La película no se toma en serio a sí misma, y si haces lo mismo pasas un buen rato. Shyamalan domina perfectamente los tiempos del thriller, y se nota su mano experta en la dirección. En la forma es una buena película, en el fondo hace muchas aguas.

A nivel guion no da mucho de sí, y la película lo sabe y no le importa. Thriller de comedia? Puede ser. Me gusta este Shyamalan disfrutón.

Es como una película de Antena 3, de las que dan un sábado por la tarde, pero japonesa. Empieza siendo una comedia romántica ligera, bastante mala por cierto, pero a la media hora decide que quiere ser un thriller policíaco, con su asesino en serie y su pareja de detectives. Bastante mala también. Se quiere parecer a El silencio de los corderos mal, o incluso a Perfect Blue, pero peor todavía.

El guion no se sostiene demasiado, y las actuaciones son bastante malas, sobre todo la del asesino. Los policías llegan a unas conclusiones imposibles, y los protagonistas carecen de cualquier sentido común. La película va dejando cabos sueltos, y si no la he quitado a la mitad era por una curiosidad casi morbosa por ver como iban a atar estos detalles. Al final he decidido no dejarla a medias para ver como descarrilaba el tren, pero al final este descarrilamiento ha resultado ser un doble salto con tirabuzón para caer más o menos de pie y sin que ningún pasajero muera.

Al final, la película se da cuenta que no tiene nada que perder, así que decide apostar por convertirse en un culebrón venezolanojaponés, y ata sus cabos sueltos con una poca vergüenza digna de celebrar. La película decide dejar de tomarse en serio, o todo lo contrario, no estoy seguro. La huida hacia adelante que supone el final la convierte en una comedia involuntaria, que la verdad, se agradece después de tenernos una hora y cuarto sumidos en la mediocridad absoluta.

En definitiva, si podéis elegir, no la veáis. Si lo hacéis, aguantad hasta el final y lo mismo os echáis unas risas.