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4
14 de julio de 2017
14 de julio de 2017
310 de 512 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace mucho, casi ya unos 50 años, Franklin J. Schaffner convirtió la novela de Pierre Boulle en todo un ícono de este Séptimo arte. Una historia en la que nos perdíamos con el Coronel George Taylor (Charlton Heston), en la que compartíamos la incomprensión y desesperación que asolaba al personaje. ¿Un nuevo planeta totalmente dominado por los primates? ¿Los humanos relegados a animales? ¡Cuán maravillosa fue aquella fiesta! Y qué terrible es la resaca que de ella nos queda.
Obviando los pésimos films posteriores al primer largometraje, la trilogía que inició Rupert Wyatt en 2011 suponía una bocanada de aire fresco para esta desgastada historia. Representaba todo un enfoque radicalmente diferente al visto previamente en la gran pantalla. Los espectadores dejábamos de conocer nuevos viajeros espaciales, continuaciones locas y absurdas de un mundo de primates cada vez más semejante al humano en sus propósitos y problemas.
Con la película Wyatt ponía los puntos sobre las íes. Nos trasladaba al punto de partida para narrarnos cómo los hombres y cómo los primates se intercambiaban los roles. Todo podría haber quedado ahí con una más que buena explicación del origen del planeta de los simios; no obstante el hombre, y con él, la industria cinematográfica es ambicioso. Tal como sucedería con el film original, tocaba exprimir aún más la obra hasta vaciar el bolsillo del espectador.
De esta forma en verano de 2014 Matt Reeves tomó el relevo de Wyatt y continuó la saga con "El amanecer del planeta de los simios". Película convencional de acción y aventuras perfecta para entretener a un público en periodo estival sin ganas de ejercitar sus neuronas. Cierto es que continuaba, de forma acertada, la línea argumental que proponía su predecesora.
Pero, ¿por qué detenerse aquí? Como bien dice el refranero popular: "No hay dos sin tres". Y allá que fue Reeves con un nuevo largometraje. De esta forma llega "La guerra del planeta de los simios" a la gran pantalla. Presentada como la gran guinda del pastel, como la explicación última del cambio de mando en el planeta Tierra. ¿Y qué sucedió?
Obviando los pésimos films posteriores al primer largometraje, la trilogía que inició Rupert Wyatt en 2011 suponía una bocanada de aire fresco para esta desgastada historia. Representaba todo un enfoque radicalmente diferente al visto previamente en la gran pantalla. Los espectadores dejábamos de conocer nuevos viajeros espaciales, continuaciones locas y absurdas de un mundo de primates cada vez más semejante al humano en sus propósitos y problemas.
Con la película Wyatt ponía los puntos sobre las íes. Nos trasladaba al punto de partida para narrarnos cómo los hombres y cómo los primates se intercambiaban los roles. Todo podría haber quedado ahí con una más que buena explicación del origen del planeta de los simios; no obstante el hombre, y con él, la industria cinematográfica es ambicioso. Tal como sucedería con el film original, tocaba exprimir aún más la obra hasta vaciar el bolsillo del espectador.
De esta forma en verano de 2014 Matt Reeves tomó el relevo de Wyatt y continuó la saga con "El amanecer del planeta de los simios". Película convencional de acción y aventuras perfecta para entretener a un público en periodo estival sin ganas de ejercitar sus neuronas. Cierto es que continuaba, de forma acertada, la línea argumental que proponía su predecesora.
Pero, ¿por qué detenerse aquí? Como bien dice el refranero popular: "No hay dos sin tres". Y allá que fue Reeves con un nuevo largometraje. De esta forma llega "La guerra del planeta de los simios" a la gran pantalla. Presentada como la gran guinda del pastel, como la explicación última del cambio de mando en el planeta Tierra. ¿Y qué sucedió?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Que ni explicaciones, ni nuevos argumentos, ni hechos trascendentales. Simplemente una historia de esas fáciles de olvidar. Un historia de venganza que resulta totalmente intrascendente para el devenir de una civilización. Unos acontecimientos que podría haber encarnado cualquier personaje imaginable de la factoría Hollywood. Pero que por A o por B se decidió que la protagonizaran primates. Y así fue. La comida de marca blanca se enlató en envase de marca. Pero no es tan sólo la historia sino todo las piezas que confeccionan la película.
En primer lugar una cuadrilla de personajes que daría la talla en cualquier film de después de comer. El líder, el fuerte, el secundario que muere, el gracioso sin gracia y cómo no, la chica (más bien, la niña). Con la aparición de este personaje femenino, Reeves pretendía otorgarle a su obra un toque sentimental. El demostrar la compasión de los simios, la crueldad de los hombres y la bondad de los niños. Pero no nos vamos a engañar, este cóctel emocional que nos sirve el director es de puro garrafón. Esto se hace más que evidente con las falsas lágrimas de una niña tras la muerte un simio al que apenas conoce, lágrimas que ni siquiera aparecen tras la muerte del padre de ésta.
