Porco Rosso me tiene el corazón robado. Con ella descubrí al maestro Miyazaki en el Festival de Sitges, hace ya demasiados años. Ocupa un lugar destacado en el panteón de mi culto particular.
La adoro.

Gran obra maestra del gran maestro Miyazaki.
Título de culto ante el que nos inclinamos sus devotos.
No hay palabras que le puedan hacer justicia.

Ésta es la única pelicula a la que he subido de puntuación después de volverla a ver.
En mi primer visionado me pareció excesivamente larga, y el final no me gusto.
Contrariamente a lo que suele ocurrir, ahora he disfrutado muchísimo más.
Recomiendo verla tranquilamente, en una buena pantalla y dejarse llevar por la belleza de las imágenes.

La que pretende ser la gran película del año es en realidad la decepción del año.
Eso sí, políticamente correcta, demasiado políticamente correcta.
Es una historia aburrida, incoherente, previsible y larga, muy larga. Los protagonistas son unos robots totalmente humanizados, demasiado humanizados, que son mas personas que las personas que aparecen en la película. Los humanos son buenos, demasiado buenos. Le falta ritmo y un poco de ironía y de mala leche. Y le sobran minutos.

En definitiva, no vale la pena pagar la entrada del cine.