Si tuviese que elegir una única palabra para describir SENSE8, esa palabra sería fascinante. De principio a fin.
Y no sólo por su frenético ritmo, mantenido (casi) siempre en su punto más álgido ni por su excelsa fotografía, onírica y evocadora a la par, tampoco por su grupo de actores, impecables y vívidos en cada una de sus escenas y ni siquiera por la maravillosa construcción directiva del tándem Wachowski. No sólo por todo lo anteriormente nombrado sino además de todo lo anteriormente nombrado.
Ideal para noches de palomitas, éxtasis y onanismo.

Isabel menos Coixet que siempre. Isabel aprendiendo a conducir una comedia. Isabel arropada por un guión que fluctúa peligrosamente entre manidas referencias intelectuales e inesperados -y desesperados- giros escénicos. Isabel y sus fabulosos colegas, un Kingsley en estado de gracia que consigue hacernos olvidar sus anteriores papeles de villano y una Patricia Clarkson arrebatadoramente bipolar que se desnuda sin quitarse el traje.
Isabel y su peli para todos los públicos, con ese noséquéquéséyo que impide que te levantes del sofá a darte al diazepam con bien de vodka. Isabel y su historia de domingo para miércoles.
En definitiva, una Coixet más Isabel que nunca.