Contribuyen en esta mala broma unos enemigos que, a priori, pretenden representar el delirio de una especie abocada a la extinción. Pero que, más bien, dibujan el mayor de los esperpentos. "El Coronel" (interpretado por un aceptable Woody Harrelson) y su escuadrón de soldados, representan un fanatismo que sobrepasa el ridículo. Nada nuevo en esto de los tópicos: un malo que pierde el juicio y unos secuaces de aspecto rudo y torpeza extrema (imposible ver huir 500 simios de pelo negro en la nieve).
¿Y qué decir del final? No me quedan ya palabras para ello. Un ejército arrasado por una avalancha, la muerte del héroe al llegar a la tierra prometida... ¿Alguien da más en este despropósito? La banda sonora de la mano de Michael Giacchino no desentona. Puede que peque al buscar la sonrisa fácil de los enamorados del Rock al añadir el "Hey Joe" de Jimi Hendrix buscando, de esta forma, aliados en favor del film. Y es que poco se puede salvar de la quema en una película que más bien es un collage de clichés de cine palomitero. Quizá cabe destacar la fotografía, en especial las escenas de la playa con los simios cabalgando. A más de uno nos pareció ver de nuevo a Charlton Heston.
En definitiva, una película que se presentaba como un plato
de diseño con cierta intriga y expectación en sus ingredientes, ha resultado ser la misma hamburguesa americana grasienta que nos venden en toda esquina.
En primer lugar una cuadrilla de personajes que daría la talla en cualquier film de después de comer. El líder, el fuerte, el secundario que muere, el gracioso sin gracia y cómo no, la chica (más bien, la niña). Con la aparición de este personaje femenino, Reeves pretendía otorgarle a su obra un toque sentimental. El demostrar la compasión de los simios, la crueldad de los hombres y la bondad de los niños. Pero no nos vamos a engañar, este cóctel emocional que nos sirve el director es de puro garrafón. Esto se hace más que evidente con las falsas lágrimas de una niña tras la muerte un simio al que apenas conoce, lágrimas que ni siquiera aparecen tras la muerte del padre de ésta.
Contribuyen en esta mala broma unos enemigos que, a priori, pretenden representar el delirio de una especie abocada a la extinción. Pero que, más bien, dibujan el mayor de los esperpentos. "El Coronel" (interpretado por un aceptable Woody Harrelson) y su escuadrón de soldados, representan un fanatismo que sobrepasa el ridículo. Nada nuevo en esto de los tópicos: un malo que pierde el juicio y unos secuaces de aspecto rudo y torpeza extrema (imposible ver huir 500 simios de pelo negro en la nieve).
¿Y qué decir del final? No me quedan ya palabras para ello. Un ejército arrasado por una avalancha, la muerte del héroe al llegar a la tierra prometida... ¿Alguien da más en este despropósito? La banda sonora de la mano de Michael Giacchino no desentona. Puede que peque al buscar la sonrisa fácil de los enamorados del Rock al añadir el "Hey Joe" de Jimi Hendrix buscando, de esta forma, aliados en favor del film. Y es que poco se puede salvar de la quema en una película que más bien es un collage de clichés de cine palomitero. Quizá cabe destacar la fotografía, en especial las escenas de la playa con los simios cabalgando. A más de uno nos pareció ver de nuevo a Charlton Heston.
En definitiva, una película que se presentaba como un plato
de diseño con cierta intriga y expectación en sus ingredientes, ha resultado ser la misma hamburguesa americana grasienta que nos venden en toda esquina.

5.8
6,788
7
2 de abril de 2023
2 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A View to Kill” siempre en el top 5 de peores películas Bond, y uno de los films peor valorados de la saga.
Pero ¿Realmente es tan amarga la despedida de Moore del personaje? Yo creo que no.
Las películas Bond tienes unos elementos fácilmente identificables (la chica, el enemigo melómano, el plan maquiavélico de repercusión global…) que en esta película funcionan especialmente bien.
La escena previa a los créditos está cargada de adrenalina y de esa siempre inverosimilitud que acompaña a estas películas. Esquí? Snowboard? Motos de nieve? Un helicóptero? Qué más se puede añadir?
Tras ésta, el tema principal de la pélicula (Duran Duran- “A view to Kill”) que es puro pop de los años 80. Le queda como anillo al dedo a la escena de créditos.
Por otro lado, el plan maléfico de turno que no está mal. Pero lo que es espectacular es tanto el personaje de Max Zorin como la interpretación de Christopher Walken. ¡Vaya Psicópata! Frío, calculador y a diferencia de muchos otros némesis Bond, impredecible.
Junto a él el personaje de May Day que cumple notablemente en el rol de secuaz ineludible.
Y ¿Qué hay de 007? Cumple y con creces. Muy criticado Moore en este papel por la edad con la que llegó al film. Mayor ¿Y? Sinceramente se le nota la veteranía en el papel, se le ve cómodo, muy fluido y mucho más natural que en entregas previas.
Como punto negativo podríamos destacar a Tanya Roberts como chica Bond. Quizá le faltó carácter y dureza para el rol.
