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Críticas ordenadas por utilidad
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6.5
66,989
2
26 de agosto de 2017
26 de agosto de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar como entretenimiento destacar que las interpretaciones son sobreactuadas en general y el guión aburrido y simplón. Por otro lado es un film que envejece mal pues cuesta verlo dos veces.
Además, como es habitual en el cine, hay enormes concesiones al rigor histórico. Es el caso del personaje Davos, o la anacrónica presencia de la loba capitolina con las figuras de Rómulo y Remo y, sobre todo, el de la destrucción de la biblioteca, que en este caso sería la del Serapeo y que no ocurrió tal como se nos quiere contar, (por cierto que en el 391 d C. pasó a ser un edificio cristiano). También el enfoque del obispo Cirilo y demás personajes parece poco objetivo, quizá forzando sus papeles para crear cierta tensión en la narración que capte el interés del espectador a precio de simplificar las cosas. La realidad apunta a que todo fue un enfrentamiento político y no religioso. De hecho Hipatia tenía discípulos tanto paganos como cristianos entre sus filas y, según las pocas fuentes históricas de que disponemos, parece que el patriarca Cirilio no fue más que un ambicioso de poder que no reparaba en medios para lograr sus fines, como tantos otros a lo largo de los siglos.
Si nos esforzamos por extraer algo positivo del film podemos llegar a ver una presentación del sórdido y fanático mundo de las religiones mundanas, llámense cristiana o como quieran. El pseudocristianismo siempre ha sido un verdadero problema para la ignorancia de los pueblos. Históricamente tenemos otro ejemplo más en este caso de lucha de poder encarnada por el obispo Cirilo y el prefecto de la ciudad Orestes. Se trata del comportamiento típico de los hombres de todas las épocas y lugares. En el film se recuerda la posibilidad de un uso inapropiado de las Sagradas Escrituras por parte del obispo para manipular con su mensaje al vulgo y a la élite. Esto no es nada nuevo.
Desde luego la película no es neutral e induce equívocos en los profanos respecto del verdadero mensaje que Cristo vino a anunciar, pero, en lugar de ver un mensaje anticristiano, creo que es mucho más útil ver en ella una denuncia contra el fundamentalismo proceda de donde proceda.
En definitiva, para aquellos que buscan la verdad de fondo y que conocen el verdadero mensaje del Evangelio, no puede escapárseles el hecho de que al menos ésta sea una película que nos recuerda como hasta lo más sagrado puede ser manipulado por la despiadada mente humana para cometer en su nombre las obras más impías. Antes de los fanatismos denunciados aquí, ya nos lo advirtió casi cuatro siglos antes el Señor Jesucristo:
“…y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.” (Jn.16:2-4)
Además, como es habitual en el cine, hay enormes concesiones al rigor histórico. Es el caso del personaje Davos, o la anacrónica presencia de la loba capitolina con las figuras de Rómulo y Remo y, sobre todo, el de la destrucción de la biblioteca, que en este caso sería la del Serapeo y que no ocurrió tal como se nos quiere contar, (por cierto que en el 391 d C. pasó a ser un edificio cristiano). También el enfoque del obispo Cirilo y demás personajes parece poco objetivo, quizá forzando sus papeles para crear cierta tensión en la narración que capte el interés del espectador a precio de simplificar las cosas. La realidad apunta a que todo fue un enfrentamiento político y no religioso. De hecho Hipatia tenía discípulos tanto paganos como cristianos entre sus filas y, según las pocas fuentes históricas de que disponemos, parece que el patriarca Cirilio no fue más que un ambicioso de poder que no reparaba en medios para lograr sus fines, como tantos otros a lo largo de los siglos.
Si nos esforzamos por extraer algo positivo del film podemos llegar a ver una presentación del sórdido y fanático mundo de las religiones mundanas, llámense cristiana o como quieran. El pseudocristianismo siempre ha sido un verdadero problema para la ignorancia de los pueblos. Históricamente tenemos otro ejemplo más en este caso de lucha de poder encarnada por el obispo Cirilo y el prefecto de la ciudad Orestes. Se trata del comportamiento típico de los hombres de todas las épocas y lugares. En el film se recuerda la posibilidad de un uso inapropiado de las Sagradas Escrituras por parte del obispo para manipular con su mensaje al vulgo y a la élite. Esto no es nada nuevo.
Desde luego la película no es neutral e induce equívocos en los profanos respecto del verdadero mensaje que Cristo vino a anunciar, pero, en lugar de ver un mensaje anticristiano, creo que es mucho más útil ver en ella una denuncia contra el fundamentalismo proceda de donde proceda.
