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5.5
3,556
7
23 de julio de 2010
23 de julio de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
The House of the Devil, un film del 2009, cuya forma galardona a las películas del género de los `70 y los `80.
Es una bocanada profunda de aire, un respiro de buen cine para todo espectador amante del terror, teniendo en cuenta las mediocres e institucionalizadas películas contemporáneas, que en su mayoría degradan al género
Creo importante que el film sea, y no que intente ser: A menudo vemos películas que se basan en una época, pero que claramente por diferentes elementos de su forma, damos cuenta que su realización es contemporánea. No es el caso de The House of the Devil, que nos sumerge en un río de convencionalismos y recursos retomados, que constituyen una forma idéntica, y por que no auténtica del cine de los `80.
El elemento psicológico, la preocupación de lo que oculto antepuesto a lo que se muestra.
Concluyendo, si lo que quieres es asustarte con bichos feos, mucha sangre o terror-gore, esta película no será tu preferida.
Es una bocanada profunda de aire, un respiro de buen cine para todo espectador amante del terror, teniendo en cuenta las mediocres e institucionalizadas películas contemporáneas, que en su mayoría degradan al género
Creo importante que el film sea, y no que intente ser: A menudo vemos películas que se basan en una época, pero que claramente por diferentes elementos de su forma, damos cuenta que su realización es contemporánea. No es el caso de The House of the Devil, que nos sumerge en un río de convencionalismos y recursos retomados, que constituyen una forma idéntica, y por que no auténtica del cine de los `80.
El elemento psicológico, la preocupación de lo que oculto antepuesto a lo que se muestra.
Concluyendo, si lo que quieres es asustarte con bichos feos, mucha sangre o terror-gore, esta película no será tu preferida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ti West demuestra que todavía podemos ser asustados, atrapados y sobre todo manipulados. Utiliza para esto, recursos de esa etapa anterior del cine (`70 y `80) y los reinventa; como por ejemplo, el empleo de poquísimos fotogramas de un primer plano “terrorífico” como lo presento en el 1973 El Exorcista. Es importante tener en cuenta que en The House of the Devil, dicha aparición forma parte de la historia (un antagonista que ya figuró en pantalla), influyendo directamente en el personaje principal, y por defecto en el desenlace del film. En El Exorcista, este rostro era totalmente extradiegético, no formaba parte de la historia y por lo tanto no manipulaba directamente al personaje, sino que iba directamente dirigido a nosotros, al espectador.
De todas maneras, este efectivo montaje de choques no es propio de la etapa del cine a la que se homenajea, sino que tiene su origen en el cine soviético de la década del `20 (Eisenstein).
West manipula, induce, oculta y prepara en pos de un buen final. Si miras el reloj que marca una hora y diez minutos de película, y te invade la sensación de que aún “no ha sucedido nada”, descuida, se aproxima un final que te hará volar las tuercas.
De todas maneras, este efectivo montaje de choques no es propio de la etapa del cine a la que se homenajea, sino que tiene su origen en el cine soviético de la década del `20 (Eisenstein).
West manipula, induce, oculta y prepara en pos de un buen final. Si miras el reloj que marca una hora y diez minutos de película, y te invade la sensación de que aún “no ha sucedido nada”, descuida, se aproxima un final que te hará volar las tuercas.

7.7
19,080
9
3 de diciembre de 2012
3 de diciembre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que fascinante que es el cine iraní, Dios mío. Me pregunto ¿por qué nos costará tanto entrarle? He visto muy poco en comparación a la cinematografía de otros países, unas diez películas nada más, y ninguna me ha decepcionado.
La Separación de Asghar Farhadi no fue la excepción, todo lo contrario. Lo que más me fascinó (acostumbren este adjetivo, lo voy a seguir usando) de esta película, más allá de la compleja e increíble construcción que ofrece el guión y la puesta en escena, léase, el lenguaje de cámara y la increíble actuación, consecuente a una excelente dirección de actores, es en el comprometido lugar en el cual nos coloca.
Naturalmente, como espectadores, con una suerte de hinchas, nos embanderamos con los objetivos de uno u otro personaje, generalmente con los del protagonista, con el cual generamos empatía por su manera de proceder, por su perfil moral y por identificarnos frente a un conflicto determinado, el cual es potenciado por la contracara (negativa) de ese conflicto, encarnada por un antagonista o una situación "x", la cual pone en riesgo los mencionados objetivos de nuestro personaje.
