Para empezar estamos ante una serie de Netflix fresca y técnicamente impecable. La historia atrapa, lleva bien su ritmo y la gestión de los escándalos, trata con consecuencia a sus personajes y no abandona gratuitamente sus tramas y personalidades.

¿Entonces cuál es el problema? ¿A qué vienen las críticas letales?

Pues que hay gente racializada en pantalla, ni más ni menos. Que si anacronismo, que si vaya rigor histórico, que si Netflix inculcando y mintiendo...

¿Dónde queda la libertad creativa? Yo, blanca, considero muchísimo más interesante contar una historia nueva, una versión distinta de la sociedad de la que siempre hemos visto. Para algo tenemos documentales y adaptaciones realistas. Disfruto aquí de ver personajes diversos, naturalizados, con música de Billie Eilish a cuarteto de cuerda en medio de un baile magnífico.

Si esto no os interesa, perfecto, por algo la no ficción está ahí entre tanto barullo de títulos nuevos. Pero si quieres pasar unas buenas horas de entretenimiento, esta serie es una gozada.