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5.7
20,458
5
17 de noviembre de 2024
17 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible juzgar este filme sin tener en cuenta que es una secuela directa de Gladiator (2000), ya que se apoya constantemente en el recuerdo de la película original. A lo largo de la trama, los ecos de Máximo y la presencia de Russell Crowe, que nunca llega a aparecer, se sienten más como un ancla que como un homenaje.
Guion:
Ridley Scott parece haberse especializado últimamente en deslucir sus propias obras maestras. El guion de Gladiator II es plano, apresurado y carente de sustancia. No deja respirar ni a los personajes ni a las escenas. Carece de paciencia narrativa, y tampoco parece pretender tenerla. Lo que tenemos frente a nosotros es una serie de acontecimientos atropellados que se revelan de la forma más desganada posible. Por primera vez en mucho tiempo, me encontré mirando el reloj en el cine, algo que jamás hago, preguntándome cuánto faltaba para que terminara la película.
Actuaciones:
Pedro Pascal y Denzel Washington logran destacar en un océano de mediocridad. Ambos entregan actuaciones sólidas que intentan salvar un guion que no está a la altura. Por desgracia, el resto del elenco no consigue transmitir la emoción que la trama necesita, aunque sería injusto culpar solo a los actores: con un guion tan flojo, es difícil que su talento brille.
Edición y fotografía:
Ridley Scott nunca se ha caracterizado por una dirección especialmente innovadora en cuanto a cámaras, pero aquí lleva su estilo a un nuevo nivel de desconcierto. Los planos son atropellados y descentrados, obligando al espectador a un esfuerzo constante por seguir la acción. Los efectos especiales, que presumiblemente tuvieron un presupuesto elevado, son decepcionantes. Los chimpancés digitales carecen de realismo y la escena del coliseo inundado con tiburones es ridícula. ¿Estamos viendo Tiburones en el Sena o Gladiator II? Eso sí, la película tiene algunos destellos de belleza visual, pero son momentos demasiado aislados como para compensar el resto.
Banda sonora:
La ausencia de Hans Zimmer se siente como un vacío irreparable. Parece que Zimmer tiene un radar para identificar proyectos destinados al olvido, porque aquí no aparece. El nuevo compositor se limita a partituras vacías, notas dispersas y unos tímidos guiños a la obra original. La música, que en el cine es el alma de la experiencia, aquí parece un elemento secundario al que no se le ha prestado la atención necesaria.
Conclusión:
Si esta película fuera un entrecot, la carne habría sido maltratada en su conservación, se habría pasado de cocción hasta quedar más dura que una suela de zapato, y, para colmo, se habrían olvidado de la sal, ese condimento imprescindible que en el cine es la música. Una secuela que no solo no está a la altura de su predecesora, sino que mancilla el legado de una obra maestra.
Guion:
Ridley Scott parece haberse especializado últimamente en deslucir sus propias obras maestras. El guion de Gladiator II es plano, apresurado y carente de sustancia. No deja respirar ni a los personajes ni a las escenas. Carece de paciencia narrativa, y tampoco parece pretender tenerla. Lo que tenemos frente a nosotros es una serie de acontecimientos atropellados que se revelan de la forma más desganada posible. Por primera vez en mucho tiempo, me encontré mirando el reloj en el cine, algo que jamás hago, preguntándome cuánto faltaba para que terminara la película.
Actuaciones:
Pedro Pascal y Denzel Washington logran destacar en un océano de mediocridad. Ambos entregan actuaciones sólidas que intentan salvar un guion que no está a la altura. Por desgracia, el resto del elenco no consigue transmitir la emoción que la trama necesita, aunque sería injusto culpar solo a los actores: con un guion tan flojo, es difícil que su talento brille.
Edición y fotografía:
Ridley Scott nunca se ha caracterizado por una dirección especialmente innovadora en cuanto a cámaras, pero aquí lleva su estilo a un nuevo nivel de desconcierto. Los planos son atropellados y descentrados, obligando al espectador a un esfuerzo constante por seguir la acción. Los efectos especiales, que presumiblemente tuvieron un presupuesto elevado, son decepcionantes. Los chimpancés digitales carecen de realismo y la escena del coliseo inundado con tiburones es ridícula. ¿Estamos viendo Tiburones en el Sena o Gladiator II? Eso sí, la película tiene algunos destellos de belleza visual, pero son momentos demasiado aislados como para compensar el resto.
