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1
1 de enero de 2016
1 de enero de 2016
46 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película muchos fans van a sufrir el fenómeno de lo que en psicología se conoce como disonancia cognitiva. Objetivamente es un truño, una mongolada prescindible que no desarrolla la historia ni cuenta nada, pero dado que son fans y se han molestado por ir al cine y pagar para verla, con unas grandes expectativas, saldrán autoconvencidos de que les gusta. Pasados unos meses en los que esos efectos desaparezcan, y con el tiempo, caerán en la cuenta de que la saga de Star Wars ha muerto convertida en un teatrillo sacadineros. Me refiero en particular a los fans cuarentones, que pudieron ver el comienzo de la saga en su infancia. Servidor la vio con 6 añitos y se acuerda. Los fans más joveznos seguro que se tragan este truño como si fuera caviar de primera.

7.0
25,170
2
28 de enero de 2022
28 de enero de 2022
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película panfleto feminista y tópico negrolegendario medieval.
¿Acaso no hay primavera en la Edad Media, sino un perpetuo, frío y gris invierno de nieve sucia y gente maloliente y hambrienta (aun cuando el pobre de turno esté interpretado por un cincuentón más rollizo y sobrealimentado que cualquier anglosajón clasemediano? Pero, claro, la Edad Media fueron 10 largos siglos... digamos siglo XIV, contexto la Francia de Carlos VI el loco y la Guerra de los 100 años, con el conde Pedro II de Aleçon dando el estereotipo de noble libertino y sádico, más allá del bien y del mal, un pequeño Gilles de Rais antes de Gilles de Rais. Escoger un hecho histórico para volverlo del revés según dicta la nueva moral maniquea e infantil del feminismo "Me too".
Los hombres medievales y más si son nobles o clérigos son torpes, supersticiosos, obtusos, bestiales, taimados, fríos, sádicos, locos, directamente tontos, hipócritas, vanidosos, ególatras, violentos... Se vuelve inexplicable la evolución del pensamiento y la cultura en la Cristiandad medieval en medio de un ambiente dominado e intoxicado por una infinidad de tuercebotas y patanes de género masculino. Sin embargo, la mujeres son seres de luz, en particular la protagonista que es la suma de todo bien, sin sombra de mal alguno, como un personaje de Walt Disney. Y en cualquier caso, a años luz en cuanto a inteligencia de los hombres, ya que si no se atreven a defender la Verdad (de que el mundo es un infierno por culpa de los hombres y de que si ellas mandaran vendría la primavera, la prosperidad, la ciencia y todas la bienaventuranzas al mundo), al menos son testigos conscientes, inteligentes, callados, virtuosos, dolientes y resignados (acaso también víctimas de falsa conciencia marxista como la suegra y la mala amiga) de la tonta y mala entraña masculina y de su natural y ponzoñoso delirio sin remedio.
Por lo demás, diálogos que puestos en la boca de unos supuestos hombres o mujeres de finales del siglo XIV suenan a marcianos, con crítica absurda e ininteligible al Roman de la Rose.
Revisionismo a tutiplén. Cuentecillo moralista feminoide embutido en el tenebroso decorado de una Edad Media de fantasía negrolegendaría.
¿Acaso no hay primavera en la Edad Media, sino un perpetuo, frío y gris invierno de nieve sucia y gente maloliente y hambrienta (aun cuando el pobre de turno esté interpretado por un cincuentón más rollizo y sobrealimentado que cualquier anglosajón clasemediano? Pero, claro, la Edad Media fueron 10 largos siglos... digamos siglo XIV, contexto la Francia de Carlos VI el loco y la Guerra de los 100 años, con el conde Pedro II de Aleçon dando el estereotipo de noble libertino y sádico, más allá del bien y del mal, un pequeño Gilles de Rais antes de Gilles de Rais. Escoger un hecho histórico para volverlo del revés según dicta la nueva moral maniquea e infantil del feminismo "Me too".
Los hombres medievales y más si son nobles o clérigos son torpes, supersticiosos, obtusos, bestiales, taimados, fríos, sádicos, locos, directamente tontos, hipócritas, vanidosos, ególatras, violentos... Se vuelve inexplicable la evolución del pensamiento y la cultura en la Cristiandad medieval en medio de un ambiente dominado e intoxicado por una infinidad de tuercebotas y patanes de género masculino. Sin embargo, la mujeres son seres de luz, en particular la protagonista que es la suma de todo bien, sin sombra de mal alguno, como un personaje de Walt Disney. Y en cualquier caso, a años luz en cuanto a inteligencia de los hombres, ya que si no se atreven a defender la Verdad (de que el mundo es un infierno por culpa de los hombres y de que si ellas mandaran vendría la primavera, la prosperidad, la ciencia y todas la bienaventuranzas al mundo), al menos son testigos conscientes, inteligentes, callados, virtuosos, dolientes y resignados (acaso también víctimas de falsa conciencia marxista como la suegra y la mala amiga) de la tonta y mala entraña masculina y de su natural y ponzoñoso delirio sin remedio.
