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Críticas ordenadas por utilidad
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7.4
37,668
2
31 de enero de 2020
31 de enero de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mala. Mala más que mala. Tronada, dolientemente mala. Aleación de ayahuasca y academicismo. Decálogo de clichés disfrazados de misticismo tántrico. Podrían darse mil sentencias que resumieran los humores que produce esta lisérgica experiencia. Dos palabras bastan: vacío y vanidad.
Bajo una excelente premisa argumental que sin lugar a dudas podría haber sido aprovechada mucho mejor, el film nos sitúa frente a una interesante hipótesis que nos invita a contemplar la gigantesca magnitud, riqueza y complejidad de la única especie conocida que puede concebirse a sí misma bajo la estela de un pasado y un futuro; que puede dudarse, conceptuarse, dotarse de un significado, siempre hipotético, moldeable, polémico: el ser humano.
No es difícil imaginar a cuántos alegatos podría dar lugar (y ha dado) este simple pensamiento; qué grandeza podría inspirar esta crucial pregunta con un único recurso que no necesita ni de presupuestos, ni de mayor fondo que una simple habitación: un diálogo bien construido. Pero, como se suele decir, de lo sublime a lo ridículo hay un paso. Basta la media hora para observar con impotencia cómo esta gran idea se desvía vertiginosamente hacia un sendero de alucinación, indigencia intelectual y desenfado calzado a punta de pistola (metafórica y literalmente). Sumemos otra media hora y la situación es ya insostenible. Lo que podría haber sido un fantástico relato sobre el sentido de la comunidad, la historia del pensamiento, las cercanías y distancias entre unas u otras formas de ver el mundo, revoluciones, guerras, miserias, triunfos, o humanidad en definitiva, no resulta en nada más que en una pobre conversación sobre la religión que no traspasa una vaga y manida condena que reduce miles de años de historia a una simple ilusión colectiva. Un insulto a la inteligencia en general que planta, como mínimo, un motivo de unión para creyentes y ateos apelados por este fracaso.
Si esto no fuera suficiente, las pésimas actuaciones constituyen otro motivo de sufrimiento. Un elenco abarrotado de clintonismo cultural y bendecido con el nivel dialéctico de un colegial inquieto, forzando a cada momento una fascinación vacía y errática -que desprende la torpe y lejana intención de cautivar al espectador- y construido a partir de ineficaces contrapesos encarnados por arquetipos con el pathos de una lámpara, para los cuales es difícil encontrar otro referente cinematográfico que Lisa Simpson. Ni siquiera merece la pena adentrarse en su final efectista, ridículo y, por desgracia, coherente con el sinsentido que vemos crecer en nuestras pantallas de manera exponencial.
En resumen: un despropósito. Si su visualización merece la pena, es acaso por su única y valiosa enseñanza: no basta una buena idea, lo importante es saber realizarla.
Bajo una excelente premisa argumental que sin lugar a dudas podría haber sido aprovechada mucho mejor, el film nos sitúa frente a una interesante hipótesis que nos invita a contemplar la gigantesca magnitud, riqueza y complejidad de la única especie conocida que puede concebirse a sí misma bajo la estela de un pasado y un futuro; que puede dudarse, conceptuarse, dotarse de un significado, siempre hipotético, moldeable, polémico: el ser humano.
No es difícil imaginar a cuántos alegatos podría dar lugar (y ha dado) este simple pensamiento; qué grandeza podría inspirar esta crucial pregunta con un único recurso que no necesita ni de presupuestos, ni de mayor fondo que una simple habitación: un diálogo bien construido. Pero, como se suele decir, de lo sublime a lo ridículo hay un paso. Basta la media hora para observar con impotencia cómo esta gran idea se desvía vertiginosamente hacia un sendero de alucinación, indigencia intelectual y desenfado calzado a punta de pistola (metafórica y literalmente). Sumemos otra media hora y la situación es ya insostenible. Lo que podría haber sido un fantástico relato sobre el sentido de la comunidad, la historia del pensamiento, las cercanías y distancias entre unas u otras formas de ver el mundo, revoluciones, guerras, miserias, triunfos, o humanidad en definitiva, no resulta en nada más que en una pobre conversación sobre la religión que no traspasa una vaga y manida condena que reduce miles de años de historia a una simple ilusión colectiva. Un insulto a la inteligencia en general que planta, como mínimo, un motivo de unión para creyentes y ateos apelados por este fracaso.
Si esto no fuera suficiente, las pésimas actuaciones constituyen otro motivo de sufrimiento. Un elenco abarrotado de clintonismo cultural y bendecido con el nivel dialéctico de un colegial inquieto, forzando a cada momento una fascinación vacía y errática -que desprende la torpe y lejana intención de cautivar al espectador- y construido a partir de ineficaces contrapesos encarnados por arquetipos con el pathos de una lámpara, para los cuales es difícil encontrar otro referente cinematográfico que Lisa Simpson. Ni siquiera merece la pena adentrarse en su final efectista, ridículo y, por desgracia, coherente con el sinsentido que vemos crecer en nuestras pantallas de manera exponencial.
En resumen: un despropósito. Si su visualización merece la pena, es acaso por su única y valiosa enseñanza: no basta una buena idea, lo importante es saber realizarla.

7.6
29,859
8
25 de enero de 2020
25 de enero de 2020
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Entrañable y mucho más profunda de lo que parece a primera vista por el tono naïf sostenido a lo largo de la película. Argumento juguetón, básico, intuitivo, y a la vez excelentemente explotado. Potentes aspectos secundarios, no por ello menos cuidados, como su magnífico de retrato de la situación de la mujer en la Norteamérica de la Gran Depresión. Un repertorio de interesantes reflexiones que desembocan, en la línea del pesimismo judaico de Allen, en la naturaleza fatal del hombre y en la imposibilidad de la salvación. A pesar de todo, desde la perspectiva de este film, es nuestra condición: rellenamos las carencias del cariño humano abrazando la ficción; afirmamos la imposibilidad de la perfección en la medida en que seguimos persiguiéndola. ¿Qué motivo hay para el desengaño mientras exista una mentira a la que aferrarnos?

6.6
21,492
6
25 de enero de 2020
25 de enero de 2020
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepcionante segunda visualización. Diálogos vacuos y efectistas. Polvorín de clichés sobre el mundo financiero. Correcta, por otro lado, en su manejo de la tensión narrativa. Plantel criminalmente desperdiciado por un guion que se torna en ocasiones casi paródico. A pesar de todo, y aún más siendo una opera prima, no es una mala película: interesante pero poco ambiciosa.
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