Partiendo de la dificultad que supone adaptar una novela con la complejidad narrativa de este primer volumen de la trilogía, hay que admitir ciertos aciertos en la película, como por ejemplo la elección de los actores que encarnan a Salander, a Henrik Vanger, a Martin Vanger y, honestamente, poco más. La historia está bien llevada, para alguien que no se haya leído el libro, porque quien se haya leído el libro no sólo verá carencias argumentales sino además detectará cambios en el orden de acontecimientos, y esto altera la historia. Los personajes de Erika Berger y Cecilia Vanger, entre otros, no sólo están desdibujados sino que, casi literalmente, no existen. La caracterización de personajes fundamentales en la historia, como Mikael, hace pensar que la persona responsable del casting o no se ha leído el libro o no comparte la idea general acerca del aspecto físico y de la actitud que tendría que tener el personaje descrito por Larsson. Por otro lado, hay un olvido terrible que afecta a determinados personajes que son fundamentales para entender las siguientes partes de la trilogía, al tiempo que, de forma innecesaria, se insertan artificialmente un par de escenas que dan demasiadas pistas acerca del segundo libro, supongo que para crear expectación frente a la siguiente película.
En resumen, una película mediocre comparada con la trama que se desarrolla en el libro, y visible si no se ha sentido la llamada de la lectura.