados casi al cien por cien, el trabajo general supera con creces mis espectativas cuando vi anunciar una producción "sci-fi" de género B. Creo que catalogarla así es totalmente injusto, ya que supera holgadamente a muchas de las mencionadas renglones arriba, producidas al otro lado del charco, y que nos bombardean con publicidad hasta aburrir. Europa, y concretamente Francia y Reino Unido, han arrancado sus motores con fuerza, y se vislumbra un futuro prometedor para todo cinéfilo. Un saludo.