En resumen, un 007 muy fluido, escenas de acción notables (persecuciones en la nieve, en la torre Eiffel, carreras de caballos…) y sobretodo un sobresaliente villano que hacen de la película algo más que una simple despedida de Moore del Papel.
Pero ¿Realmente es tan amarga la despedida de Moore del personaje? Yo creo que no.
Las películas Bond tienes unos elementos fácilmente identificables (la chica, el enemigo melómano, el plan maquiavélico de repercusión global…) que en esta película funcionan especialmente bien.
La escena previa a los créditos está cargada de adrenalina y de esa siempre inverosimilitud que acompaña a estas películas. Esquí? Snowboard? Motos de nieve? Un helicóptero? Qué más se puede añadir?
Tras ésta, el tema principal de la pélicula (Duran Duran- “A view to Kill”) que es puro pop de los años 80. Le queda como anillo al dedo a la escena de créditos.
Por otro lado, el plan maléfico de turno que no está mal. Pero lo que es espectacular es tanto el personaje de Max Zorin como la interpretación de Christopher Walken. ¡Vaya Psicópata! Frío, calculador y a diferencia de muchos otros némesis Bond, impredecible.
Junto a él el personaje de May Day que cumple notablemente en el rol de secuaz ineludible.
Y ¿Qué hay de 007? Cumple y con creces. Muy criticado Moore en este papel por la edad con la que llegó al film. Mayor ¿Y? Sinceramente se le nota la veteranía en el papel, se le ve cómodo, muy fluido y mucho más natural que en entregas previas.
Como punto negativo podríamos destacar a Tanya Roberts como chica Bond. Quizá le faltó carácter y dureza para el rol.
En resumen, un 007 muy fluido, escenas de acción notables (persecuciones en la nieve, en la torre Eiffel, carreras de caballos…) y sobretodo un sobresaliente villano que hacen de la película algo más que una simple despedida de Moore del Papel.

6.6
47,803
5
24 de junio de 2024
24 de junio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Escribo esta crítica con ánimo de que no pierdas accidentalmente dos horas de tu vida. Voy a ser claro.
El título del propio film ya nos desvela buena parte de la trama. Y es que para sorpresa de nadie nuestro antagonista tiene personalidad múltiple (aprovecho para añadir que es un trastorno psiquiátrico tan sólo recogido en la literatura americana). Este trastorno se caracteriza, como bien se podría intuir, por la convivencia de múltiples identidades dotadas de idiosincrasia propia en un mismo individuo en relación con un evento traumático o el estrés.
El título del propio film ya nos desvela buena parte de la trama. Y es que para sorpresa de nadie nuestro antagonista tiene personalidad múltiple (aprovecho para añadir que es un trastorno psiquiátrico tan sólo recogido en la literatura americana). Este trastorno se caracteriza, como bien se podría intuir, por la convivencia de múltiples identidades dotadas de idiosincrasia propia en un mismo individuo en relación con un evento traumático o el estrés.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quitando este rasgo peculiar del villano, que encarna James McAvoy, es el mismo thriller psicológico que hemos visto una y otra vez. El maniaco que secuestra a unos inocentes y éstos que no entienden el significado de su secuestro. Como pasa siempre tenemos una protagonista (Anya Tylor-Joy) más inteligente que el resto de sus compañeros rehenes, y que poco a poco se va adentrado en la psique del secuestrador.
De manera que el transcurso de los acontecimientos es plano y deducible con un final bastante previsible que está a la altura del resto de la película. Aunque esto no pareció entenderlo Shyamalan (direccion) cuando pretendió darle con el cierre de Bruce Willis un redoble de tambores a un final que ya estaba muerto…
Lo más interesante de la película es la interpretación de James McAvoy que le da con su actuación vida propia a cada una de las 24 identidades de una manera brillante. Por su parte Anya Tylor-Joy hace el mismo papel que hace siempre Anya Tylor-Joy, rarita, reservada pero más despierta que los demás y dotada de sentimientos a pesar de esa aparente frialdad.
En definitiva, el mismo thriller psicológico que estamos cansados de ver con el comienzo, desarrollo y cierre de siempre. Pero eso sí, esta vez con un villano con justificaciones patológicas más novedosas y muy bien interpretado.
De manera que el transcurso de los acontecimientos es plano y deducible con un final bastante previsible que está a la altura del resto de la película. Aunque esto no pareció entenderlo Shyamalan (direccion) cuando pretendió darle con el cierre de Bruce Willis un redoble de tambores a un final que ya estaba muerto…
Lo más interesante de la película es la interpretación de James McAvoy que le da con su actuación vida propia a cada una de las 24 identidades de una manera brillante. Por su parte Anya Tylor-Joy hace el mismo papel que hace siempre Anya Tylor-Joy, rarita, reservada pero más despierta que los demás y dotada de sentimientos a pesar de esa aparente frialdad.
En definitiva, el mismo thriller psicológico que estamos cansados de ver con el comienzo, desarrollo y cierre de siempre. Pero eso sí, esta vez con un villano con justificaciones patológicas más novedosas y muy bien interpretado.
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