Sin City abre sus puertas al cine mediante una película controvertida y auténtica que no dejará inadvertido a quien la vea.
Si bien es cierto que los planos pueden, de una forma u otra, infundir confusión, la claridad y la carga de dramatismo en la deshumanizada concepción de cada personaje da aire fresco a cada plano.
La cruda sangre salpicada en blanco, el uso consciente de los colores como guía de detalles significativos y la crudeza de una ciudad con habitantes de acero nos introduce de cabeza a algo que, más que adaptación, podríamos llamar "cómic viviente".
Desde luego, he podido comprobar que es una de esas películas que nadie se permite no admirar u odiar, lo cual me parece un punto a su favor. Desde luego, el cruce entre las historias y los, muy bien llevados, diálogos y monólogos, nos dan hueco a empatizar con personas inhumanas y, de alguna forma, desear su victoria en una historia en la que no hay buenos ni malos sino traición y amoralidad al más puro estilo Frank Miller.