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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
4 de enero de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra maestra de Fritz Lang comienza con unos inocentes niños realizando un macabro juego, una especie de ta-te-ti, pero recitando a un monstruo negro que con un cuchillo los rebanará, uno por uno, a medida que la niña se mueve en sentido de las ajugas del reloj. Una simbólica imagen y un oscuro tono que mantendrá la película que, pese a los dispersos toques de humor e ironía que recorren el film, se profundizará hacia el final.

El asesino no tarda en aparecer, cuando su sombra, con reminiscencias expresionistas, aparece sobre el cartel de pedido de captura, y silba la melodía de “En el Salón del Rey de la Montaña” mientras delicadamente engatusa y lleva a su víctima a la muerte. Así como en “Tiburón” el animal que aterrorizaba a todos era presentado y acompañado de un leitmotiv durante todo el film de Spielberg, Fritz Lang hace lo mismo hace casi 90 años atrás, con su primera película sonora, llevando la edición de sonido y las habilidades narrativas del mismo a límites extraordinarios, teniendo en cuenta que el cine recién se encontraba en los albores de dicha técnica. Pero no es lo único genial en la obra de Lang: la magnífica puesta en escena, su maravilloso trabajo de cámara (coronado por un hermoso plano secuencia en el que la cámara termina un largo recorrido atravesando una ventana) y la edición en paralelo de los diferentes puntos de vista de los protagonistas de la historia, llevan la película con un ritmo y una frescura imperecedera, convirtiéndola además en una de las mayores precursoras del policial negro.

Una galería de personajes se presentan ante nosotros mientras el terror agobia a la ciudad, llevando a la policía a tomar todas las medidas a su alcance, y a los propios criminales a iniciar una investigación y persecución en paralelo para acabar una situación que está arruinando su negocio.

“Es un monstruo que no pertenece a nuestro mundo” exclama uno de los criminales, con indignación ante unos delitos que exceden incluso sus propios límites morales. Y es que un abusador y asesino de niños probablemente sea el mayor monstruo que podemos imaginar…. Pero para el momento del clímax, en el que un Peter Lorre descomunal y lleno de patetismo se deshace ante nosotros, la película nos revela que detrás de ese monstruo hay, después de todo, un ser humano. Y es en la humanización del monstruo en la que Fritz Lang arroja al film a una profunda ambigüedad moral, dejando que el espectador decida si sentir lástima, asco, odio, o todo junto... para luego cerrar en un final desolador.

Fritz Lang firma una verdadera cumbre del cine, sin la cual no podría existir gran parte del cine policial posterior.
4 de enero de 2021
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marianne es una pintora que viaja a una mansión costera, en la Francia del siglo VXIII, comisionada para realizar un retrato que será presentado al futuro esposo de una joven…. una que no desea ni casarse ni ser retratada: Héloïse. Por ello, a pedido de la madre, se hará pasar por una acompañante, mientras con discreción observa y estudia analíticamente el objeto de su obra, plasmando poco a poco su pintura a escondidas.

Y así como comienza el estudio de la pintura, comienza el estudio de sus personajes, en el sutil y exquisito juego de miradas de la artista y su musa. Su primer intento fracasa, es una pintura vacía. Es solo cuando la retratista y la retratada comienzan a ver y dejarse ver como realmente son, que la pintura logra plasmar la verdad.
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spoiler:
La directora Céline Sciamma se aleja conscientemente de los clichés y estilismos de los típicos films de época, firmando una obra con personalidad propia. La puesta en escena, de belleza exquisita y detallismo maravilloso, es abordada desde una elegante sobriedad, evitando cualquier tipo de preciosismo impostado. Apoyándose en la imagen, las palabras y los sonidos, resulta una película intensamente sensorial, en la que la música inteligentemente se encuentra ausente, con un par excepciones, una de las cuales es un mágico y casi profano momento en el que un grupo de mujeres cantan a la luz de la hoguera.
Allí veremos una preciosa y evocativa imagen de Héloïse con su vestido en llamas, inmutable. Una llama interior que ya no puede ser apagada. Y es en la siguiente escena en la que las dos amantes dejan que esa llama las queme y finalmente se besan, escondidas en las rocas junto al mar.
Sea cuando Marianne tiene las sobrecogedoras visiones del irrevocable destino de Héloïse en su espectral vestido de novia como si de un fantasma se tratara, o cuando luego de realizar el amor por última vez ella realiza un autorretrato a pedido de su amada, apoyando un espejo para ver su rostro reflejado en la zona más íntima de Héloïse en una escena de un erotismo y belleza subyugantes, el poder de las imágenes que evoca el film es tal que no será fácil olvidarlas.

