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6
10 de abril de 2025
10 de abril de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Warren Schmidt, vicepresidente adjunto de una importante compañía de seguros, es jubilado de su puesto a la edad de sesenta y seis años. A lo largo de la película, afrontará una vida como pensionista sumido en la soledad.
Una narrativa existencialista, que describe con crudeza la desazón común que a todos los hombres nos depara el final de nuestra vida utilitaria. A este respecto, el discurso de despedida que pronuncia el director resulta escalofriante, y predice el recorrido vacío que le resta a un viejo derrotado antes de su muerte.
El del protagonista es el destino de nuestros abuelos, padres, y de nosotros mismos: convertirnos en esmirriados ancianos, inútiles, débiles e impotentes.
Una narrativa existencialista, que describe con crudeza la desazón común que a todos los hombres nos depara el final de nuestra vida utilitaria. A este respecto, el discurso de despedida que pronuncia el director resulta escalofriante, y predice el recorrido vacío que le resta a un viejo derrotado antes de su muerte.
El del protagonista es el destino de nuestros abuelos, padres, y de nosotros mismos: convertirnos en esmirriados ancianos, inútiles, débiles e impotentes.

4.7
138
6
12 de abril de 2025
12 de abril de 2025
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La historia de Jeffrey Willis se retrotrae a los años sesenta, en Brooklyn, cuando el gran apogeo económico de la posguerra. La economía ofrecía en aquellos entonces prometedores visos de futuro sobre la amaneciente generación de "baby boomers", y como joven perspicaz, nuestro protagonista optó por desempeñarse como aparcacoches en el fastuoso Club Flamingo, un recinto de la playa de Long Island reservado para selectos hombres de negocio y sus familias.
Ofrece el metraje, con el divertido desenfado que le es propio a un director experimentado en el género sitcom, el contraste manifiesto entre la más bien grisácea vida de las calles de Brooklyn, y el resplandor de sol sobre las chicas jóvenes, los buenos amigos y las partidas al Gin; pues de tal diferencia entre la miseria y la opulencia es que el chico de los Willis se distancia de su padre, para hallar mejor suerte ascendiendo en la escala de ese microcosmos veraniego.
Una hora y cuarenta minutos que se sienten como los tres meses de un emocionante verano, y languidecen en el anaranjado resplandor de las puestas de sol. Jeffrey aprenderá a encaminarse así como su trabajador padre lo desea, tras sufrir la decepción que suele revelar la sombra de las nubes otoñales, sobre las esperanzas de los muchachos idealistas.
Ofrece el metraje, con el divertido desenfado que le es propio a un director experimentado en el género sitcom, el contraste manifiesto entre la más bien grisácea vida de las calles de Brooklyn, y el resplandor de sol sobre las chicas jóvenes, los buenos amigos y las partidas al Gin; pues de tal diferencia entre la miseria y la opulencia es que el chico de los Willis se distancia de su padre, para hallar mejor suerte ascendiendo en la escala de ese microcosmos veraniego.
Una hora y cuarenta minutos que se sienten como los tres meses de un emocionante verano, y languidecen en el anaranjado resplandor de las puestas de sol. Jeffrey aprenderá a encaminarse así como su trabajador padre lo desea, tras sufrir la decepción que suele revelar la sombra de las nubes otoñales, sobre las esperanzas de los muchachos idealistas.
4
11 de abril de 2025
11 de abril de 2025
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Michael Faraday es profesor de historia en la Universidad George Washington, e imparte cursos sobre atentados terroristas. Al parecer, tan inverosímil empleo le ofrece al funcionario docente demasiado tiempo libre, que en lugar de dedicar a su necesitado hijo, presta a dar rienda suelta a sus enajenaciones, a temer a su siniestro vecino, que es en apariencia, nada más que un ingeniero bonachón.
El desarrollo del thriller, escena por escena, y pista sobre pista, se sucede arbitrariamente, a los antojos morbosos de su protagonista, sin establecer una clara consonancia entre aquello que el espectador puede observar a simple vista, y la supuesta realidad de los hechos.
Así, si el vecino no se ha presentado en su casa nada más mudarse, Faraday sospecha, porque cree, este tiene aborrecibles maquinaciones que ocultar.
Si se le exponen unos planos de oficinas en lugar de los de un centro comercial, Faraday sospecha, pues atisba aterrado una mentira de la que subyace un complot indescifrable.
Si se repara en una carta que es remitida por error, Faraday sospecha, y estudia cuidadosamente falsificaciones de identidad.
Sumido en una demostrada perturbación paranoica, realiza insaciables esfuerzos por recopilar pruebas: acude a los archivos de la prensa, realiza llamadas al ministerio de varias universidades, recorre la historia académica del vecino ingeniero; el guión transige a los delirios del loco, pues parece que el metraje se moldea a medida que las sospechas del profesor se acrecientan.
De una manera tan casual e inconexa, la trama es arrastrada hasta el paroxismo, a la idea probable de que cuanto se evidencia en pantalla no es sino un delirio, producto solamente de los traumas del pasado.
El desarrollo del thriller, escena por escena, y pista sobre pista, se sucede arbitrariamente, a los antojos morbosos de su protagonista, sin establecer una clara consonancia entre aquello que el espectador puede observar a simple vista, y la supuesta realidad de los hechos.
Así, si el vecino no se ha presentado en su casa nada más mudarse, Faraday sospecha, porque cree, este tiene aborrecibles maquinaciones que ocultar.
Si se le exponen unos planos de oficinas en lugar de los de un centro comercial, Faraday sospecha, pues atisba aterrado una mentira de la que subyace un complot indescifrable.
Si se repara en una carta que es remitida por error, Faraday sospecha, y estudia cuidadosamente falsificaciones de identidad.
Sumido en una demostrada perturbación paranoica, realiza insaciables esfuerzos por recopilar pruebas: acude a los archivos de la prensa, realiza llamadas al ministerio de varias universidades, recorre la historia académica del vecino ingeniero; el guión transige a los delirios del loco, pues parece que el metraje se moldea a medida que las sospechas del profesor se acrecientan.
De una manera tan casual e inconexa, la trama es arrastrada hasta el paroxismo, a la idea probable de que cuanto se evidencia en pantalla no es sino un delirio, producto solamente de los traumas del pasado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pensaba que el final iba ser el mismo que el del capítulo parodia de Los Simpson. Resultaría, por suerte, que aquel de quien sospechaba Farraday no era sino un maestro de demoliciones, y que la gran explosión final concernía a unas obras aledañas al edificio del FBI.
No fue así. Al parecer el inocentón del vecino era un peligroso terrorista de verdad.
Ridículo.
No fue así. Al parecer el inocentón del vecino era un peligroso terrorista de verdad.
Ridículo.