Lo que hace fascinante a La Separación, es que no logra su meta "culpando" ni juzgando a nadie ni a nada, dicha contracara está latente en el lado oscuro de cada uno de nuestros personajes (adjetivo que considero hasta injusto dada la humanidad de los mismos), la cual nos hace compadecernos hasta las lágrimas por sus respectivas posiciones frente al conflicto base del filme.
Ni siquiera, a diferencia de las películas de Panahi, el peso recae sobre el sistema político, social y religioso, no al menos desde el ataque sino desde el entendimiento y la comprensión por su funcionamiento. No busca que sentenciemos a la cultura iraní sino que reflexionemos acerca de ella. La misma puede estar regida por un montón de reglas impuestas (o auto-impuestas) por la religión y que por tanto pueden entenderse como ajenas a la materia judicial, como es el caso en la película.
Lo cierto es que esta religión, la palabra divina, es más importante que la misma ley para los personajes, la cual los coloca frente a la mirada de un Dios que lo sabe todo, y que hace que una mentira, que a cualquier occidental le puede parecer insignificante y justificada dadas las circunstancias del caso, sea lo que motive a las decisiones más trascendentes de sus vidas, que constituirán los puntos de giro de mayor importancia en la película.
Puede que tengamos pocas cosas para contar y esta gente tanto, aunque yo soy de la idea de que no es el "qué" contamos sino el "cómo" lo contamos. Y con el cómo no me refiero a la forma cinematográfica, sino al lugar de compromiso desde el cual se expresa un discurso.
¿Será que debemos aprender de este arte un poco más, en vez de hacer réplicas baratas de un cine que hace de una película lo mismo que Head&Shoulders por los que sufren de caspa?
La Separación de Asghar Farhadi no fue la excepción, todo lo contrario. Lo que más me fascinó (acostumbren este adjetivo, lo voy a seguir usando) de esta película, más allá de la compleja e increíble construcción que ofrece el guión y la puesta en escena, léase, el lenguaje de cámara y la increíble actuación, consecuente a una excelente dirección de actores, es en el comprometido lugar en el cual nos coloca.
Naturalmente, como espectadores, con una suerte de hinchas, nos embanderamos con los objetivos de uno u otro personaje, generalmente con los del protagonista, con el cual generamos empatía por su manera de proceder, por su perfil moral y por identificarnos frente a un conflicto determinado, el cual es potenciado por la contracara (negativa) de ese conflicto, encarnada por un antagonista o una situación "x", la cual pone en riesgo los mencionados objetivos de nuestro personaje.
Lo que hace fascinante a La Separación, es que no logra su meta "culpando" ni juzgando a nadie ni a nada, dicha contracara está latente en el lado oscuro de cada uno de nuestros personajes (adjetivo que considero hasta injusto dada la humanidad de los mismos), la cual nos hace compadecernos hasta las lágrimas por sus respectivas posiciones frente al conflicto base del filme.
Ni siquiera, a diferencia de las películas de Panahi, el peso recae sobre el sistema político, social y religioso, no al menos desde el ataque sino desde el entendimiento y la comprensión por su funcionamiento. No busca que sentenciemos a la cultura iraní sino que reflexionemos acerca de ella. La misma puede estar regida por un montón de reglas impuestas (o auto-impuestas) por la religión y que por tanto pueden entenderse como ajenas a la materia judicial, como es el caso en la película.
Lo cierto es que esta religión, la palabra divina, es más importante que la misma ley para los personajes, la cual los coloca frente a la mirada de un Dios que lo sabe todo, y que hace que una mentira, que a cualquier occidental le puede parecer insignificante y justificada dadas las circunstancias del caso, sea lo que motive a las decisiones más trascendentes de sus vidas, que constituirán los puntos de giro de mayor importancia en la película.
Puede que tengamos pocas cosas para contar y esta gente tanto, aunque yo soy de la idea de que no es el "qué" contamos sino el "cómo" lo contamos. Y con el cómo no me refiero a la forma cinematográfica, sino al lugar de compromiso desde el cual se expresa un discurso.
¿Será que debemos aprender de este arte un poco más, en vez de hacer réplicas baratas de un cine que hace de una película lo mismo que Head&Shoulders por los que sufren de caspa?

