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8
19 de agosto de 2019
19 de agosto de 2019
61 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin. Por fin te enfangas, Quentin. Con el rollo de la ultraviolencia ya no escandalizabas a nadie. Ser antinazi y pronegros, tampoco era salirse de lo políticamente correcto hoy día. Has tenido que enfrentarte de una vez al mayor monstruo de nuestra era: el feminismo hegemónico posmoderno. La familia Manson y el Hollywood de los sesenta no es más que un pretexto para poner las cartas sobre la mesa.
Lo hace de la mano de ese binomio que forman DiCaprio y Pitt, a lo Travolta y Jackson, con largos paseos en coche y con muchas cuentas pendientes que resolver. Se habla mucho de DiCaprio y su gran interpretación, tratando las típicas crisis y dudas que atraviesa un artista, pero aquí el que ajusta las cuentas y el que atenta contra todas las ideologías imperantes de Hollywood, es Pitt.
Obviamente, Tarantino como enfermo del cine que es, le saca mucho jugo al contexto y la ambientación es una maravilla, así como la riqueza cinematográfica que nos muestra de todo el Hollywood de la época. En el aspecto técnico, hace verdaderas virguerías con la cámara; aspecto que tenía muy estancado y en el que se ve una clara evolución.
Aquí ya no caben las Ideas. Cada uno ya viene con el discurso aprendido de casa y es imposible convencer a nadie. Es una cuestión de fuerza y de poder. Hablando no se entiende la gente. El mundo no está hecho de palabras, si no, los filólogos tendrían la solución para todos los problemas. Tarantino es consciente y no ha venido a demoler nada con moralinas absurdas, sino de la manera que mejor sabe hacer: a cañonazos.
Lo hace de la mano de ese binomio que forman DiCaprio y Pitt, a lo Travolta y Jackson, con largos paseos en coche y con muchas cuentas pendientes que resolver. Se habla mucho de DiCaprio y su gran interpretación, tratando las típicas crisis y dudas que atraviesa un artista, pero aquí el que ajusta las cuentas y el que atenta contra todas las ideologías imperantes de Hollywood, es Pitt.
Obviamente, Tarantino como enfermo del cine que es, le saca mucho jugo al contexto y la ambientación es una maravilla, así como la riqueza cinematográfica que nos muestra de todo el Hollywood de la época. En el aspecto técnico, hace verdaderas virguerías con la cámara; aspecto que tenía muy estancado y en el que se ve una clara evolución.
Aquí ya no caben las Ideas. Cada uno ya viene con el discurso aprendido de casa y es imposible convencer a nadie. Es una cuestión de fuerza y de poder. Hablando no se entiende la gente. El mundo no está hecho de palabras, si no, los filólogos tendrían la solución para todos los problemas. Tarantino es consciente y no ha venido a demoler nada con moralinas absurdas, sino de la manera que mejor sabe hacer: a cañonazos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Situaciones en las que Quentin azota inteligentemente al Me Too y al feminismo hegemónico, así como a comunidades como los hippies que no son más que estercoleros ideológicos de la sociedad:
La niña que no quieren que la llamen actriz, sino actor; en medio de toda esta guerra lingüística en el que el masculino neutro resulta ser terrorismo machista.
Acusaciones presuntamente falsas del asesinato de la mujer de Pitt por parte de éste, con la negación también de una mamada por miedo a que lo denuncien después. Vamos, el Me Too en toda su esencia.
La fantástica alegoría del linchamiento que sufre Pitt en la comuna hippie, y la paliza posterior que le propina al aliado feminista.
Cuando los hippies van a por lana y salen trasquilados. Van a ajustar cuentas con esos "terribles fascistas" y acaban calcinados, perdiendo claramente la batalla. Es por eso que lo de la familia Manson es sólo una excusa, cuando todos esperaban el asesinato de Sharon Tate, Quentin nos sale con esto.
En esa escabechina final, la violencia recae especialmente sobre las mujeres, algo por lo que a más de una hoy día le van a salir sarpullidos al verlo.
