La argumentación histórica es mediocre, si bien no es un dislate, si presenta enormes errores con una profundidad notable, partiendo de una visión pacificadora británica con los países árabes, países a los que retiró su apoyo antes del Julio que aparece mencionado. Por otro lado, la Haganá, queda retratada como un modelo no formado y obligado a su destino, mientras que se olvidan de que dicho movimiento derivaría en una profunda disciplina militar que conformaría un ejército de élite.
Otra problemática es plantear la imagen del joven árabe como un iracundo fruto del mensaje político de su entorno, mientras que la figura del joven hebreo supone la visión racional dentro del conflicto, recurriendo a un profundo y sesgado maniqueismo propio del cine francés.
A su vez, muestra a los hebreos como un pueblo que recurre desde el inicio del conflicto a las provisiones de los Estados Unidos, mientras que, en esos primeros momentos que relata el film, la lucha judía fue propia y consecuentemente elaborada como un afianzamiento de su independencia, no como lo necesario de otros países en el apoyo de una causa que consideraban legitimada más que de sobra.