4.5
3,047
6
22 de febrero de 2012
22 de febrero de 2012
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver The Innkeepers, lo último de Ti West, en mi casa, con a un amigo. Recuerdo que mi primera crítica cinematográfica fue sobre una película suya que me gustó mucho, The House of the Devil. Cuando hace unos días me recomendaron esta, decidí volver a escribir otra crítica ya que hacía tiempo no lo hacía.
¿Qué decir? Ti West se mantiene en forma. Mantiene su característica exaltación al virtuosismo, la sofisticación y estilización de cada plano, los incesantes guiños a las películas de terror de los 70`s y 80´s, la renovación de los golpes de efecto, etc.
Lo cierto es que todos estos elementos a los cuales hago mención no hacen a una buena película, de hecho pienso que a veces son “impedimentos” a los cuales algunos directores eluden a la hora de pensar en un filme de género.
Ahora, ¿por qué este director sigue insistiendo sobre lo mismo? En mi opinión, tiene tacto para este tipo de cine, además de que es un aficionado y ama estas películas, claro. Es como un hermano atemporal de Polanski… y no exagero, eh!
El filme pende todo el tiempo sobre el hilo de la ridiculez, lo cual hizo que estuviese un buen tiempo con mi energía ahí, esperando el pelotazo, esperando que pise el palito…no lo hizo. Finalmente me ablandé y me di el permiso de asistir a la película.
Al igual que con The House of the Devil, West construye con la paciencia de una hormiga, acomoda las diferentes piezas con una suerte de jugador de ajedrez para finalmente dejarte en jaque y cagado hasta las patas.
¿Qué decir? Ti West se mantiene en forma. Mantiene su característica exaltación al virtuosismo, la sofisticación y estilización de cada plano, los incesantes guiños a las películas de terror de los 70`s y 80´s, la renovación de los golpes de efecto, etc.
Lo cierto es que todos estos elementos a los cuales hago mención no hacen a una buena película, de hecho pienso que a veces son “impedimentos” a los cuales algunos directores eluden a la hora de pensar en un filme de género.
Ahora, ¿por qué este director sigue insistiendo sobre lo mismo? En mi opinión, tiene tacto para este tipo de cine, además de que es un aficionado y ama estas películas, claro. Es como un hermano atemporal de Polanski… y no exagero, eh!
El filme pende todo el tiempo sobre el hilo de la ridiculez, lo cual hizo que estuviese un buen tiempo con mi energía ahí, esperando el pelotazo, esperando que pise el palito…no lo hizo. Finalmente me ablandé y me di el permiso de asistir a la película.
Al igual que con The House of the Devil, West construye con la paciencia de una hormiga, acomoda las diferentes piezas con una suerte de jugador de ajedrez para finalmente dejarte en jaque y cagado hasta las patas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Cual es su formula? Hacer bailar a la cámara entre los pasillos de forma muy lenta acompasada de una banda sonora tan turbadora como invisible, manejar el ritmo de la acción en función de la dosificación “de lo mostrado y no mostrado” que realmente te hace apretar la cola, endurecer el pecho y tensar los abdominales… y sobre todo, y pongan atención a esto porque es lo más importante, tiene el desenfado de apretar el acelerador con fuerza cuando hay que hacerlo, sin medias tintas, al hueso.
Es como verlo a West, como a un dj, manejando estos recursos como perillas, viendo bailar a sus espectadores que esperan expectantes y pasivos primero, y asfixiados de terror luego. Es increíble analizar hasta que punto controla este baile de la puesta en escena. Cada plano es exactamente controlado y calculado, al igual que cada reacción generada a partir de ellos.
Después de que la peli finalizó, que mi amigo se sacó las sabanas de la cara para ver el descontracturador plano final, me di cuenta de que su guión no era menos mediocre que el de cualquier otra película de terror yankie, de estas que detesto tanto, (aunque si, es verdad, con los alicientes del cine ochentero, claro… pero no hacen la gran diferencia).
Lo que diferencia The Innkeepers de ese cine basura, es que funciona. Funciona por la misma razón que lo hizo en su momento Evil Dead y Braindead. La encabeza un director de puta madre. Entretenimiento, tensión y buen cine. Cortesía de Ti West, un muchacho de temer, ¡ténganlo en cuenta!
