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Críticas ordenadas por utilidad
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8
8 de septiembre de 2018
8 de septiembre de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En medio del boom de filmes de superhéroes y cintas mexicanas que parecen melodramas de televisa, el director Ernesto Contreras, (quién es ahora presidente del AMACC y quien en 2010 hiciera el documental seguir siendo de Café Tacvba), nos presenta una película con una apariencia sencilla pero con diversas temáticas de mucho interés actual para México y el mundo.
La historia, anudada a partir del rescate de la lengua zikril, trata de dos grandes amigos que se enemistaron hace 50 años por un aparente pleito de faldas que esconde en realidad algo mucho más delicado y profundo, y que además, nos hace cuestionarnos sobre los juicios generalizados de la sociedad y lo mucho que pesan en nuestras decisiones.
Con una fotografía llena de paisajes y contrastes, el filme que se desarrolla en alguna comunidad indígena de Veracruz (puede ser de cualquier parte), hace un cameo hacia el pasado de los personajes principales y sin tanto rebuscarse, nos enseña la vida "de antes" en una comunidad rural, sin duda, algo con lo que todos estamos muy familiarizados.
Cabe destacar que cuando vi la proyección, la chica que estaba detrás de mí no paraba de llorar; y, aunque la película es muy emotiva en todo sentido, no es la típica que se vale del lagrimómetro para gustar.
Con un realismo mágico auténtico, la cinta llega a un clímax de odio y confusión entre los personajes principales, resaltando la gran actuación de Eligio Meléndez como Don Evaristo.
El final es sublime y es el único momento en el que se traduce subtitulado lo que se dice en zikril. Nos deja muchas preguntas abiertas sobre cómo vivimos supeditados a lo que piensan los demás; a su vez, esta idea deja entrever el destierro y la incomprensión hacia las comunidades indígenas y a toda nuestra riqueza cultural.
Como lo reiteran los premios Ariel y el público del festival de Sundance, esta es, en efecto, la mejor película mexicana del año.
La historia, anudada a partir del rescate de la lengua zikril, trata de dos grandes amigos que se enemistaron hace 50 años por un aparente pleito de faldas que esconde en realidad algo mucho más delicado y profundo, y que además, nos hace cuestionarnos sobre los juicios generalizados de la sociedad y lo mucho que pesan en nuestras decisiones.
Con una fotografía llena de paisajes y contrastes, el filme que se desarrolla en alguna comunidad indígena de Veracruz (puede ser de cualquier parte), hace un cameo hacia el pasado de los personajes principales y sin tanto rebuscarse, nos enseña la vida "de antes" en una comunidad rural, sin duda, algo con lo que todos estamos muy familiarizados.
Cabe destacar que cuando vi la proyección, la chica que estaba detrás de mí no paraba de llorar; y, aunque la película es muy emotiva en todo sentido, no es la típica que se vale del lagrimómetro para gustar.
Con un realismo mágico auténtico, la cinta llega a un clímax de odio y confusión entre los personajes principales, resaltando la gran actuación de Eligio Meléndez como Don Evaristo.
El final es sublime y es el único momento en el que se traduce subtitulado lo que se dice en zikril. Nos deja muchas preguntas abiertas sobre cómo vivimos supeditados a lo que piensan los demás; a su vez, esta idea deja entrever el destierro y la incomprensión hacia las comunidades indígenas y a toda nuestra riqueza cultural.
Como lo reiteran los premios Ariel y el público del festival de Sundance, esta es, en efecto, la mejor película mexicana del año.

7.0
28,024
9
13 de diciembre de 2018
13 de diciembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alfonso Cuarón deja atrás las producciones hollywoodenses de croma – ya ni recuerdo Gravity- para mostrarnos su mejor trabajo, el más mexicano y el más personal (director, guionista, fotógrafo y editor).
La película filmada magistralmente en blanco y negro, narra el año de una familia mexicana clasemediera y una de sus sirvientas (Cleo), a principio de los 70.