La niña que no quieren que la llamen actriz, sino actor; en medio de toda esta guerra lingüística en el que el masculino neutro resulta ser terrorismo machista.
Acusaciones presuntamente falsas del asesinato de la mujer de Pitt por parte de éste, con la negación también de una mamada por miedo a que lo denuncien después. Vamos, el Me Too en toda su esencia.
La fantástica alegoría del linchamiento que sufre Pitt en la comuna hippie, y la paliza posterior que le propina al aliado feminista.
Cuando los hippies van a por lana y salen trasquilados. Van a ajustar cuentas con esos "terribles fascistas" y acaban calcinados, perdiendo claramente la batalla. Es por eso que lo de la familia Manson es sólo una excusa, cuando todos esperaban el asesinato de Sharon Tate, Quentin nos sale con esto.
En esa escabechina final, la violencia recae especialmente sobre las mujeres, algo por lo que a más de una hoy día le van a salir sarpullidos al verlo.
5
6 de junio de 2019
6 de junio de 2019
163 de 308 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegué a esta serie porque el tema me interesa bastante, aunque, viendo quiénes la han gestado, sabía a lo que me exponía (y no precisamente a la radiación).
La decadencia de Hollywood como locomotora propagandística ha encontrado en plataformas como Netflix o la HBO un relevo con todavía mucha más fuerza y poder. Han creado un ecosistema en donde vender todo este tipo de productos es increíblemente fácil ya que la gente se ha entregado de pies y manos a ellos.
En Chernobyl están presentes todas las ideologías actualmente imperantes. Metiéndonos de lleno ya en el asunto, en una serie que a priori es un fiel reflejo de la realidad, respetando los hechos y en la cual todos sus personajes han existido como tal, nos aparece un único personaje inventado; una mujer, que al final de la serie nos justifican cutremente como representante de toda la comunidad científica que ayudaron a Valeri Legásov en la gestión del desastre.
Este personaje, inventado ad hoc, que se nos presenta como la salvadora total de todo el continente (pues recae en algo que Legásov no había advertido), no es más que una pasadita con el paño de la ideología de género a la serie. No hace falta ningún personaje que visibilice a un colectivo, como no ha hecho falta para visibilizar con un personaje concreto a los mineros o a los liquidadores. Con dos escenas de Legásov reunido con el comité cientifico, hubiera bastado. Pero no vayamos a ofender a nadie si no hay ninguna mujer en la serie con un papel transcendental, aunque no sea fiel a la realidad y para ello tengamos que hacer de trileros.
Sigamos con el animalismo, que también impera en la serie. En un relato de 5 horas, se le dedica más de media hora a los perros y a los gatos que hubo que sacrificar, dejando sin metraje a apartados tan importantes como la construcción del sarcófago. Ni siquiera reparan en animales salvajes o en impactos medioambientales de otra índole, solamente nos muestran lo adorables que son los perros y gatos que han de ser eliminados.
El daño colateral de la serie es cargar aún más de prejuicios a la energía nuclear, cuyas centrales son totalmente imprescindibles hoy día para seguir llevando a cabo nuestro modo de vida. Lo más curioso de todo, es que el ataque a las centrales nucleares se produce, en mayor medida, por los abanderados del cambio climático como mayor problema al que se enfrenta nuestra especie. Una energía que no emite CO2 y que es la más rentable y constante de todas las conocidas actualmente, tócate los cojones. Quien cierra nucleares, tiene que quemar gas o carbón, pues lamentablemente con las renovables sólo, no sirve.
Por último, de esto ya se ha hablado mucho, la propaganda antisoviética. Esto es lo más lógico de todo, esta gente no se va a gastar una millonada en hacer algo que no sea ridiculizar al enemigo. La serie pretende tratar como héroes a los personajes que nos libran de una tragedia aún mayor, pero en realidad la trascendencia de esos personajes reside en el hecho de que son los únicos que no achacan el accidente al fallo de un operador cualquiera, sino a todo un sistema. Son "héroes americanos".
