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7
6 de marzo de 2011
6 de marzo de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Remake de la película clásica de ciencia ficción “La masa devoradora” (1958, Irvin S. Yeaworth Jr.) , “The Blob”( conocida en España como “El Terror no tiene forma”), es un buen ejercicio de terror de serie B que supera con creces la versión original así como a la mayoría de películas de esta temática que actualmente copan los cines. Chuck Russell, que debutó con Pesadilla en Elm Street III, y también es conocido por otras películas como La Máscara (protagonizada por Jim Carrey) o Eraser (Arnold Swachenegger), dirige de forma más que correcta y nos regala un buen puñado de imágenes impactantes así como una historia mejor desarrollada y más adulta que su precursora del 58.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La historia se desarrolla en el tranquilo pueblo de Arborville, cuya quietud se verá rota cuando un supuesto meteorito se estrellé contra su suelo y una pequeña masa rosa comience a devorar a pasos agigantados a todo ser vivo que se cruce a su paso adquiriendo un tamaño descomunal. Serás dos jóveves, el rebelde Brian Flagg (Kevin Dillon) y la animadora Meg Penny (Shawnee Smith), los que planten cara al ente teratológico y traten de advertir a los habitantes de Arborville (que serán conscientes demasiado tarde) sobre el terrible peligro que les acecha.
Sobre estas sencillas premisas se desarrolla una historia cuyo punto fuerte son, sin duda, los efectos especiales, constituyendo estos el armazón sobre el que se sustenta la trama, presentándose muy logrados y destacando por sus altas dosis de bizarrismo; en ocasiones recuerdan y se deja notar la influencia de una obra cumbre del género como es “La Cosa” de John Carpenter. No es de extrañar que superen ampliamente a los de su predecesora, que precisamente adolece de una inocencia que alcanza el ridículo, e incluso a muchas de las producciones del género actuales; completamente diluidas en el uso de recursos digitales.
Escenas como la de la cocina, en la que un hombre es engullido por el fregadero del que violentamente saldrá la masa rosa y se erigirá desafiante en el techo, o la magnífica secuencia en el cine, en la que se juega con la metaficción al desarrollarse dos acciones paralelas entre lo que ocurre en la película que proyectan y lo que nosotros vemos en la película, son ejemplos de que pese a los tópicos sobre los que navega, “El terror no tiene forma” da un toque de distinción al género, acentuado por el tratamiento de sus personajes; “el chico bueno” será engullido por la masa a la primera de cambio mientras que “el chico malo” pasará a ser el protagonista.
Pero a pesar de ser un mero producto de entretenimiento, se puede barruntar claramente una crítica a las consecuencias de una experimentación científica exenta de toda ética y a un extremismo religioso dispuesto a todo con tal de demostrar la verdad de lo expuesto en las sagradas escrituras.
Sin duda una película infravalorada que merece una oportunidad.
Sobre estas sencillas premisas se desarrolla una historia cuyo punto fuerte son, sin duda, los efectos especiales, constituyendo estos el armazón sobre el que se sustenta la trama, presentándose muy logrados y destacando por sus altas dosis de bizarrismo; en ocasiones recuerdan y se deja notar la influencia de una obra cumbre del género como es “La Cosa” de John Carpenter. No es de extrañar que superen ampliamente a los de su predecesora, que precisamente adolece de una inocencia que alcanza el ridículo, e incluso a muchas de las producciones del género actuales; completamente diluidas en el uso de recursos digitales.
Escenas como la de la cocina, en la que un hombre es engullido por el fregadero del que violentamente saldrá la masa rosa y se erigirá desafiante en el techo, o la magnífica secuencia en el cine, en la que se juega con la metaficción al desarrollarse dos acciones paralelas entre lo que ocurre en la película que proyectan y lo que nosotros vemos en la película, son ejemplos de que pese a los tópicos sobre los que navega, “El terror no tiene forma” da un toque de distinción al género, acentuado por el tratamiento de sus personajes; “el chico bueno” será engullido por la masa a la primera de cambio mientras que “el chico malo” pasará a ser el protagonista.