Hasta la primera mitad la trama se desarrolla sin mucha novedad, presentado el México de entonces y a los personajes, haciéndote partícipe de cada uno y en el que incluso “borras” (el perro de la familia), se vuelve entrañable. Destaca una buenísima dirección de arte, que, cuidando cada detalle te transporta a la época y una actuación muy natural de los niños y la abuela.
Sin previo aviso, la cinta que te tiene entretenido y despreocupado, enlaza en un solo evento a los protagonistas en medio de un suceso histórico muy doloroso y trágico para el país. Las emociones dan un giro inadvertido y la desesperanza se apodera del espectador que se conmueve sin la ayuda de música incidental, (comúnmente sobreexplotada sin sentido).
En este punto, la perspectiva desde quién hace las veces de antagonista, se vuelve verdaderamente interesante y te hace reflexionar, no solo el momento histórico preciso, sino en otros tantos muy cercanos a la actualidad; muy parecido a la frase que reza que el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano.
En esta obra maestra, Cuarón hace recordar los bellos paisajes que legó Gabriel Figueroa en la época de oro y categóricamente cuenta sucesos de hace medio siglo pero, ¡por Dios!, algunos se sienten tan cercanos.
Ahora que en México se respiran vientos de cambio, esta cinta hecha por uno de los tres más famosos cineastas de la época, (que también nos hace pensar en los tres más grandes muralistas), nos hace el cuestionamiento: ¿qué tenemos qué hacer para no repetir los errores que han marcado nuestra historia?, como el racismo y la violencia contra nuestra propia gente.
La película está disponible en muchos cines culturales del país (es un logro que se esté proyectando también en los pinos), y se estrena en Netflix mañana viernes 14, (pues le ganó los derechos al consorcio Cinépolis-Cinemex).
Por último, se debe añadir que este filme representa la punta de lanza del trabajo creativo que muchos cineastas y demás artistas están realizando en un país lleno de talento y riqueza cultural. Por eso no solo hay que verla, sino también promoverla con orgullo.
La película filmada magistralmente en blanco y negro, narra el año de una familia mexicana clasemediera y una de sus sirvientas (Cleo), a principio de los 70.
Hasta la primera mitad la trama se desarrolla sin mucha novedad, presentado el México de entonces y a los personajes, haciéndote partícipe de cada uno y en el que incluso “borras” (el perro de la familia), se vuelve entrañable. Destaca una buenísima dirección de arte, que, cuidando cada detalle te transporta a la época y una actuación muy natural de los niños y la abuela.
Sin previo aviso, la cinta que te tiene entretenido y despreocupado, enlaza en un solo evento a los protagonistas en medio de un suceso histórico muy doloroso y trágico para el país. Las emociones dan un giro inadvertido y la desesperanza se apodera del espectador que se conmueve sin la ayuda de música incidental, (comúnmente sobreexplotada sin sentido).
En este punto, la perspectiva desde quién hace las veces de antagonista, se vuelve verdaderamente interesante y te hace reflexionar, no solo el momento histórico preciso, sino en otros tantos muy cercanos a la actualidad; muy parecido a la frase que reza que el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano.
En esta obra maestra, Cuarón hace recordar los bellos paisajes que legó Gabriel Figueroa en la época de oro y categóricamente cuenta sucesos de hace medio siglo pero, ¡por Dios!, algunos se sienten tan cercanos.
Ahora que en México se respiran vientos de cambio, esta cinta hecha por uno de los tres más famosos cineastas de la época, (que también nos hace pensar en los tres más grandes muralistas), nos hace el cuestionamiento: ¿qué tenemos qué hacer para no repetir los errores que han marcado nuestra historia?, como el racismo y la violencia contra nuestra propia gente.
La película está disponible en muchos cines culturales del país (es un logro que se esté proyectando también en los pinos), y se estrena en Netflix mañana viernes 14, (pues le ganó los derechos al consorcio Cinépolis-Cinemex).
Por último, se debe añadir que este filme representa la punta de lanza del trabajo creativo que muchos cineastas y demás artistas están realizando en un país lleno de talento y riqueza cultural. Por eso no solo hay que verla, sino también promoverla con orgullo.
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