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6
20 de diciembre de 2019
20 de diciembre de 2019
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso decía el tráiler, y miren que hay partes de la historia que merecen ser eliminadas sin miramientos, pero de forma inevitable todo lo que toca esta saga se convierte en leyenda, y si no que se lo digan a Ja Jar Binks. La última entrega no hace más que avivar esta llama con la que nos hemos calentado generaciones de las últimas cuatro décadas. Star Wars nos une a adultos y jóvenes con la infancia cada vez que vemos ese arranque de letras que se pierden en la infinidad del espacio siguiendo la batuta de John Williams. Hemos crecido con las fantasías del poder de la fuerza y los sables de luz, por eso en este último ejercicio de nostalgia y asombro lo mejor que podemos hacer es dejarnos llevar.
La película es una narración atropellada que no se sabe si tiene mucho sentido o no porque no da tiempo a asimilar todo lo que ocurre en pantalla, pero que se sostiene a base de duelos de espadas láser. El director retorna al camino que empezó en el episodio VII dejando como meras anécdotas los eventos ocurridos en Los últimos jedi. Las últimas dos entregas son una guerra de guiones y tramas entre Rian Johnson y Abrams que acaban por evidenciar lo innecesario. Y aun así la película consigue ser un digno colofón a la saga. JJ no arriesga nada en absoluto y abusa de todos los elementos que siempre han funcionado: incursiones en naves enemigas, persecuciones frenéticas, batallas entre flotas espaciales, armas de destrucción masiva y la gran amenaza del lado oscuro sobre el gobierno de la galaxia. Es todo lo que siempre ha sido Star Wars pero no consigue dejar el mismo sabor de lo que antes era Star Wars. Hay un elemento de las originales que Abrams no consigue imitar, o sencillamente renuncia, la transcendencia de los diálogos. No existe la pausa en las conversaciones, todo se diluye entre la acción, la fuerza queda sostenida por pura fuerza, no hay tiempo para la reflexión y la sabiduría jedi.
Rey es el icono indiscutible de esta triología y quizá lo único verdaderamente sobresaliente de ella. Es el soplo de aire fresco necesario, concentra todo el carisma que debe concentrar un protagonista de Star Wars. Es una lástima que no nos enseñaran más de su historia, o que no se detuvieran a explicarla como se merecía. Kylo Ren quizá sea el personaje con mayor desarrollo y Adam Driver un confirmado actorazo, pero Daisy Ridley es la dueña de las tres películas.
Rey, Ben Solo, Poe Dameron, Finn, los personajes originales, todos ellos hacen que esta triología ser vista. Porque sí, esta triología merece un visionado aunque sea sólo por nostalgia. Volver a ver a personajes como Han o Lando Calrissian pilotando el Halcón Milenario junto a Chewbacca hace que los sin sentidos de las tramas sean soportables. Luke siempre será el jedi por excelencia. Esa inquebrantable amistad entre RD-D2 y C-3PO sigue siendo igual de enternecedora. Los más jóvenes merecían erigir a sus nuevos héroes y los adultos merecíamos despedirnos de los antiguos. Los defensores de esta trilogía no seremos los nostálgicos, serán los pequeños que hoy se quedan boquiabiertos al ver las naves espaciales y las espadas láser.
A pesar del fuerte empeño de Disney en destruir Star Wars y transformarlo en una fábrica de mensajes moralistas azucarados y humor absurdo, no lo han conseguido. Además en su intento fallido nos regalaron la única película capaz de rivalizar con las originales, Rogue one. Después de este episodio llegarán las series, las nuevas triologías, los spins-off y la demás sobrexplotación de la marca. Pero eso ya no tiene importancia, la saga Skywalker está cerrada, será para siempre el tesoro de generaciones que abarcan cuatro décadas. Que intente Disney repetir eso.
La película es una narración atropellada que no se sabe si tiene mucho sentido o no porque no da tiempo a asimilar todo lo que ocurre en pantalla, pero que se sostiene a base de duelos de espadas láser. El director retorna al camino que empezó en el episodio VII dejando como meras anécdotas los eventos ocurridos en Los últimos jedi. Las últimas dos entregas son una guerra de guiones y tramas entre Rian Johnson y Abrams que acaban por evidenciar lo innecesario. Y aun así la película consigue ser un digno colofón a la saga. JJ no arriesga nada en absoluto y abusa de todos los elementos que siempre han funcionado: incursiones en naves enemigas, persecuciones frenéticas, batallas entre flotas espaciales, armas de destrucción masiva y la gran amenaza del lado oscuro sobre el gobierno de la galaxia. Es todo lo que siempre ha sido Star Wars pero no consigue dejar el mismo sabor de lo que antes era Star Wars. Hay un elemento de las originales que Abrams no consigue imitar, o sencillamente renuncia, la transcendencia de los diálogos. No existe la pausa en las conversaciones, todo se diluye entre la acción, la fuerza queda sostenida por pura fuerza, no hay tiempo para la reflexión y la sabiduría jedi.
Rey es el icono indiscutible de esta triología y quizá lo único verdaderamente sobresaliente de ella. Es el soplo de aire fresco necesario, concentra todo el carisma que debe concentrar un protagonista de Star Wars. Es una lástima que no nos enseñaran más de su historia, o que no se detuvieran a explicarla como se merecía. Kylo Ren quizá sea el personaje con mayor desarrollo y Adam Driver un confirmado actorazo, pero Daisy Ridley es la dueña de las tres películas.