Es como verlo a West, como a un dj, manejando estos recursos como perillas, viendo bailar a sus espectadores que esperan expectantes y pasivos primero, y asfixiados de terror luego. Es increíble analizar hasta que punto controla este baile de la puesta en escena. Cada plano es exactamente controlado y calculado, al igual que cada reacción generada a partir de ellos.
Después de que la peli finalizó, que mi amigo se sacó las sabanas de la cara para ver el descontracturador plano final, me di cuenta de que su guión no era menos mediocre que el de cualquier otra película de terror yankie, de estas que detesto tanto, (aunque si, es verdad, con los alicientes del cine ochentero, claro… pero no hacen la gran diferencia).
Lo que diferencia The Innkeepers de ese cine basura, es que funciona. Funciona por la misma razón que lo hizo en su momento Evil Dead y Braindead. La encabeza un director de puta madre. Entretenimiento, tensión y buen cine. Cortesía de Ti West, un muchacho de temer, ¡ténganlo en cuenta!
4
8 de febrero de 2011
8 de febrero de 2011
22 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El hombre de al lado” es un filme argentino, que me recomendaron dos amigos que comparten gustos similares, con los que a veces simpatizo y a veces no. Casualmente en esta ocasión me libero de tal disyuntiva, o mejor dicho, la película en sí es una gran disyuntiva, con la que a veces simpatizo y a veces no.
Ésta retrata hábilmente una situación social bastante común en países como Argentina y Uruguay: dos vecinos de clase social y educación diferente comparten un barrio, vecindario o edificio.
Ellos desconocen de la existencia del otro hasta que se desarrolla el (único) conflicto que se mantendrá a lo largo de la película: Víctor hace una ventana en la pared que da al departamento de su vecino.
Ésta retrata hábilmente una situación social bastante común en países como Argentina y Uruguay: dos vecinos de clase social y educación diferente comparten un barrio, vecindario o edificio.
Ellos desconocen de la existencia del otro hasta que se desarrolla el (único) conflicto que se mantendrá a lo largo de la película: Víctor hace una ventana en la pared que da al departamento de su vecino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película empieza bien, adopta de entrada el punto de vista de Leonardo, nuestro (co)protagonista, con un conflicto sumamente interesante y prometedor.
Vamos interiorizándonos con ambos personajes sobre la marcha, pero justamente es a Leonardo a quien sentimos que conocemos mejor. Su familia es distante, su hija principalmente, que parece un cyborg de Xuxa, todo el tiempo bailando en su habitación. Con su esposa la relación es puramente superficial, condicional y regida por un modelo estereotipado de lo que ella entiende como pareja (es buenísimo cuando le pide piquitos). Es ella quien tiene la última palabra, quien decide, la que lleva los pantalones en la familia. Las decisiones de nuestro protagonista están supeditadas a los intereses de la mujer y lo que ella espera de él como esposo.
Pero es de su vecino, a quien detesta, pero en cierta forma (creo yo) admira, de quién obtendrá un contacto humano más regular y directo del que mantiene con su familia.
Creo inteligente que se presenten situaciones que determinen cierta ambigüedad en el personaje de Víctor. Sabemos que su objetivo es hacer la ventana, pero no sabemos de lo que es capaz en caso de no dar con lo que quiere.
Las situaciones entre ambos están bien, pero creo que lo híbrida y floja que resulta por momentos la dirección de Cohn y Duprat, termina abrumando las notables actuaciones. A Spregelburd no le caen nada bien esos planos interminables de Aráoz con su over shoulder. No me hace gracia escucharlo, creo que es un actor que transmite muchísimo con sus gestos, su figura.
Creo desatinado también, en cuanto a dirección, esa vibrante cámara en mano que no me cuenta absolutamente nada que tenga que ver o apoye a la historia. No entendí el objetivo de los vertiginosos seguimientos al personaje de Leonardo.
Puntos a favor (dirección): el formato digital le cae bien y me parece que está muy bien filmada la parte de la fiesta en la casa de Leonardo.
El guión. Como he dicho, me parece jugosísima la premisa. Hay situaciones formidables.
Lo negativo del guión: es lo forzado que resultan algunas situaciones. La confesión de Leonardo a su jefe: “hace un mes que no cojo”, me parece un atentado al perfil psicológico de un personaje egocéntrico que nunca explicitaría algo así. Claro, luego me sentí ingenuo, esto sirvió de justificativo para introducir la inverosímil partida de la mujer y su hija, que permitió a su vez la embarazosa situación con una de sus alumnas a quien se le abalanzó en busca de sexo tras llevarla a su casa.
