Hay dos cosas en la vida que amo: el buen cine es una, el tiempo otra. Esta película no entra en la primera y es una pérdida total de la segunda. Lo único que evitó que saliera corriendo de la sala: la belleza de la protagonista y las imágenes de Tokio, pero me temo que ninguna de las dos cosas son mérito de la directora.

Me dejó fría. No veo profundidad en "la vida secreta sin ella de las palabras y músicas de Tokio". Me parece todo misticismo sensibloide barato.
Muchos elementos de la película están metidos con calzador. Parece como si la autora hubiera cogido una serie de materiales estéticos, algunos plagiados de otras películas, y se hubiera montado con poca fortuna un puzzle cinematográfico. Me recuerda a Lost in traslation (es descarado), a Tokio (la historia pseudo mística que se saca de las medianeras de los edificios es de este trabajo), a Babel, a El último tango en París, etc.

No sé qué pinta el narrador. El guión deja mucho que desear. La historia de amor es poco creíble. Algunos diálogos son infantiloides. La personalidad de los personajes poco interesante y nada sensuales por no hablar de lo poco que cuadra el perfil de la asesina. El doblaje poco afortunado. No me ha provocado ninguna emoción y eso que iba a por la lagrima fácil.

Hay que reconocer que la directora ha tenido bastante ojo comercial al hacer una película ambientada en Japón, con lo que “se lleva ahora”, y también ha tenido vista al colocar a Rinco Kikuchi de protagonista, con ese “flequillo recto” que hoy día se ve tan cool y por supuesto, ha tenido “el gusto” de incluir tema de la cata vinícola, turismo que ahora tanto se lleva. Vamos, nadie duda de que esta chica va a la última, pero que no pretenda otra cosa. Profundidad no veo por ningún lado en su cine.