Se olvidan, o pasan de puntillas, de que la mayoría de personas que dieron su vida allí, no eran ignorantes o iban obligados, sabían perfectamente a lo que se exponían. Esto, hoy día, en una sociedad totalmente individualizada, sería impensable. Eso sólo es posible en una sociedad comunitaria como lo era la URSS.
La decadencia de Hollywood como locomotora propagandística ha encontrado en plataformas como Netflix o la HBO un relevo con todavía mucha más fuerza y poder. Han creado un ecosistema en donde vender todo este tipo de productos es increíblemente fácil ya que la gente se ha entregado de pies y manos a ellos.
En Chernobyl están presentes todas las ideologías actualmente imperantes. Metiéndonos de lleno ya en el asunto, en una serie que a priori es un fiel reflejo de la realidad, respetando los hechos y en la cual todos sus personajes han existido como tal, nos aparece un único personaje inventado; una mujer, que al final de la serie nos justifican cutremente como representante de toda la comunidad científica que ayudaron a Valeri Legásov en la gestión del desastre.
Este personaje, inventado ad hoc, que se nos presenta como la salvadora total de todo el continente (pues recae en algo que Legásov no había advertido), no es más que una pasadita con el paño de la ideología de género a la serie. No hace falta ningún personaje que visibilice a un colectivo, como no ha hecho falta para visibilizar con un personaje concreto a los mineros o a los liquidadores. Con dos escenas de Legásov reunido con el comité cientifico, hubiera bastado. Pero no vayamos a ofender a nadie si no hay ninguna mujer en la serie con un papel transcendental, aunque no sea fiel a la realidad y para ello tengamos que hacer de trileros.
Sigamos con el animalismo, que también impera en la serie. En un relato de 5 horas, se le dedica más de media hora a los perros y a los gatos que hubo que sacrificar, dejando sin metraje a apartados tan importantes como la construcción del sarcófago. Ni siquiera reparan en animales salvajes o en impactos medioambientales de otra índole, solamente nos muestran lo adorables que son los perros y gatos que han de ser eliminados.
El daño colateral de la serie es cargar aún más de prejuicios a la energía nuclear, cuyas centrales son totalmente imprescindibles hoy día para seguir llevando a cabo nuestro modo de vida. Lo más curioso de todo, es que el ataque a las centrales nucleares se produce, en mayor medida, por los abanderados del cambio climático como mayor problema al que se enfrenta nuestra especie. Una energía que no emite CO2 y que es la más rentable y constante de todas las conocidas actualmente, tócate los cojones. Quien cierra nucleares, tiene que quemar gas o carbón, pues lamentablemente con las renovables sólo, no sirve.
Por último, de esto ya se ha hablado mucho, la propaganda antisoviética. Esto es lo más lógico de todo, esta gente no se va a gastar una millonada en hacer algo que no sea ridiculizar al enemigo. La serie pretende tratar como héroes a los personajes que nos libran de una tragedia aún mayor, pero en realidad la trascendencia de esos personajes reside en el hecho de que son los únicos que no achacan el accidente al fallo de un operador cualquiera, sino a todo un sistema. Son "héroes americanos".
Se olvidan, o pasan de puntillas, de que la mayoría de personas que dieron su vida allí, no eran ignorantes o iban obligados, sabían perfectamente a lo que se exponían. Esto, hoy día, en una sociedad totalmente individualizada, sería impensable. Eso sólo es posible en una sociedad comunitaria como lo era la URSS.
28 de septiembre de 2019
28 de septiembre de 2019
59 de 115 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Guerra civil, una caricaturización de Miguel de Unamuno, simbología patriótica española y algún que otro pretexto similar, ha necesitado Alejandro Amenábar para tratar de idiotas, una vez más, al "pueblo". Y lo hace de una manera tan cínica que nuevamente, éstos, tragarán con todo lo que comulgue con este discurso en el que han anidado acríticamente.