Y más grave aún, el tema de la seguridad de la casa, que fue llevada de los pelos sin introducción o motivo alguno, para justificar el efectista y paupérrimo final.
Es una peli que hasta volvería a ver para pasar el tiempo. De todas formas la creo mediocre, desatinada, irregular y algo pretenciosa, aunque si, es verdad, muy gracio
Vamos interiorizándonos con ambos personajes sobre la marcha, pero justamente es a Leonardo a quien sentimos que conocemos mejor. Su familia es distante, su hija principalmente, que parece un cyborg de Xuxa, todo el tiempo bailando en su habitación. Con su esposa la relación es puramente superficial, condicional y regida por un modelo estereotipado de lo que ella entiende como pareja (es buenísimo cuando le pide piquitos). Es ella quien tiene la última palabra, quien decide, la que lleva los pantalones en la familia. Las decisiones de nuestro protagonista están supeditadas a los intereses de la mujer y lo que ella espera de él como esposo.
Pero es de su vecino, a quien detesta, pero en cierta forma (creo yo) admira, de quién obtendrá un contacto humano más regular y directo del que mantiene con su familia.
Creo inteligente que se presenten situaciones que determinen cierta ambigüedad en el personaje de Víctor. Sabemos que su objetivo es hacer la ventana, pero no sabemos de lo que es capaz en caso de no dar con lo que quiere.
Las situaciones entre ambos están bien, pero creo que lo híbrida y floja que resulta por momentos la dirección de Cohn y Duprat, termina abrumando las notables actuaciones. A Spregelburd no le caen nada bien esos planos interminables de Aráoz con su over shoulder. No me hace gracia escucharlo, creo que es un actor que transmite muchísimo con sus gestos, su figura.
Creo desatinado también, en cuanto a dirección, esa vibrante cámara en mano que no me cuenta absolutamente nada que tenga que ver o apoye a la historia. No entendí el objetivo de los vertiginosos seguimientos al personaje de Leonardo.
Puntos a favor (dirección): el formato digital le cae bien y me parece que está muy bien filmada la parte de la fiesta en la casa de Leonardo.
El guión. Como he dicho, me parece jugosísima la premisa. Hay situaciones formidables.
Lo negativo del guión: es lo forzado que resultan algunas situaciones. La confesión de Leonardo a su jefe: “hace un mes que no cojo”, me parece un atentado al perfil psicológico de un personaje egocéntrico que nunca explicitaría algo así. Claro, luego me sentí ingenuo, esto sirvió de justificativo para introducir la inverosímil partida de la mujer y su hija, que permitió a su vez la embarazosa situación con una de sus alumnas a quien se le abalanzó en busca de sexo tras llevarla a su casa.
Y más grave aún, el tema de la seguridad de la casa, que fue llevada de los pelos sin introducción o motivo alguno, para justificar el efectista y paupérrimo final.
Es una peli que hasta volvería a ver para pasar el tiempo. De todas formas la creo mediocre, desatinada, irregular y algo pretenciosa, aunque si, es verdad, muy gracio

5.5
18,059
4
6 de marzo de 2012
6 de marzo de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Finalmente logré ver The Woman in Black de James Watkins, el director de la cautivadora e interesante Eden Lake.
La película es como un tren fantasma pero con la adrenalina de una montaña rusa. Esta metáfora tiene su lado positivo y negativo. En cuanto al primer caso, creo que logra lo que se propone: asustar, sobresaltar, sugestionar, inquietar, y demás cuestiones que puedan adjudicárseles a la mayoría de las películas de terror. Son efectos difíciles de lograr satisfactoriamente y, puede sentenciarse, que la mayor parte de este cine comercial ni siquiera eso consigue.
Utilizo estas palabras, “ni siquiera”, para comenzar a argumentar la parte negra del yin-yang que, a mi entender, es como el triple más grande que la blanca.
En lo personal pienso que estas cuestiones que acabo de mencionar no son las más importantes en estos filmes, aunque, como en este caso, estén muy bien ejecutadas.
Todo el metraje me sentí dentro de un tren fantasma esperando que el muñeco salga de la oscuridad y me haga ¡¡bhhhhhhhhh!!
