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Críticas ordenadas por utilidad
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7.0
49,749
2
5 de junio de 2010
5 de junio de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un ciudadano ejemplar precisamente es un ejemplo de lo que no debe hacerse en el cine: maniqueísmo esperpéntico, guión al servicio del espectáculo, previsibilidad, etc. Sin embargo, ya que hablamos de justificaciones, su producción se ve justificada por los ingresos que sin duda recaudará y hasta resulta cómico el hecho de que sea esta la argumentación más sólida que podemos extrapolar de la película.
Este ciudadano, como dije antes, nada tiene de ejemplar y sus pretensiones grotescas menos aún. El mundo en el que se desenvuelve nuestro "ciudadano" resulta similar al mundo en que vivimos: asesinatos, justicia corrupta, espectáculo mediático... pero enseguida, tras unos minutos, nos percatamos del engaño y ya no somos capaces de reconocer nada en él, nos perdemos en el espectáculo.
Además de ello el argumento de la película se centra en la justicia, en lo que es justo, en lo que debe hacerse en nombre de lo que es justo... -muy al estilo americano, pero se echa de menos algún que otro Eastwood cascarrabias-. Ahora bien, lejos de realizar un profundo análisis sobre esta cuestión ¿qué solución nos ofrece este "ciudadano" ante una justicia corrompida? Nada más y nada menos que impartir la justicia por nuestra cuenta a diestro y siniestro, a golpe de cañón si hace falta, para así dar ese "ejemplo" y acabar con la corrupción, brillante. Pero claro, no iban a dejar que ese ciudadano se llevara él solo el mérito de dar ejemplo y por esta razón la justicia (jueces, abogados, alcaldes...), en un acto de solidaridad, también se suma a quebrantar leyes y vulnerar derechos fundamentales para castigar como es debido al que osa atentar contra lo que es justo. Por lo que llegamos a la conclusión "injusta" tanto en un caso como en otro en la que "el fin, justifica los medios".
Finalmente tras abandonar la oscura sala, nos sentimos aliviados al saber que solamente se trataba de ficción, que El Tío Sam murió hace mucho tiempo y no nos señala con su dedo acusador, pero sobre todo, nos alegramos de que los ciudadanos no decidan dar ejemplo de tremenda justicia injustificada
Este ciudadano, como dije antes, nada tiene de ejemplar y sus pretensiones grotescas menos aún. El mundo en el que se desenvuelve nuestro "ciudadano" resulta similar al mundo en que vivimos: asesinatos, justicia corrupta, espectáculo mediático... pero enseguida, tras unos minutos, nos percatamos del engaño y ya no somos capaces de reconocer nada en él, nos perdemos en el espectáculo.
Además de ello el argumento de la película se centra en la justicia, en lo que es justo, en lo que debe hacerse en nombre de lo que es justo... -muy al estilo americano, pero se echa de menos algún que otro Eastwood cascarrabias-. Ahora bien, lejos de realizar un profundo análisis sobre esta cuestión ¿qué solución nos ofrece este "ciudadano" ante una justicia corrompida? Nada más y nada menos que impartir la justicia por nuestra cuenta a diestro y siniestro, a golpe de cañón si hace falta, para así dar ese "ejemplo" y acabar con la corrupción, brillante. Pero claro, no iban a dejar que ese ciudadano se llevara él solo el mérito de dar ejemplo y por esta razón la justicia (jueces, abogados, alcaldes...), en un acto de solidaridad, también se suma a quebrantar leyes y vulnerar derechos fundamentales para castigar como es debido al que osa atentar contra lo que es justo. Por lo que llegamos a la conclusión "injusta" tanto en un caso como en otro en la que "el fin, justifica los medios".
Finalmente tras abandonar la oscura sala, nos sentimos aliviados al saber que solamente se trataba de ficción, que El Tío Sam murió hace mucho tiempo y no nos señala con su dedo acusador, pero sobre todo, nos alegramos de que los ciudadanos no decidan dar ejemplo de tremenda justicia injustificada

6.0
81,019
6
21 de abril de 2010
21 de abril de 2010
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La imaginación y capacidad de dirección de Tim Burton se presentan en esta película, como siempre lo han hecho en todas sus producciones anteriores: muy sui generis, muy burtonianas; aunque en este caso algún espectador ha podido quedarse con la miel entre los labios, insatisefechos o decepcionados.
Desde el inicio se atisba el profundo respeto que este proyecto infunde a Burton, quien procura cuidar cada secuencia, cada plano y cada detalle a fin de conservar la esencia original de los cuentos de Lewis Carrol. Cuentos que soslayan la realidad y la fantasía con un vuelo de ingenio e imaginación sólo alcanzables por las plumas de los grandes escritores y gracias a ello, gusta tanto a niños como a adultos.