Pero a pesar de ser un mero producto de entretenimiento, se puede barruntar claramente una crítica a las consecuencias de una experimentación científica exenta de toda ética y a un extremismo religioso dispuesto a todo con tal de demostrar la verdad de lo expuesto en las sagradas escrituras.
Sin duda una película infravalorada que merece una oportunidad.

5.9
4,770
7
28 de enero de 2014
28 de enero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Samantha cumple dieciséis años, pero lo que para ella es un acontecimiento muy especial quedará eclipsado por el casamiento de su hermana mayor. Para colmo el chico que le gusta la ignora (eso cree) mientras es acosada por un novato que le resulta insoportable. Dieciséis velas en un pastel que nadie se ha dignado a ofrecer.
John Hughes es el director por antonomasia de cine sobre adolescentes. Nótese que he escrito "sobre" y no "para" adolescentes. Es bien sabido que en los ochenta el cine dirigido a adolescentes era hegemónico, así la comedia gamberra de "Porkys", el terror del "Slasher", o las aventuras de "Los Goonies" eran productos claramente dirigidos a un público adolescente ávido de películas de entretenimiento puro y duro. La diferencia , en el caso de Hughes, es que no sólo se dirigía a este público en concreto sino que trato el tema de la adolescencia desde dentro, desde la visión que un adolescente tenía de sus amigos, de sus problemas, el colegio, la sociedad ... de la vida, del mundo. Y no es que considere a John Hughes como el pionero de este tratamiento "desde dentro"; a su manera películas como "La última película" de Bogdanovich o "American Graffiti" de George Lucas ya hicieron ésto. No. Lo que caracteriza a Hughes es que el grueso de su filmografía está dedicada al cine sobre adolescentes y que, además, mientras que los anteriores referentes pueden considerarse más "serios" en cuanto al tratamiento del tema, él lo hace de una forma cómica y desenfadada, pero, al mismo tiempo, sin dejar de remarcar la importancia de los problemas (que hoy pueden parecernos nimiedades) propios de muchos jóvenes de su sociedad mediante alguna pincelada melodramática ."Dieciséis velas", su ópera prima, supone el perfecto paradigma del sello propio que imprimió en todas y cada una de sus películas como director, además, marcó el camino a seguir a la multitud de comedias románticas de adolescentes que surgieron después de su estreno. Pero que lo dicho no os lleve al engaño, "Dieciséis velas", aunque sí melosa e idílica, no es una película cursi y chorras como muchas que continuaron su senda, sino una muy entretenida y disfrutable y, probablemente, la primera en su especie.