Rey, Ben Solo, Poe Dameron, Finn, los personajes originales, todos ellos hacen que esta triología ser vista. Porque sí, esta triología merece un visionado aunque sea sólo por nostalgia. Volver a ver a personajes como Han o Lando Calrissian pilotando el Halcón Milenario junto a Chewbacca hace que los sin sentidos de las tramas sean soportables. Luke siempre será el jedi por excelencia. Esa inquebrantable amistad entre RD-D2 y C-3PO sigue siendo igual de enternecedora. Los más jóvenes merecían erigir a sus nuevos héroes y los adultos merecíamos despedirnos de los antiguos. Los defensores de esta trilogía no seremos los nostálgicos, serán los pequeños que hoy se quedan boquiabiertos al ver las naves espaciales y las espadas láser.
A pesar del fuerte empeño de Disney en destruir Star Wars y transformarlo en una fábrica de mensajes moralistas azucarados y humor absurdo, no lo han conseguido. Además en su intento fallido nos regalaron la única película capaz de rivalizar con las originales, Rogue one. Después de este episodio llegarán las series, las nuevas triologías, los spins-off y la demás sobrexplotación de la marca. Pero eso ya no tiene importancia, la saga Skywalker está cerrada, será para siempre el tesoro de generaciones que abarcan cuatro décadas. Que intente Disney repetir eso.

7.9
106,290
10
20 de diciembre de 2019
20 de diciembre de 2019
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo clasifico las películas en dos tipos: las que pagaría por ver y las que me tendrían que pagar por ver. Después apareció Interstellar e inauguró un tercer grupo: películas por las que pagaría una y otra vez por ver en un cine.
Interstellar es sencillamente una obra maestra. No recuerdo una película que me hiciera sentir tantas cosas y me mantuviera tan aferrado a la butaca. Más de dos horas y media de deliciosa paja mental, absorbente e intrigante. Te atrapa completamente y te hace viajar con Mathew McConaughey por el universo. Y luego acaba y te deja vacío. Necesitas más, entonces empiezas a darle vueltas a la historia, te comes la cabeza con cada idea, con cada rompecabezas planteado, con cada dilema que haya aparecido. Lo que viene a ser el clásico final Nolan, que invita a la reflexión del puzle que construye con sus personajes. Quizá el único defecto de la película sea no haber dejado cabos sueltos para que la paja mental fuera absoluta.
Cristopher Nolan lo ha vuelto a hacer, ha dejado su sello en la pantalla, ha dejado su huella en la cabeza del espectador. Hasta el hater tiene que reconocer que la película tiene muchísima fuerza, aunque no se resuelva de forma convencional, pero el género se llama ciencia-ficción, y la ficción es lo que tiene. Nolan hace películas largas (de ahí lo de largometraje) que dan mucho de qué hablar y pensar, dejando a sus detractores con argumentos tan flojos como que sus obras son comerciales. ¿Comerciales? Obviamente sí, la industria del cine es un negocio. ¿Qué va a hacer si no? ¿Una película que no se venda?
A nivel visual es una maravilla, y para complementar tiene a Hans Zimmer, un hombre capaz de hacer épica una escena de un tío meando sólo con poner su banda sonora de fondo. Es obligatorio resaltar sobre el resto del reparto al estelar Mathew McCounaghey, que tras estar doce años tomándonos el pelo con sus comedias románticas y actuando con Penélope Cruz, se ha convertido en el mejor sin que nadie pudiera verlo venir. Todo esto acompañado del siempre excelente Michael Caine, una elegante Anne Hathaway y por el cautivador personaje de Murph, que a la media hora de película ya le ha robado el corazón al espectador.
Gracias Nolan por Interstellar y por todas las horas de después de verla.
Interstellar es sencillamente una obra maestra. No recuerdo una película que me hiciera sentir tantas cosas y me mantuviera tan aferrado a la butaca. Más de dos horas y media de deliciosa paja mental, absorbente e intrigante. Te atrapa completamente y te hace viajar con Mathew McConaughey por el universo. Y luego acaba y te deja vacío. Necesitas más, entonces empiezas a darle vueltas a la historia, te comes la cabeza con cada idea, con cada rompecabezas planteado, con cada dilema que haya aparecido. Lo que viene a ser el clásico final Nolan, que invita a la reflexión del puzle que construye con sus personajes. Quizá el único defecto de la película sea no haber dejado cabos sueltos para que la paja mental fuera absoluta.
Cristopher Nolan lo ha vuelto a hacer, ha dejado su sello en la pantalla, ha dejado su huella en la cabeza del espectador. Hasta el hater tiene que reconocer que la película tiene muchísima fuerza, aunque no se resuelva de forma convencional, pero el género se llama ciencia-ficción, y la ficción es lo que tiene. Nolan hace películas largas (de ahí lo de largometraje) que dan mucho de qué hablar y pensar, dejando a sus detractores con argumentos tan flojos como que sus obras son comerciales. ¿Comerciales? Obviamente sí, la industria del cine es un negocio. ¿Qué va a hacer si no? ¿Una película que no se venda?
A nivel visual es una maravilla, y para complementar tiene a Hans Zimmer, un hombre capaz de hacer épica una escena de un tío meando sólo con poner su banda sonora de fondo. Es obligatorio resaltar sobre el resto del reparto al estelar Mathew McCounaghey, que tras estar doce años tomándonos el pelo con sus comedias románticas y actuando con Penélope Cruz, se ha convertido en el mejor sin que nadie pudiera verlo venir. Todo esto acompañado del siempre excelente Michael Caine, una elegante Anne Hathaway y por el cautivador personaje de Murph, que a la media hora de película ya le ha robado el corazón al espectador.
Gracias Nolan por Interstellar y por todas las horas de después de verla.
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