Estos efectistas recursos convencionales que la película usa una y otra vez hasta el cansancio no me resultan interesantes. Apuesta a la efectiva receta que asegura una buena respuesta de taquilla, eligiendo el sobresalto barato a la manipulación psicológica.
Siento que es una obra que ya he visto decenas de veces. No veo a Watkins detrás de la cámara. La podría haber dirigido tanto él como cualquier otro de los muchos talentos que hacen cine de encargo, habiendo obtenido el mismo resultado.
Se le encomendó un trabajo y lo hizo de forma correcta, punto. No es una película de autor y comienzo a dudar de que Watkins vaya a ser uno.
El sistema de producción una vez más fue más fuerte que la figura del director. La Hammer lo aplastó colocándolo en el rol de empleado más que de artista. Pero bueno…desgraciadamente esto no es historia nueva, es la suerte de la mayor parte del cine comercial.
¿Qué más agregar?... Rápidamente la película se mete en un torrente de clichés ridículos que te sitúan en espacios comunes sin ni siquiera darse el lujo de referenciar, al menos a través de su forma, a sabiendas de que es un remake producido por la Hammer.
Tiene algunas situaciones inteligentes y más que otro personaje interesante, pero esto no se aproxima ni cerca a salvarla de su desastroso destino.
Detrás de la apariencia inglesa refinada de The Woman in Black veo el mismo terror burdo norteamericano contemporáneo. Es una historia de fantasmas, de casas encantadas, que no trasciende más que el largo de la película. Lo que uno hace al terminarla es meterla en la bolsa de consorcio donde se guardan los escombros de este “cine shampoo”, que se vende como el head&shoulders y que no nos permite diferenciar una obra de otra... si es que son lo suficientemente dignas como para que las llamemos así.
La película es como un tren fantasma pero con la adrenalina de una montaña rusa. Esta metáfora tiene su lado positivo y negativo. En cuanto al primer caso, creo que logra lo que se propone: asustar, sobresaltar, sugestionar, inquietar, y demás cuestiones que puedan adjudicárseles a la mayoría de las películas de terror. Son efectos difíciles de lograr satisfactoriamente y, puede sentenciarse, que la mayor parte de este cine comercial ni siquiera eso consigue.
Utilizo estas palabras, “ni siquiera”, para comenzar a argumentar la parte negra del yin-yang que, a mi entender, es como el triple más grande que la blanca.
En lo personal pienso que estas cuestiones que acabo de mencionar no son las más importantes en estos filmes, aunque, como en este caso, estén muy bien ejecutadas.
Todo el metraje me sentí dentro de un tren fantasma esperando que el muñeco salga de la oscuridad y me haga ¡¡bhhhhhhhhh!!
Estos efectistas recursos convencionales que la película usa una y otra vez hasta el cansancio no me resultan interesantes. Apuesta a la efectiva receta que asegura una buena respuesta de taquilla, eligiendo el sobresalto barato a la manipulación psicológica.
Siento que es una obra que ya he visto decenas de veces. No veo a Watkins detrás de la cámara. La podría haber dirigido tanto él como cualquier otro de los muchos talentos que hacen cine de encargo, habiendo obtenido el mismo resultado.
Se le encomendó un trabajo y lo hizo de forma correcta, punto. No es una película de autor y comienzo a dudar de que Watkins vaya a ser uno.
El sistema de producción una vez más fue más fuerte que la figura del director. La Hammer lo aplastó colocándolo en el rol de empleado más que de artista. Pero bueno…desgraciadamente esto no es historia nueva, es la suerte de la mayor parte del cine comercial.
¿Qué más agregar?... Rápidamente la película se mete en un torrente de clichés ridículos que te sitúan en espacios comunes sin ni siquiera darse el lujo de referenciar, al menos a través de su forma, a sabiendas de que es un remake producido por la Hammer.
Tiene algunas situaciones inteligentes y más que otro personaje interesante, pero esto no se aproxima ni cerca a salvarla de su desastroso destino.
Detrás de la apariencia inglesa refinada de The Woman in Black veo el mismo terror burdo norteamericano contemporáneo. Es una historia de fantasmas, de casas encantadas, que no trasciende más que el largo de la película. Lo que uno hace al terminarla es meterla en la bolsa de consorcio donde se guardan los escombros de este “cine shampoo”, que se vende como el head&shoulders y que no nos permite diferenciar una obra de otra... si es que son lo suficientemente dignas como para que las llamemos así.
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