John Hughes es el director por antonomasia de cine sobre adolescentes. Nótese que he escrito "sobre" y no "para" adolescentes. Es bien sabido que en los ochenta el cine dirigido a adolescentes era hegemónico, así la comedia gamberra de "Porkys", el terror del "Slasher", o las aventuras de "Los Goonies" eran productos claramente dirigidos a un público adolescente ávido de películas de entretenimiento puro y duro. La diferencia , en el caso de Hughes, es que no sólo se dirigía a este público en concreto sino que trato el tema de la adolescencia desde dentro, desde la visión que un adolescente tenía de sus amigos, de sus problemas, el colegio, la sociedad ... de la vida, del mundo. Y no es que considere a John Hughes como el pionero de este tratamiento "desde dentro"; a su manera películas como "La última película" de Bogdanovich o "American Graffiti" de George Lucas ya hicieron ésto. No. Lo que caracteriza a Hughes es que el grueso de su filmografía está dedicada al cine sobre adolescentes y que, además, mientras que los anteriores referentes pueden considerarse más "serios" en cuanto al tratamiento del tema, él lo hace de una forma cómica y desenfadada, pero, al mismo tiempo, sin dejar de remarcar la importancia de los problemas (que hoy pueden parecernos nimiedades) propios de muchos jóvenes de su sociedad mediante alguna pincelada melodramática ."Dieciséis velas", su ópera prima, supone el perfecto paradigma del sello propio que imprimió en todas y cada una de sus películas como director, además, marcó el camino a seguir a la multitud de comedias románticas de adolescentes que surgieron después de su estreno. Pero que lo dicho no os lleve al engaño, "Dieciséis velas", aunque sí melosa e idílica, no es una película cursi y chorras como muchas que continuaron su senda, sino una muy entretenida y disfrutable y, probablemente, la primera en su especie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A través de Samantha, interpretada por la reina adolescente Molly Rinwald, seremos testigos de los inquietudes, miedos y anhelos que Hugues pretende extrapolar a la juventud estadounidense. Y aunque en un principio muchos de los personajes que campan por "Dieciséis velas" parezcan estereotipados - como ocurría en "El Club de los cinco" - Hughes no tarda en romperlos : la típica "tía buena" se desvelará no tan tonta y superficial, el pardillo será avispado, el popular guaperas es un joven sensible y de gran corazón ... Además de Rinwald, otro conocido de Hugues, Anthony Michael Hall, interpreta un papel de friqui/pardillo (que cuenta entre sus colegas a un primerizo John Cusack) no muy alejado de su actuación en "La mujer explosiva" y da la réplica a Sammantha al representar la otra cara de la moneda - si ella supone ser ninguneada por Jake Ryan, éste lo es por ella -. Pero no sólo veremos a este peculiar trío amoroso , sino que asistiremos a la descacharrante boda de la hermana de Samantha, una boda plagada de personajes estrafalarios (la familia y un estudiante chino de intercambio entre otros) y situaciones a cada cual más disparatada. Como he dicho, algún que otro punto melodramático dota de más relevancia a las vicisitudes de sus protagonistas, pero en general el humor es la regla, y el optimismo, con final feliz incluido, es desbordante. Otro gran acierto es la elección de una banda sonora plagada de canciones y melodías populares perfectamente sincronizadas con las imágenes que recuerdan al tratamiento musical de otro "clásico" de Hugues: "Todo en un dia" (1986). Pero esa es otra historia ...

5.4
11,021
7
28 de enero de 2014
28 de enero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chandler Jarred, un detective especializado en la búsqueda de niños desaparecidos, es requerido para encontrar a un niño muy especial, "El chico de Oro", un niño nacido cada mil años para evitar que el mal se apodere del mundo. Chandler es "El elegido", el hombre predestinado según la profecía del oráculo de Neuchung para liberar a "El chico de oro" de las garras de Sardo Numspa - un demonio enviado por Satanás para acabar con el niño e instaurar el infierno sobre la tierra -. Para ello, Jarred estará acompañado de Kee Nang, una bella mujer que le desvelará la verdadera naturaleza del problema al que se enfrentan.
Un caso perfecto de como, en los ochenta, lo fantástico desbordó sus ya de por sí difusos límites e inundó multitud de películas. Sí, una de las características de esta década no sólo es la gran cantidad de producciones del género fantástico, sino la incursión de éste, en su más amplia acepción, en todo tipo de temáticas que perfectamente podrían serle ajenas. Sin embargo, encontramos ejemplos por todas partes: aventuras juveniles como "Una pandilla alucinante" o "El secreto de Joe", películas de acción como "Los inmortales", románticas como "Sueños eléctricos" (1984) ... Por no decir trilogías como "Regreso al futuro" o "Indiana Jones"; películas , todas ellas, que se vieron en mayor o menor medida contagiadas por la temática fantástica. Así, El chico de oro, no sólo es una película de acción, humor y aventura, sino que la eterna lucha de las fuerzas del bien y el mal, copa muchos de sus fotogramas. Puede también considerarse como ejemplo de la "fiebre oriental" que se puso de moda con esa ingente cantidad de películas de artes marciales - con "Karate Kid" a la cabeza - que nos bombardeaban desde las estanterías del videoclub o la pantalla grande. Por esa mezcla de humor, acción, aventura y fantasía tamizada por la imaginería oriental no queda más remedio que relacionarla con esa maravilla de lo friqui llamada "Golpe en la pequeña china" (1986), estrenada además el mismo año y que, a pesar de que hoy día, quizás reciba mejor consideración, en el año de sus estreno fue barrida en la taquilla por la película que nos ocupa.
