Ahora recuerdo cuando Mer hablaba de la sensación que le quedaba al final de ver Habana Blues. Es una tristeza profunda, pero calma. Como una vieja herida. De repente, todas las canciones de la banda sonora (preciosa, desde el primer momento) cobran su sentido verdadero, y las palabras duelen hasta en las personas ajenas.

El artista puro.
La amistad.
El amor a una tierra, que puede llegar a asfixiarte.
Las mentiras de lo que se ve a través del cristal, de lo que nos muestran.
La lucha por perseguir un sueño.
Los sacrificios de esa lucha, las pérdidas de esencias, de personas, o de oportunidades que quedaron en el camino.
La nostalgia aún antes de irse.
Las idas sin retorno.
Las lanchas en el mar.
La supervivencia, el seguir adelante, cada uno a su manera.
Las separaciones que nadie desea.
Elegir tu propio camino.
Las miradas que hablan.
Empezar de nuevo.

Un día Otto, aunque no se llamaba Otto, me mandó un avión de papel. Y seguimos trazando un círculo hasta la plaza mayor.
A mí círculo aún le queda tiza para continuar trazando su camino, aún no ha dado la vuelta, sigue explorando. Los cículos se unen y se separan, se buscan y se esperan. A veces cierran los ojos y se dejan llevar, a veces se abrazan, a veces se pierden, a veces se piensan..