En definitiva, para aquellos que buscan la verdad de fondo y que conocen el verdadero mensaje del Evangelio, no puede escapárseles el hecho de que al menos ésta sea una película que nos recuerda como hasta lo más sagrado puede ser manipulado por la despiadada mente humana para cometer en su nombre las obras más impías. Antes de los fanatismos denunciados aquí, ya nos lo advirtió casi cuatro siglos antes el Señor Jesucristo:
“…y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.” (Jn.16:2-4)

6.4
92,174
6
30 de octubre de 2010
30 de octubre de 2010
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que reconocer que Gibson sabe hacer cine, y eso se nota en la fotografía, ambientes, vestuario, medios que se emplean y en algunos detalles más. Esto es lo que justifica que como film podamos hablar de estar ante un gran trabajo. Pero hay que señalar que a una película que pretenda abordar la temática bíblica lo menos que podemos exigirle es un mínimo de rigor histórico, ya que esta no es una historia para pasar el rato comiendo palomitas. Si se pretende contar, debiera hacerse con todas las consecuencias e invitando a tomar una decisión personal delante del Señor Jesucristo, (inevitablemente a ello nos conduce el mensaje de la Cruz). Si se introducen ideas y cosas extrañas en su mensaje, supone desviar su verdadero propósito y desde luego no es honesto.
Lamentablemente, en general, las películas de este género suelen fallar en mostrarnos una visión creíble de los evangelios, haciendo siempre concesiones al público general. Así, o bien nos muestran el mensaje evangélico con una teatralidad sobreactuada, o bien se banaliza introduciendo mensajes completamente ajenos al espíritu bíblico, cuando no contrarios. Esta película en cuestión posee ambos defectos.
Por un lado se hace tanta insistencia en el lado del sufrimiento y el dolor que a la postre éste llega a ser el verdadero centro de la escena durante todo el metraje y, por consiguiente, desequilibra el mensaje completo de los evangelios. Este excesivo acento va en detrimento de otras facetas también reales y necesarias para llegar a entender y aceptar de manera personal la plenitud del Evangelio. Gibson nos hace caer en un ambiente totalmente gore, muy del gusto de la presente época e idóneo para hacer caja, pero al final le queda a uno un cierto regusto comercial de un tema serio en lugar de una aproximación real a la figura histórica de Jesús de Nazaret. Juzgue cada uno esto según entienda.
Por otra parte, la película también adolece el otro defecto grave que ya he señalado antes: el de tratar de introducirnos un mensaje extraño y completamente herético a través de toda la película. No es difícil detectar el mucho marianismo y misticismo que posee (lógicamente venido de un supuesto ultra católico como Gibson) que, como es sabido, es el verdadero hilo conductor tras bastidores de todo el film. Esto no es extraño, porque la verdadera fuente inspiradora del guión de la película es mística y no histórica, y eso, a mi modo de ver, es lo peor de toda la película. No es serio aceptar como fuente inspiradora, tal y como lo hace Gibson, los textos de las visiones estáticas de una monja agustina alemana (Anne Catherine Emmerich (1774-1824)). Esto ya dice mucho de la poca seriedad sobre la que se sustenta el guión de esta película, por no citar otros detalles.
En conclusión, si quiero ver cine gore, mejor otras películas, y, desde luego, con otros temas, y si trato de aprender marianismo y misticismo ultra católico, al menos no usar los evangelios como excusa para ello.
Lamentablemente, en general, las películas de este género suelen fallar en mostrarnos una visión creíble de los evangelios, haciendo siempre concesiones al público general. Así, o bien nos muestran el mensaje evangélico con una teatralidad sobreactuada, o bien se banaliza introduciendo mensajes completamente ajenos al espíritu bíblico, cuando no contrarios. Esta película en cuestión posee ambos defectos.
Por un lado se hace tanta insistencia en el lado del sufrimiento y el dolor que a la postre éste llega a ser el verdadero centro de la escena durante todo el metraje y, por consiguiente, desequilibra el mensaje completo de los evangelios. Este excesivo acento va en detrimento de otras facetas también reales y necesarias para llegar a entender y aceptar de manera personal la plenitud del Evangelio. Gibson nos hace caer en un ambiente totalmente gore, muy del gusto de la presente época e idóneo para hacer caja, pero al final le queda a uno un cierto regusto comercial de un tema serio en lugar de una aproximación real a la figura histórica de Jesús de Nazaret. Juzgue cada uno esto según entienda.
Por otra parte, la película también adolece el otro defecto grave que ya he señalado antes: el de tratar de introducirnos un mensaje extraño y completamente herético a través de toda la película. No es difícil detectar el mucho marianismo y misticismo que posee (lógicamente venido de un supuesto ultra católico como Gibson) que, como es sabido, es el verdadero hilo conductor tras bastidores de todo el film. Esto no es extraño, porque la verdadera fuente inspiradora del guión de la película es mística y no histórica, y eso, a mi modo de ver, es lo peor de toda la película. No es serio aceptar como fuente inspiradora, tal y como lo hace Gibson, los textos de las visiones estáticas de una monja agustina alemana (Anne Catherine Emmerich (1774-1824)). Esto ya dice mucho de la poca seriedad sobre la que se sustenta el guión de esta película, por no citar otros detalles.
En conclusión, si quiero ver cine gore, mejor otras películas, y, desde luego, con otros temas, y si trato de aprender marianismo y misticismo ultra católico, al menos no usar los evangelios como excusa para ello.
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