El chico de oro es una película sumamente entretenida y puramente divertida en la que la acción transcurre veloz de forma que apenas quede tiempo para reflexionar sobre lo descabellado de algunas de sus situaciones (o de su propuesta). En esto ayuda la ágil dirección de un veterano todoterreno como Michael Ritchie, quien ha tocado desde la serie televisiva pasando por el drama , la comedia, la acción o el eclecticismo que nos ocupa. Entre algunas de sus películas más conocidas se encuentran la comedia "Fletch , el camaleón" (1985) protagonizada por Chavy Chase o "La isla" (1980), una adaptación de la novela homónima de Peter Blenchy con Michael Cane. Otra baza a su favor - junto con la exótica belleza de Charlotte Lewis (Kee Nang, la compañera de Jarred) - es la presencia imponente del malo malísimo, Sardo Numspa - encarnado por Charles Dance, ahora superconocido por su papel de Tywin Lannister en la serie "Juego de Tronos"- todo un demonio, enviado por el mismísimo Satanás para matar al Chico de oro e instaurar su maléfico reinado sobre la tierra . Por si esto fuera poco, el amigo Eddie Murphy no nos dará tregua a base de muecas y los habituales chascarrillos que lo hicieron tan popular, siendo algunas frases francamente divertidas como la de la cuchilla y el "Kleenex" o la del aeropuerto con su "hermano Numsi", y otras sencillamente antológicas como la del cuchilo. En cuanto a los efectos especiales, apartado fundamental tratándose de una película fantástica, son aceptables, destacando las escenas de la lata de refresco y la de la lucha contra el demonio - en las que se emplea la técnica "Stop motion" -
Así que ya sabéis queridos lectores. Preparaos para pelear con una banda de moteros, conocer a gente y a seres fuera de lo común, vivir el amor de Chandler Jarred y Kee Nang, viajar al enigmático Tibet para recuperar un cuchillo de otro mundo y enfrentaros a hordas maléficas. Pero no temáis, este viaje no lo haréis solos, disfrutaréis de buenísima compañía y, por supuesto, mucha diversión. Todo de la mano de "El chico de oro".
Un caso perfecto de como, en los ochenta, lo fantástico desbordó sus ya de por sí difusos límites e inundó multitud de películas. Sí, una de las características de esta década no sólo es la gran cantidad de producciones del género fantástico, sino la incursión de éste, en su más amplia acepción, en todo tipo de temáticas que perfectamente podrían serle ajenas. Sin embargo, encontramos ejemplos por todas partes: aventuras juveniles como "Una pandilla alucinante" o "El secreto de Joe", películas de acción como "Los inmortales", románticas como "Sueños eléctricos" (1984) ... Por no decir trilogías como "Regreso al futuro" o "Indiana Jones"; películas , todas ellas, que se vieron en mayor o menor medida contagiadas por la temática fantástica. Así, El chico de oro, no sólo es una película de acción, humor y aventura, sino que la eterna lucha de las fuerzas del bien y el mal, copa muchos de sus fotogramas. Puede también considerarse como ejemplo de la "fiebre oriental" que se puso de moda con esa ingente cantidad de películas de artes marciales - con "Karate Kid" a la cabeza - que nos bombardeaban desde las estanterías del videoclub o la pantalla grande. Por esa mezcla de humor, acción, aventura y fantasía tamizada por la imaginería oriental no queda más remedio que relacionarla con esa maravilla de lo friqui llamada "Golpe en la pequeña china" (1986), estrenada además el mismo año y que, a pesar de que hoy día, quizás reciba mejor consideración, en el año de sus estreno fue barrida en la taquilla por la película que nos ocupa.