Banda sonora:
La ausencia de Hans Zimmer se siente como un vacío irreparable. Parece que Zimmer tiene un radar para identificar proyectos destinados al olvido, porque aquí no aparece. El nuevo compositor se limita a partituras vacías, notas dispersas y unos tímidos guiños a la obra original. La música, que en el cine es el alma de la experiencia, aquí parece un elemento secundario al que no se le ha prestado la atención necesaria.
Conclusión:
Si esta película fuera un entrecot, la carne habría sido maltratada en su conservación, se habría pasado de cocción hasta quedar más dura que una suela de zapato, y, para colmo, se habrían olvidado de la sal, ese condimento imprescindible que en el cine es la música. Una secuela que no solo no está a la altura de su predecesora, sino que mancilla el legado de una obra maestra.

6.2
5,943
4
6 de enero de 2025
6 de enero de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mufasa es una de esas películas que tienen buenas intenciones, pero que tropiezan de cara en la ejecución. El guion parece escrito por un grupo de niños pequeños que encontraron trozos de un libreto decente en la basura de un estudio de Hollywood y decidieron montarlo ellos mismos. Es caótico, apresurado y, sinceramente, una lástima.
Eso sí, la dirección está bien, como era de esperar del director de Moonlight. Es un poco como darle a un chef de estrellas Michelin ingredientes caducados: hace lo mejor que puede, pero no puede salvarlo todo.
Eso sí, la dirección está bien, como era de esperar del director de Moonlight. Es un poco como darle a un chef de estrellas Michelin ingredientes caducados: hace lo mejor que puede, pero no puede salvarlo todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La animación, en cambio, es un espectáculo. Aquí no hay fallos: todo es perfecto, visualmente es una maravilla. Es tan buena que te olvidas de lo mal que están los personajes y sus emociones, que parecen sacadas de un tutorial básico de "cómo hacer que un argumento no tenga lógica". Porque, seamos claros, en esta película los elefantes se asustan de unas abejas (¡elefantes!), una jirafa conoce a todos los personajes sin haberlos visto en su vida (¿acaso es omnisciente?) y un rey pierde a su hijo sin mostrar ni un ápice de enfado. Todo esto sin pestañear.
La fotografía y el diseño general son bastante correctos. La puesta en escena está cuidada y los gráficos son impresionantes, como cabría esperar de Disney. Sin embargo, no todo es perfecto: se nota que en algunas escenas se pasaron con el color blanco de los leones fugitivos, que son más pálidos que un vampiro en pleno invierno. Este tipo de decisiones visuales distraen un poco del resto del trabajo bien hecho.
En cuanto a la música, hay un vacío importante: parece que intentaron recuperar la magia de Hans Zimmer, pero no terminaron de conseguir bien los derechos de autor. Las canciones cumplen su papel, pero no destacan, lo cual es un crimen en un musical. Están ahí, no molestan, pero tampoco te vas a pillar tarareándolas en la ducha.
En resumen, Mufasa deslumbra con sus gráficos pero tropieza con todo lo demás. Es como un Ferrari sin motor: precioso por fuera, pero al final no te lleva a ningún lado. Una pena, porque la historia de Mufasa merecía rugir más fuerte.
La fotografía y el diseño general son bastante correctos. La puesta en escena está cuidada y los gráficos son impresionantes, como cabría esperar de Disney. Sin embargo, no todo es perfecto: se nota que en algunas escenas se pasaron con el color blanco de los leones fugitivos, que son más pálidos que un vampiro en pleno invierno. Este tipo de decisiones visuales distraen un poco del resto del trabajo bien hecho.
En cuanto a la música, hay un vacío importante: parece que intentaron recuperar la magia de Hans Zimmer, pero no terminaron de conseguir bien los derechos de autor. Las canciones cumplen su papel, pero no destacan, lo cual es un crimen en un musical. Están ahí, no molestan, pero tampoco te vas a pillar tarareándolas en la ducha.
En resumen, Mufasa deslumbra con sus gráficos pero tropieza con todo lo demás. Es como un Ferrari sin motor: precioso por fuera, pero al final no te lleva a ningún lado. Una pena, porque la historia de Mufasa merecía rugir más fuerte.
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