Martin Scorsese es un gran cineasta, un personaje importante en la cultura cinematográfica de la segunda mitad del siglo XX, eso es mucho decir y creo que es cierto, y lo es por su talento, porque filmó obras maestras como “El color del dinero” o “Toro salvaje”, por sus magníficas obras menores, la serie sobre el blues, sus documentales sobre The Band, maravilloso “El último vals”, o sobre Bob Dylan, que todavía nos hacen disfrutar; pero lo dicho no significa que todo lo que haga tenga que ser genial, y de hecho no lo es, es más su cine en la última década es descaradamente comercial, y esto no lo digo como si fuera algo malo sino al contrario, pueda que no aspire a la genialidad en películas como “El aviador”, “Infiltrados” etc., pero es excelente. En realidad el personaje (Scorsese) no merece globalmente malas criticas, al revés, pero tiene en su haber algunas películas tan innecesariamente violentas, vacías, pretenciosas y alabadas por los críticos que sí requieren algunas palabras aunque solo sea para que se note que no hay consenso. Entre estas últimas están “Gangs of New York” (la peor, creo), “Casino” o la que nos ocupa “Uno de los nuestros”. El asunto es, en este caso, ¿tienen encanto los gángsteres?, ¿La historia de tres psicópatas semianalfabetos que torturan y matan por dinero o por puro delirio narcisista es interesante? ¿a uno de ellos le gustaba la música de Tony Bennet? ¡¡¡Ah!!!. Porque ahí se acaba el interés de la historia. El hábil Scorsese realiza una película en la que además de abusar de la odiosa voz en off, permanente coñazo que explica lo que no tiene que ser explicado, y de manipular algunos clásicos de la música popular, da el gato de los tres descerebrados violentos por la liebre del glamour, aunque el final del narrador, chivato, no revelo nada pues se sabe pronto, quizá indique algo sobre el asunto. Quizá la película debió de empezar con aquello de “desde que tuve uso de razón siempre he querido ser un chivato...”. Así nos aclararíamos mejor. Puede que los actores estén muy bien y que técnicamente sea perfecta pero como película es una perfecta mierda. Nada que ver con El padrino. No se equivoquen.