Básicamente hablando (o escribiendo), la peli va de un tipo guapote que tiene 8 minutos para encontrar a un terrorista que ha puesto una bomba en un tren, y cada vez que explota la bomba... zas, ahí aparece otra vez nuestro querido y guapote amigo.
Como siempre hay que meter una historia de amor para atraer al público (femenino generalmente), pues se mete con calzador y punto. El pobre tipo guapote tiene solo 8 minutos para encontrar quien ha puesto una bomba en el tren, pero si se tiene que enamorar, pues se enamora y ya está, bieeeeennnn, que chupi todo.

Ante todo dejar claro, que la interpretación de Ricardo Darín como poco es fabulosa, se agiganta conforme pasan los minutos del filme.
Buena película de Campanella, 120 minutos de romanticismo que no resultan pesados al público masculino, que toca, aunque muy de pasada temas como la dictadura, la guerra de las malvinas, la llegada de Menem...
Todo esto es un mero atrezzo para contextualizar un gran amor, no un amor perfecto típico de la industria norteamericana, tonto y banal de actores guapisimos, es un amor con sus virtudes y sus defectos, un amor de gente normal; gente que se quiere, que se enamora perdidamente pero tambien de gente que se miente y se engaña, gente que tiene miedo y gente que se conforma con una estabilidad.