Si quieres hacer un biopic sobre el último año en vida de Miguel de Unamuno, lo primero que debería hacer alguien con dicho propósito, es investigar e informarse lo máximo posible sobre el tema; pero como la versión oficial, la de la Wikipedia, encajaba tan bien con la hoja de ruta a seguir, para qué más, ¿eh, Alejandro?
Amenábar basa toda su película en el relato que ha ido envolviendo al discurso ("venceréis pero no convenceréis") que dio Unamuno en la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, que al parecer fue muy distinto a como se cuenta en la película. Uno de los culpables de la mitificación de lo acontecido allí ese día, fue sin duda Luis Portillo. Invito a cualquiera que le interese el tema a que investigue por su cuenta.
Siguiendo con la película, toca hablar de Franco y el uso que se hace de éste. En casi todas las escenas se le quiere identificar con esa simbología e ideas que tanto detestan hoy día algunos españoles por culpa de su ignorancia y su corta perspectiva, que no les alcanza para ver más allá de la dictadura franquista. A destacar cuando Franco se queda mirando un cuadro del Cid, para automáticamente después relacionarlo con la idea metapolítica de Imperio; recordemos que España nació como tal y no como nación política, invento posterior de la izquierda. Disociar la idea de Nación con la de Izquierda definida políticamente de la época, como hace Amenábar, es una muestra de ignorancia más. Basta con leer el poema 'Madre España', de Miguel Hernández, para ponerse un poco en contexto.
Lo demás es el mismo relato de siempre: fachas envueltos en banderas y en himnos, muertos en las cunetas (sólo los de un bando), Federico García Lorca (a quien han convertido en abanderado de esta lucha desconociendo por completo quien fue en realidad), y una película que después de ver el final me da la sensación de estar dirigida más para el público anglosajón que para los españoles.
Si quieres hacer un biopic sobre el último año en vida de Miguel de Unamuno, lo primero que debería hacer alguien con dicho propósito, es investigar e informarse lo máximo posible sobre el tema; pero como la versión oficial, la de la Wikipedia, encajaba tan bien con la hoja de ruta a seguir, para qué más, ¿eh, Alejandro?
Amenábar basa toda su película en el relato que ha ido envolviendo al discurso ("venceréis pero no convenceréis") que dio Unamuno en la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, que al parecer fue muy distinto a como se cuenta en la película. Uno de los culpables de la mitificación de lo acontecido allí ese día, fue sin duda Luis Portillo. Invito a cualquiera que le interese el tema a que investigue por su cuenta.
Siguiendo con la película, toca hablar de Franco y el uso que se hace de éste. En casi todas las escenas se le quiere identificar con esa simbología e ideas que tanto detestan hoy día algunos españoles por culpa de su ignorancia y su corta perspectiva, que no les alcanza para ver más allá de la dictadura franquista. A destacar cuando Franco se queda mirando un cuadro del Cid, para automáticamente después relacionarlo con la idea metapolítica de Imperio; recordemos que España nació como tal y no como nación política, invento posterior de la izquierda. Disociar la idea de Nación con la de Izquierda definida políticamente de la época, como hace Amenábar, es una muestra de ignorancia más. Basta con leer el poema 'Madre España', de Miguel Hernández, para ponerse un poco en contexto.
Lo demás es el mismo relato de siempre: fachas envueltos en banderas y en himnos, muertos en las cunetas (sólo los de un bando), Federico García Lorca (a quien han convertido en abanderado de esta lucha desconociendo por completo quien fue en realidad), y una película que después de ver el final me da la sensación de estar dirigida más para el público anglosajón que para los españoles.

8.2
39,000
8
16 de agosto de 2021
16 de agosto de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Hitchcock aterrizaba en un Hollywood que vivía su época dorada y en donde las películas florecían como vergel en primavera. En ese contexto en el que la locomotora norteamericana -en plena Segunda Guerra Mundial- empezaba a cobrar una velocidad que todavía hoy no ha perdido, el director inglés nos presenta esta obra totalmente aislada de lo que acontecía al mundo en esos momentos.
