La película sencillamente me ha encantado.
La empecé a ver por curiosidad porque Netfix me la recomendó y me pareció que tenía buena pinta, y con esto de las navidades pues.... apetecía. Y sorpresón!! Súper entretenida, mágica en sí misma, con una historia que habla de la verdad y el gran valor que tiene ser feliz haciendo felices a los demás.
Muy educativa, un imprescindible para ver con los peques de la casa, pero que los adultos disfrutarán con creces.

Tamayo nos cuenta en 3 capítulos a tiempo real, cómo se van desarrollando los hechos con Lluís, un pederasta condenado que no parece vivir en la misma realidad que vivimos todos los demás mortales. Acostumbrado a salir indemne de múltiples delitos, queda con tamayo sin ningún tipo de miramientos en cuanto a discreción o disimulo de conductas que a todas luces son inapropiadas, pero que parecen ser de lo más normal para Lluís.

Tamayo hace un trabajo de investigación excelente y original, muy diferente al formato de documental típico de plataformas como Prime Video. Y por si fuera poco, con el mejor de los finales posibles. Recuerda el estilo a Salvados, con un toque personal claro de Tamayo al estilo youtuber.

El documental se disfruta desde el primer momento, te atrapa en la historia y te hace querer seguir viéndolo. Y es que la historia, por sí sola, ya tiene todo lo necesario para interesar al gran público. Lluís es un señor mayor muy lejos de ser un genio del mal (como se dice en el documental) y pese a eso, actúa como le viene en gana, violando a chiquillos y manteniendo el contacto con menores, sin esconderse lo más minimo. Eso sí, haciendo como si nada estuviera fuera de lo normal.
En definitiva, el documental cumple con las expectativas con creces, y se disfruta un montón.

No esperaba demasiado de esta última película de la trilogía, tan solo una película entretenida sin más. Sin embargo, lo que me he encontrado al verla es un despropósito. Diálogos vacíos, repletos de clichés mal utilizados y sin sentido alguno. Cliché tras cliché, la película marcha a un ritmo acelerado donde no da tiempo a establecer relaciones en profundidad entre los personajes, hasta el punto de conocerte desde hace 5 minutos y ya compartir unas emociones y complicidades que no pueden interpretarse de otra manera que artificiales.

Muchas cosas quedan al aire y no se entienden o cogen por sorpresa (sin parecer pretenderlo), y otras son, sencillamente, un despropósito. Entre otras cosas, la fuerza ahora son todo fuegos artificiales, todo es apoteósico, llamativo, magistral. No parece necesitarse demasiado entrenamiento para comprender la fuerza siquiera. En fin, infinidad de cosas.