El chico de oro es una película sumamente entretenida y puramente divertida en la que la acción transcurre veloz de forma que apenas quede tiempo para reflexionar sobre lo descabellado de algunas de sus situaciones (o de su propuesta). En esto ayuda la ágil dirección de un veterano todoterreno como Michael Ritchie, quien ha tocado desde la serie televisiva pasando por el drama , la comedia, la acción o el eclecticismo que nos ocupa. Entre algunas de sus películas más conocidas se encuentran la comedia "Fletch , el camaleón" (1985) protagonizada por Chavy Chase o "La isla" (1980), una adaptación de la novela homónima de Peter Blenchy con Michael Cane. Otra baza a su favor - junto con la exótica belleza de Charlotte Lewis (Kee Nang, la compañera de Jarred) - es la presencia imponente del malo malísimo, Sardo Numspa - encarnado por Charles Dance, ahora superconocido por su papel de Tywin Lannister en la serie "Juego de Tronos"- todo un demonio, enviado por el mismísimo Satanás para matar al Chico de oro e instaurar su maléfico reinado sobre la tierra . Por si esto fuera poco, el amigo Eddie Murphy no nos dará tregua a base de muecas y los habituales chascarrillos que lo hicieron tan popular, siendo algunas frases francamente divertidas como la de la cuchilla y el "Kleenex" o la del aeropuerto con su "hermano Numsi", y otras sencillamente antológicas como la del cuchilo. En cuanto a los efectos especiales, apartado fundamental tratándose de una película fantástica, son aceptables, destacando las escenas de la lata de refresco y la de la lucha contra el demonio - en las que se emplea la técnica "Stop motion" -
Así que ya sabéis queridos lectores. Preparaos para pelear con una banda de moteros, conocer a gente y a seres fuera de lo común, vivir el amor de Chandler Jarred y Kee Nang, viajar al enigmático Tibet para recuperar un cuchillo de otro mundo y enfrentaros a hordas maléficas. Pero no temáis, este viaje no lo haréis solos, disfrutaréis de buenísima compañía y, por supuesto, mucha diversión. Todo de la mano de "El chico de oro".

6.5
4,062
7
6 de marzo de 2011
6 de marzo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Violent Cop supone la respuesta oriental al cine de policías americano. Aquí terminan las similitudes con Harry el sucio , Arma letal y demás productos del género cuyo punto en común es, precisamente, el carater violento de los policías protagonistas. A partir de aquí sólo nos queda buscar el éxito de la película en las diferencias con sus coetáneas occidentales. Kitano debuta de carambola (sustituye al director original) creando el germen de un estilo que caracterizaría cada una de sus siguientes producciones; un lacónico antihéroe de métodos expeditivos que se abre camino a través de la inmundicia a golpe de poética violencia (su modo natural de expresión). Los silencios, la calma, la melodía de Satie repitiendose una y otra vez a lo largo de las escenas, no son más que precursores de la inminente furia que se desata de forma espasmódica. La moralina barata o futiles justificaciones que expliquen los motivos que mueven a nuestro protagonista no tienen cabida en Violent Cop; simplemente observamos actuar a un personaje del que casi todo desconocemos, salvo que, bajo su rostro inmutable y su hierático porte se esconde un artista de la agresión y una fiel alegoría de lo absurdo de cierta violencia.

