Me ha conmovido mucho y me he reído más. Me ha enfrentado a tantas veces en que, consciente o inconscientemente, de un modo u otro, he sido/soy ingrato.
El personaje que encarna con su rotundo magisterio Vicky luengo me ha estremecido y dolido por aquello que no me gusta de mí. Eli vuelve a dejarme boquiabierto con su naturalidad, la manera en que se despoja de cualquier artificio, Angela es un huracán, no actúa, vive, mientras que Carolina se come la pantalla.
También es una propuesta que indaga en varias neurosis de nuestro tiempo, como la precariedad de la generación milenial en general y de las profesiones creativas en particular, el desclasamiento de los nuevos migrantes económicos a la gran ciudad o la diferencia de expectativas vitales entre generaciones.