Una sátira excesiva, en el sentido de que excede —como casi todo lo de Jeunet— el entendimiento de los mainstreamers. No es en absoluto sorprendente tanta crítica negativa: los críticos que suelen mencionarse en Filmaffinity no son más que eso (el grado varía, y su adaptabilidad a las zonas fronterizas también): mainstream.

Ciertamente no es su mejor película: los tiempos de producción que impone Netflix se notan y a la peli se le notan las costuras la falta de cuidado que sí hubo, por ejemplo, en películas como Delicatessen o La Ciudad de los niños perdidos. Pero a los que nadan en corrientes que poco tienen que ven con la principal o las subordinadas, no les disgustará la visión.

Claro, los americanos. La peli te deja pegado a la pantalla (aunque eso sí, la interrumpí dos veces para coger algo de comer). Titila un pelín la inteligencia pero luego te la apaga al meter lo típico USA: el patriotismo, el maniqueísmo personaje malo / personaje bueno, la clásica chica-premio para el héroe...
Una lástima que los personajes sean más bien esbozados y no haya casi profundidad psicológica.
El guión, para los amantes de la ciencia ficción, tira de una idea que no es original: las realidades paralelas.
Parece una crítica negativa, pero no lo es: al fin y al cabo la película es entretenida. Hay final para cartesianos: todo se explica y nos vamos a la cama contentos de que, al final, "everything has gone fine".

Lo mejor de la película, Samantha Morton. Y Sean Penn. Y la banda sonora, la cual, para un apasionado de jazz como yo, ha salvado la película. A mí me ha dejado un poco frío. Woody Allen ha hecho películas mucho mejores. Un 6, por lo que esboza (psicológicamnete), pero no más, por no atreverse a ahondar un poquito (sólo un poquito) más.

Así es. Pocas películas me han mantenido tan en el filo, tan crispado, tan molesto por dentro y al borde de la rabia, las lágrimas, el reproche (a mí mismo, al mundo) y la ternura, las ganas de abrazar al protagonista, las ganas de "salvarlo" y la impotencia de hacerlo... porque es una película y no puede entrar uno dentro.

Una película, eso sí, que es el mundo de cada día. Así que salvarle (y salvarnos) podemos hacerlo: es cuestión de no olvidarse de lo que has presenciado en la peli. De llevarlo contigo. Todos los días.