6.4
12,022
5
30 de enero de 2025
30 de enero de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
El visionado de esta película exige tener muy claros los antecedentes de la novela en que se basa.
La fidedignidad a la que se atiene el metraje termina degenerando en demérito, cuando el desarrollo del guión depreda el argumento de la novela, y las preconcepciones que el espectador ya ha formado sobre el mundo que se le expone durante el metraje. A saber, cuando la escena del principio, a todas luces incomprensible para quien no supiera de antemano cuál es el oficio de Winston, el protagonista.
Entiendo que este defecto puede ser difícil de acusar especialmente para aquellos que tenemos muy presente la lectura de la novela, de ahí las notas tan contrastadas.
La fidedignidad a la que se atiene el metraje termina degenerando en demérito, cuando el desarrollo del guión depreda el argumento de la novela, y las preconcepciones que el espectador ya ha formado sobre el mundo que se le expone durante el metraje. A saber, cuando la escena del principio, a todas luces incomprensible para quien no supiera de antemano cuál es el oficio de Winston, el protagonista.
Entiendo que este defecto puede ser difícil de acusar especialmente para aquellos que tenemos muy presente la lectura de la novela, de ahí las notas tan contrastadas.

6.9
17,597
6
4 de enero de 2025
4 de enero de 2025
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a verla, presumiendo un bodrio lamentable. Con toda probabilidad, fueron las bajas expectativas con las que abracé la película, las que me subrayaron, antes y después, la notable actuación de la protagonista, por muchos ya reseñada.
Contribuyó significativamente mi personal ignorancia al respecto de que se trataba de una película de comedia: desconocimiento al que le debo no sentirme decepcionado, pues en lo dilatado de la duración del metraje no he contado ni una risa, ni una sonrisa.
La actuación de Mikey Madison se ve en gran medida reforzada por un guión que sabe recrear cabalmente el comportamiento de una prostituta deseosa de escapar de la carrera de la rata por medio de un idílico príncipe azul. El marco en que Anora se encuentra es increíble - incredulidad que, por cierto, tolero a regañadientes por tratarse de una comedia -, pero suficiente como para dar rienda suelta a la más bochornosa manipulación emocional ejercida a desesperación con tal de sacar rédito de toda una vida casada con un oligarca ruso.
A todo espectador perspicaz se le antoja que la protagonista es una soberbia cazafortunas, hipócrita malsana que defiende no ser una prostituta cuando, de hecho, lo es.
Y si el objeto de la película es demostrarme lo contrario, o de apelar a mi empatía para con la prostitución, no lo ha conseguido. Mas he ahí sus virtudes, que presentan la degeneración sexual como lo que es.
Contribuyó significativamente mi personal ignorancia al respecto de que se trataba de una película de comedia: desconocimiento al que le debo no sentirme decepcionado, pues en lo dilatado de la duración del metraje no he contado ni una risa, ni una sonrisa.
La actuación de Mikey Madison se ve en gran medida reforzada por un guión que sabe recrear cabalmente el comportamiento de una prostituta deseosa de escapar de la carrera de la rata por medio de un idílico príncipe azul. El marco en que Anora se encuentra es increíble - incredulidad que, por cierto, tolero a regañadientes por tratarse de una comedia -, pero suficiente como para dar rienda suelta a la más bochornosa manipulación emocional ejercida a desesperación con tal de sacar rédito de toda una vida casada con un oligarca ruso.
A todo espectador perspicaz se le antoja que la protagonista es una soberbia cazafortunas, hipócrita malsana que defiende no ser una prostituta cuando, de hecho, lo es.
Y si el objeto de la película es demostrarme lo contrario, o de apelar a mi empatía para con la prostitución, no lo ha conseguido. Mas he ahí sus virtudes, que presentan la degeneración sexual como lo que es.
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