En este sentido la película de Tim Burton promete un buen espectáculo (ya sea 3D o no) a cualquier público que se acerque, y es que la capacidad de interpretación y de disfrute ante tal acontecimiento, no tiene edades. Además, a este ambiente estético tan bien cuidado hay que sumarle el enorme acompañamiento musical que acostumbran la mayoría de las películas de Burton gracias a la acertada colaboración de Danny Elfman, un viejo conocido y gran amigo del director que para esta película tan "familiar" no podía faltar.
El dúo Burton-Deep funciona y gusta pero algunos de sus más allegados seguidores (como este humilde servidor), pueden verse defraudados al no encontrar, en esta ocasión, ni al mejor Burton ni al mejor Deep. El primero parece haberse escondido detrás de la pantalla expectante, como si no tuviera nada más que decir que no estuviera ya dicho o reflejado en ella. Sabemos que está ahí porque su sello es palpable pero no le vemos salvo en determinados momentos, en sutilezas del guión a modo de guiños fugaces. Mientras que el segundo, a pesar de sorprendernos una vez más con su polivalencia interpretativa, no parece haber dotado al personaje de ese "ángel" con el que realzaba siempre la personalidad de sus interpretaciones, es un Deep agridulce.
Finalmente, puedo decir que me encuentro ante una muy buena película que embriaga con cada imagen emitida, que te cautiva y envuelve en esa sala oscura últimamente tan controvertida a raíz del asunto 3D, que viene arrollando todo lo que pilla a su paso. No obstante, en el transcurso de ese espectáculo tan mágico y cuidado se puede presenciar el atropello de algunos planos argumentales que, más allá de imprimir un ritmo vertiginoso a las imágenes y a la trama, no comunican ni transmiten nada, por lo que el espectador se atraganta con ese frenético atropello de vacío. Únicamente al principio y al final se muestra el verdadero Burton al que estamos acostumbrados, provocando que nos preguntemos al salir del cine si ha dado efectivamente todo lo que podía dar de sí, o sin embargo, si ha podido dejarse algunas cosas en el tintero...si ha podido, en última instancia, perderse en ese País de las Maravillas y no ha logrado transmitir todo su esplendor salvo en destellos, tan brillantes, como efímeros.
Desde el inicio se atisba el profundo respeto que este proyecto infunde a Burton, quien procura cuidar cada secuencia, cada plano y cada detalle a fin de conservar la esencia original de los cuentos de Lewis Carrol. Cuentos que soslayan la realidad y la fantasía con un vuelo de ingenio e imaginación sólo alcanzables por las plumas de los grandes escritores y gracias a ello, gusta tanto a niños como a adultos.
En este sentido la película de Tim Burton promete un buen espectáculo (ya sea 3D o no) a cualquier público que se acerque, y es que la capacidad de interpretación y de disfrute ante tal acontecimiento, no tiene edades. Además, a este ambiente estético tan bien cuidado hay que sumarle el enorme acompañamiento musical que acostumbran la mayoría de las películas de Burton gracias a la acertada colaboración de Danny Elfman, un viejo conocido y gran amigo del director que para esta película tan "familiar" no podía faltar.
El dúo Burton-Deep funciona y gusta pero algunos de sus más allegados seguidores (como este humilde servidor), pueden verse defraudados al no encontrar, en esta ocasión, ni al mejor Burton ni al mejor Deep. El primero parece haberse escondido detrás de la pantalla expectante, como si no tuviera nada más que decir que no estuviera ya dicho o reflejado en ella. Sabemos que está ahí porque su sello es palpable pero no le vemos salvo en determinados momentos, en sutilezas del guión a modo de guiños fugaces. Mientras que el segundo, a pesar de sorprendernos una vez más con su polivalencia interpretativa, no parece haber dotado al personaje de ese "ángel" con el que realzaba siempre la personalidad de sus interpretaciones, es un Deep agridulce.
Finalmente, puedo decir que me encuentro ante una muy buena película que embriaga con cada imagen emitida, que te cautiva y envuelve en esa sala oscura últimamente tan controvertida a raíz del asunto 3D, que viene arrollando todo lo que pilla a su paso. No obstante, en el transcurso de ese espectáculo tan mágico y cuidado se puede presenciar el atropello de algunos planos argumentales que, más allá de imprimir un ritmo vertiginoso a las imágenes y a la trama, no comunican ni transmiten nada, por lo que el espectador se atraganta con ese frenético atropello de vacío. Únicamente al principio y al final se muestra el verdadero Burton al que estamos acostumbrados, provocando que nos preguntemos al salir del cine si ha dado efectivamente todo lo que podía dar de sí, o sin embargo, si ha podido dejarse algunas cosas en el tintero...si ha podido, en última instancia, perderse en ese País de las Maravillas y no ha logrado transmitir todo su esplendor salvo en destellos, tan brillantes, como efímeros.
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