Por lo demás, diálogos que puestos en la boca de unos supuestos hombres o mujeres de finales del siglo XIV suenan a marcianos, con crítica absurda e ininteligible al Roman de la Rose.
Revisionismo a tutiplén. Cuentecillo moralista feminoide embutido en el tenebroso decorado de una Edad Media de fantasía negrolegendaría.

6.0
1,702
5
31 de enero de 2022
31 de enero de 2022
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Aunque el género en el que se ha clasificado la película es el de drama, ésta responde más bien al docudrama, mezcla de (falso) documental y drama sobre la triste y aburrida vida cotidiana de un parado en la cincuentena con dificultades para reciclarse y encontrar un trabajo.
De ahí las largas y tediosas escenas (silenciosas o sin acompañamiento musical) sobre los quehaceres cotidianos en las que vemos desenvolverse a Vicent Lindon, que pese al muermo del docudrama, hace una buena caracterización e interpretación del personaje. O los insulsos y banales diálogos del protagonista con su familia, en la agencia de colocación, en el banco, en los cursillos de formación, con ex-compañeros de trabajo... todo es de lo más insustancial o trivial en la rutina diaria que refleja el agostamiento, las pérdida de expectativas y el cansancio de un parado de larga de duración. En ese sentido el docudrama cumple su propósito transmitiendo al espectador, la desesperanza, la tristeza y el tedio que invade al protagonista. Por eso no es una película aconsejable para ver si uno tiene un mal día y quiere ver algo para entretenerse o animarse, no, ¡gran error!. Esta película está para hacer un coloquio tipo La Clave, o un cineforum sobre el problema de los parados de larga duración en los países industrializados, y dar pie a sesudas reflexiones sobre la evolución del capitalismo, el marxismo, la explotación del mercado laboral, etc.
De ahí las largas y tediosas escenas (silenciosas o sin acompañamiento musical) sobre los quehaceres cotidianos en las que vemos desenvolverse a Vicent Lindon, que pese al muermo del docudrama, hace una buena caracterización e interpretación del personaje. O los insulsos y banales diálogos del protagonista con su familia, en la agencia de colocación, en el banco, en los cursillos de formación, con ex-compañeros de trabajo... todo es de lo más insustancial o trivial en la rutina diaria que refleja el agostamiento, las pérdida de expectativas y el cansancio de un parado de larga de duración. En ese sentido el docudrama cumple su propósito transmitiendo al espectador, la desesperanza, la tristeza y el tedio que invade al protagonista. Por eso no es una película aconsejable para ver si uno tiene un mal día y quiere ver algo para entretenerse o animarse, no, ¡gran error!. Esta película está para hacer un coloquio tipo La Clave, o un cineforum sobre el problema de los parados de larga duración en los países industrializados, y dar pie a sesudas reflexiones sobre la evolución del capitalismo, el marxismo, la explotación del mercado laboral, etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El docudrama tiene desde luego afán de plantear un dilema moral que añade más negrura y tristeza a la ya de por sí deprimente vida del personaje.
Cuando por fin consigue un trabajo y la cosa empieza a remontar, se compra incluso un coche nuevo (baratillo eso sí y a préstamo), poco dura la alegría en la casa del pobre y dicho trabajo le plantea tal conflicto moral al protagonista, que termina por dejarlo y volver a la misma miserable vida anterior, con lo cual la sensación final del espectador es terminar abrumado y sumergido por completo en la tristeza y el tedio.
Una solución es ver la película siempre acompañado, nunca solo, y dedicarse a guasearse y hacer mofa de las desventuras del triste parado y su perpetua cara de acelga amarga, al menos saldremos curados del espanto de tanto mal fario.
Cuando por fin consigue un trabajo y la cosa empieza a remontar, se compra incluso un coche nuevo (baratillo eso sí y a préstamo), poco dura la alegría en la casa del pobre y dicho trabajo le plantea tal conflicto moral al protagonista, que termina por dejarlo y volver a la misma miserable vida anterior, con lo cual la sensación final del espectador es terminar abrumado y sumergido por completo en la tristeza y el tedio.
Una solución es ver la película siempre acompañado, nunca solo, y dedicarse a guasearse y hacer mofa de las desventuras del triste parado y su perpetua cara de acelga amarga, al menos saldremos curados del espanto de tanto mal fario.
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