Como las mejores historias de amor, es la historia de un amor imposible. Sus caminos se separan, pero Marianne vuelve a encontrar a su amada, primero en una pintura y luego en el teatro. Pero no decide llamar su atención, en silencio la observa a la distancia y al igual que Orfeo elige su memoria, no toma la decisión del amante sino la del poeta… mientras la película cierra en un sostenido plano de la cara de Héloïse, con la vibrante música de Vivaldi sonando con la misma intensidad que sus emociones, que a duras penas puede contener sin que desborden su rostro, en un final que estremece el corazón.

Una obra maestra.
Soul
Estados Unidos2020
7.4
35,221
9
10 de enero de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pixar ha venido con altibajos desde hace casi una década. Más precisamente la magnífica “Toy Story 3” podría marcar la última entrega de la edad dorada de la compañía, mientras que “Cars 2” es el comienzo de sus más grandes tropiezos.
Sin embargo, al igual que con “Coco” e “Inside Out”, Pixar vuelve a tocar las estrellas con “Soul”. Y es justamente con esa última, obra también del gran Pete Docter, que la nueva entrega guarda más coincidencias, o, mejor dicho, con la que mejor se complementa. Mientras la maravillosa película de 2015 era un ejercicio de introversión narrativa para explorar los sentimientos a partir de la mente de una niña, “Soul” es un ejercicio de extroversión, que mira hacia afuera para encontrar el sentido de nuestra existencia, hablando de temas tan vastos como la forma en que afrontamos la vida y la muerte…. ¡Estos muchachos de Pixar no se andan con trivialidades!
Pero por más complejo y pretencioso que suene, sus creadores logran abordarlo con pasmosa facilidad y sutileza, dotando al film a la vez de una gran densidad conceptual y de una sencillez y clasicismo capaz de conectar con cualquier espectador.
El apartado visual, como de costumbre, es punta de lanza en sus resultados técnicos y artísticos, logrando un realismo abrumador, pero sin por ello abandonar nunca la poesía y estilización propia de la animación y la caricatura. Incluso en el plano etéreo, en el más allá alejado de la vida terrenal y corpórea (y sabiamente alejado de significados explícitamente religiosos), los personajes son representados con un nivel de abstracción que tendría el visto bueno del mismísimo Piccaso, logrando unos matices estéticos y conceptuales hermosos.
Y así como el realismo y la abstracción visual se intercalan entre diferentes mundos, también lo hace en la banda sonora la preciosa música del jazzista Jon Batiste con la atmosférica y electrónica música de los brillantes Trent Reznor y Atticus Ross, aportando al film las partituras más originales y únicas que haya tenido cualquier entrega de Pixar.
Con un ritmo rápido, pero de una narración amable, sin prisas ni atropellos, y con un humor siempre presente pero jamás chapucero ni exhaustivo, “Soul” no es una película infantil (en el peor sentido de la palabra) como tantas otras películas animadas, sino una para todo público, que toma a los niños como espectadores inteligentes y capaces de receptar sus ricos contenidos, y premia a los adultos con temas maduros que invitan al análisis y la reflexión…. Y todo eso sin perder por un segundo el sentido de entretenimiento, la aventura y, especialmente, su enorme alma.
1 de mayo de 2022 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película de Alfonso Cuarón (basada libremente en la novela homónima de 1992) plantea un escenario de ciencia ficción más aterrador y verosímil que cualquier invasión extraterrestre o rebelión de inteligencia artificial: un futuro en donde la esterilidad de la raza humana elimina la noción de trascendencia para nuestras sociedades, sumiendo el mundo en ruinas, desesperanza y sacando lo peor que la raza humana tiene para ofrecer. Sin embargo, detrás de tanto pesimismo e inminente fatalismo, Cuarón filma una obra profundamente sensible, humana y que guarda espacio para la esperanza.