Y es que dejando a un lado los detalles técnicos (travelling, voz en off novedosa, la buena fotografía...) y la intriga de la trama, la película se mueve en un plano totalmente psicológico de tres personajes trascendentales (trascendentales porque desbordan las categorías gnoseológicas) y de otro fantasmagórico (aunque materialmente presente, como veremos) que totaliza a los otros tres, determinándolos pero no conjugándolos pues todos ellos se pueden disociar en el momento que respectivas historias se nos presentan desde una perspectiva emic. El fantasma no condiciona la vida de los personajes por igual.
1. El aristócrata que no parece haber nacido para el cortejo, ni para el amor; a él le basta con lo material (esta vez no en un sentido filosófico) y con la corporeidad que se halla en un materialismo tan grosero, con hacer desaparecer las reliquias del pasado (amontonadas en una choza) y hasta con el cuerpo de su difunta esposa. Tan culta, bella y superior, que lo condenó a un eterno 'ni contigo ni sin ti'.
2. La elegida. La llamada a ocupar el vacío inmenso de aquella casa y de aquel hombre. Casi sin quererlo y con la sensación agónica de no estar a la altura de las circunstancias. Con una comparación enfermiza con el fantasma a cada paso sin ser consciente de que su virtud residía precisamente en ser su antítesis. Su batalla interna se iluminó aquella noche humeante que quién sabe si dio lugar a una nueva vida, a un nuevo amor.
3. El personaje con más matices de la función. Algunos dicen que reside en ella un lesbianismo encubierto y sutil, para evadir la censura de la época. Los recuerdos yacían esta vez inamovibles y no devolverlos a su posición primigenia se convertía en todo un sacrilegio. No podía desembocar en otros hogares, en otros mares; pues los fantasmas no existen ni pueden existir. Lo que sucede es que muere el cuerpo, pero no la persona (no es lo mismo un ser humano, una persona o un ciudadano); y que Rebeca aún estaba muy viva en cada rincón de aquella casa. Es por ello que había que poner fin a semejante desamparo y hundirse con el barco.
Y es que dejando a un lado los detalles técnicos (travelling, voz en off novedosa, la buena fotografía...) y la intriga de la trama, la película se mueve en un plano totalmente psicológico de tres personajes trascendentales (trascendentales porque desbordan las categorías gnoseológicas) y de otro fantasmagórico (aunque materialmente presente, como veremos) que totaliza a los otros tres, determinándolos pero no conjugándolos pues todos ellos se pueden disociar en el momento que respectivas historias se nos presentan desde una perspectiva emic. El fantasma no condiciona la vida de los personajes por igual.
1. El aristócrata que no parece haber nacido para el cortejo, ni para el amor; a él le basta con lo material (esta vez no en un sentido filosófico) y con la corporeidad que se halla en un materialismo tan grosero, con hacer desaparecer las reliquias del pasado (amontonadas en una choza) y hasta con el cuerpo de su difunta esposa. Tan culta, bella y superior, que lo condenó a un eterno 'ni contigo ni sin ti'.
2. La elegida. La llamada a ocupar el vacío inmenso de aquella casa y de aquel hombre. Casi sin quererlo y con la sensación agónica de no estar a la altura de las circunstancias. Con una comparación enfermiza con el fantasma a cada paso sin ser consciente de que su virtud residía precisamente en ser su antítesis. Su batalla interna se iluminó aquella noche humeante que quién sabe si dio lugar a una nueva vida, a un nuevo amor.
3. El personaje con más matices de la función. Algunos dicen que reside en ella un lesbianismo encubierto y sutil, para evadir la censura de la época. Los recuerdos yacían esta vez inamovibles y no devolverlos a su posición primigenia se convertía en todo un sacrilegio. No podía desembocar en otros hogares, en otros mares; pues los fantasmas no existen ni pueden existir. Lo que sucede es que muere el cuerpo, pero no la persona (no es lo mismo un ser humano, una persona o un ciudadano); y que Rebeca aún estaba muy viva en cada rincón de aquella casa. Es por ello que había que poner fin a semejante desamparo y hundirse con el barco.
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