6.1
82,568
8
1 de marzo de 2011
1 de marzo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Verhooven construye un producto de entretenimiento con todos los ingredientes propios de la década y que bien sigue la estela que dejó tras de si "Terminator". No obstante, a pesar de los tópicos que contiene, ciertamente elaborados para agradar a los degustadores del cine de acción de la época, logra darle un toque personal, con pinceladas de cuño propio que disfrutaríamos de nuevo en películas como "Desafío total" o "Starship Troopers"; los cachondísimos anuncios de televisión son un lugar común en las tres y las implicaciones de corte filosófico también subyacen detrás de cada una de sus distopías.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Murphy es un policía recién destinado a la comisaría de Detroit que resulta herido de gravedad y dado por muerto en su primera misión. La OCP, multinacional a la que pertenece la policía, utiliza el cuerpo de Murphy para crear un nuevo ser mitad humano y mitad robot; un policía perfecto dotado con gran almacenamiento de datos, fuerza descomunal, precisión milimétrica de tiro e invulnerabilidad a las balas. Sus directrices: servir al público, proteger a los inocentes y defender la ley.
En efecto, la aparente irreverencia sobre la que se desarrolla la historia resulta atravesada por una serie de temas que dan para mucho en cuanto profundidad de contenidos y que son hoy plenamente vigentes. En líneas generales existe una crítica feroz al neoliberalismo radical simbolizado en este caso por OCP, una voraz multinacional que ha llegado a engullir al mismo cuerpo de policía. Si la policía pasa a ser un servicio privado no tardará en surgir el conflicto que paradójicamente los llevará a la huelga, por otro lado, es la búsqueda de la efectividad y de la maximización de beneficio lo que lleva a OCP a apoyar el proyecto de un policía no humano. Y llegados a este punto encuentro fundamental el conflicto ético que surge cuando se utiliza el cuerpo de Murphy para convertirlo en un "cyborg". Conflicto que alcanza la cúspide cuando el cerebro del ser humano que habita la carcasa sale a la luz y se rebela no como máquina objeto de nadie, sino como una persona que sueña con su familia y en la que comienzan a aflorar recuerdos pasados. Así, y gracias en parte a la ayuda de su compañera Louis, quien tras ese pastiche de metal y circuitos atisba rasgos de su antiguo compañero, Murphy se rebela contra la corporación que le transformó, aunque se vea impedido en parte por la directriz cuatro (un implante en su memoria que le impide detener a un oficial superior del OCP).
Y en cuanto a la lectura más superficial, creo no equivocarme si aseguro que colmará las expectativas de los amantes del género de acción.
En efecto, la aparente irreverencia sobre la que se desarrolla la historia resulta atravesada por una serie de temas que dan para mucho en cuanto profundidad de contenidos y que son hoy plenamente vigentes. En líneas generales existe una crítica feroz al neoliberalismo radical simbolizado en este caso por OCP, una voraz multinacional que ha llegado a engullir al mismo cuerpo de policía. Si la policía pasa a ser un servicio privado no tardará en surgir el conflicto que paradójicamente los llevará a la huelga, por otro lado, es la búsqueda de la efectividad y de la maximización de beneficio lo que lleva a OCP a apoyar el proyecto de un policía no humano. Y llegados a este punto encuentro fundamental el conflicto ético que surge cuando se utiliza el cuerpo de Murphy para convertirlo en un "cyborg". Conflicto que alcanza la cúspide cuando el cerebro del ser humano que habita la carcasa sale a la luz y se rebela no como máquina objeto de nadie, sino como una persona que sueña con su familia y en la que comienzan a aflorar recuerdos pasados. Así, y gracias en parte a la ayuda de su compañera Louis, quien tras ese pastiche de metal y circuitos atisba rasgos de su antiguo compañero, Murphy se rebela contra la corporación que le transformó, aunque se vea impedido en parte por la directriz cuatro (un implante en su memoria que le impide detener a un oficial superior del OCP).
Y en cuanto a la lectura más superficial, creo no equivocarme si aseguro que colmará las expectativas de los amantes del género de acción.
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