Londres, asediada por la guerra, la inmigración, la contaminación y la violencia, parece más una postal del tercer mundo que de la Europa “civilizada” del primer mundo que acostumbramos ver. Pero no es más que la consecuencia de un caldo de cultivo cuyos componentes podemos ver nosotros mismos en nuestro mundo y que, como en las mejores obras del género, Cuarón usa una premisa de ciencia ficción para trazar paralelismos y reflexionar sobre nuestro propio mundo, plagado de las mismas desigualdades sociales, xenofobia, brutalidad y catástrofes ambientales en la que viven inmersos los protagonistas del film.
La extraordinaria fotografía de Lubezki, dominada por luz natural y funcional, nos sitúa casi todo el tiempo en días otoñales nublados, grises, donde casi no puede distinguirse el momento de día, creando una sensación de limbo, de estatismo desolado, como si el tiempo se hubiera detenido en el otoño de la raza humana. Los planos se recargan de todo tipo de detalles, en el ambiente, los carteles de las calles, los noticieros, la gente, produciendo una inmersión absoluta.
Una de las características más notables del film que también contribuyen a dicha inmersión son unos planos secuencia de una proeza técnica absolutamente apabullante. Pero mientras que en mano de otros directores tal vez solo servirían como un ejercicio autocomplaciente de lucimiento personal, en manos de la humilde y ascética dirección Cuarón resultan momentos de profunda artesanía y honestidad que se encuentran al total servicio de lo que cuenta, al igual que el uso nervioso y documentalista de la cámara en mano. Es por ello que se enmarcan entre los mejores y más memorables de la historia del cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Plagada de escenas inolvidables capaces de dejar el corazón en un puño, como la bestial emboscada y persecusión en la carretera dónde sorpresivamente muere Julian, el cese del fuego en pleno combate mientras Theo y Kee bajan con el bebé por las escaleras (desde ya uno de mis momentos favoritos del cine de las dos últimas décadas), o ese agridulce y anticlimático final en donde una joven y un bebé que son la nueva esperanza de la humanidad esperan al “Tomorrow” (el mañana) en el medio de la nada, Children of Men es un espejo de nuestro mundo cuya actualidad no se ha desvanecido sino que ha cobrado más fuerzas con el pasar de los años. Una obra maestra y una de las más altas cumbres alcanzadas por el género.
5 de enero de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que disfrutaba mucho en mi infancia. Tras muchos años, décadas, decidí darle una revisión para ver que tan bien se sostenía con el paso del tiempo y en mi memoria, con la idea de que probablemente hubiera envejecido y mis buenos recuerdos fueran producto de la nostalgia…. Al final terminé de verla con lágrimas en mis ojos y el corazón en las nubes.
Despojada de cualquier tipo de pretensiones grandilocuentes, de cualquier tipo de cinismo o maniqueísmos baratos, “Babe” es un film cristalino, puro, que respira delicadeza y calidez en cada uno de sus preciosos fotogramas y cumple todo lo que se propone de manera impecable. La deliciosa puesta en escena (cada día me convenzo más de que los años 90 fueron la cima estética del cine) y los extraordinarios efectos especiales que resisten el paso del tiempo muchísimo mejor que pastiches digitales de hace tan solo unos pocos años, acompañan el relato de manera perfecta creando una pieza audiovisual que se siente como una suave y reconfortante almohada de plumas.
Enorme y triste es mi sorpresa que tenga una demencial e injusta nota de 5,7. “Babe” es un rotundo 10.
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