La violencia en el cine es normal como lo es en la vida, lo que no tiene sentido es hacerla explícita sin necesidad ni sin criterio, sólo por hacer algo distinto a los demás, como si la originalidad en si misma fuese una virtud. Este director puede cortarse una combinación de dedos de los pies que nadie haya perdido hasta ahora. No andará mejor por ello.
El género de esta película debería ser la pornografía, en el sentido de la exhibición de lo que normalmente no se ve. Aunque al contrario que esta, no encuentro ningún estímulo agradable por el que recomendarla, al contrario, os ánimo a que os ahorréis una experiencia vacía y agria. Si cuando sentís hambre os gusta comer barro no os la perdáis.

Y para no caer en redundancias en esta crítica, lo diré muy rápido:
La historia es regular pero todo lo demás es falso, pretencioso y lento.

Añadiría simplemente que Fran Perea realiza la peor actuación que recuerdo desde la insuperable, para mal, de Liberto Rabal en Carne Trémula.

Lamentable desde el principio hasta el final. Por momentos da incluso vergüenza mirar a la pantalla. Malas actuaciones, mal sonido, penosos hasta los extras, ambientaciones increíbles cuando no directamente ridículas. El guión son cuatro anécdotas sensibleras rellenadas con tópicos o copia de escenas de otras películas.
Es un despropósito como he visto muy pocos. Este tipo de películas son las que contribuyen a que el cine español tenga la fama que tiene.