Sin duda es la mejor serie que he visto, y no lo digo de forma impulsiva o porque acabe de verla, sino porque ya la he visto 3 veces, con sus 11 temporades completas, y todavía me sigue sorprendiendo, me sigue haciendo sonreir o directamente me hace reir a carcajadas.

Mención especial para Kelsey Grammer y John Mahoney, que para mí son sin duda los artífices y el corazón de esta serie, hijo y padre con personalidades tan diferentes y formas de pensar y actuar tan distantes que les hacen especiales. El padre práctico, con los pies en la tierra, y el hijo snob y aparente pero con un gran corazón y con ganas de ayudar a quien le pide ayuda, y a veces se mete en problemas porque también trata de ayudar a quien no se la pide.

La actriz Peri Gilpin en el papel de Roz Doyle, actúa de una forma muy creíble, es directa y algo borde, pero le da un toque fresco, descarado y algo picante a los capítulos, un completo acierto.

Lo que me sorprendre es la nota media obtenida, no hace justicia a la serie. Es probable que quien la haya puntuado haya visto capítulos sueltos y eso le haya impedido entender el sentido de la serie y de sus personajes.

Si todavía no la has visto, te la recomiendo 100%.

Los primeros capítulos no llegaron a engancharme aunque sí que me provocaron interés por ver otros capítulos y resolver enigmas que se iban abriendo por todas partes. La forma de conducir los episodios me pareció inquietante y me recordó a Fargo o Twin Peaks. No obstante en ocasiones daba la sensación de que había mucho misterio, que te creaba muchas expectativas pero después no pasaba nada. Pero al capítulo siguiente volvías a caer y a desear seguir viéndola para cerrar el círculo.
La actuación de Julia Roberts estupenda, y tanto Shea Whigham como Bobby Cannavale te los crees en su papel. Stephan James ha sido un descubrimiento.
En resumen, es una serie que se ve fácil y, sin crear expectativas muy altas, la recomiendo.