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Críticas ordenadas por utilidad
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3
20 de marzo de 2012
20 de marzo de 2012
59 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de una primera temporada en la que los guionistas nos hicieron ir todo el rato huyendo, viviendo en constante peligro, dando tumbos de aquí para allá y creando cierta tensión y expectación, los productores se dieron cuenta de que salía más barato mantenernos quietecitos en un sitio, sin dar tanta guerra por ahí y evitando localizaciones y efectos (ejem) especiales, porque nuestros fanboys iban a seguir nuestras andanzas aunque estuviésemos todo el día haciendo sudokus con el dedo meñique metido en la nariz.
Así pues, decidieron que en la segunda temporada (o, como lo conocemos entre nosotros, el Puto Desastre) acabáramos refugiados en una granja que parecía estar fuera de la influencia zombie para que la cosa se pudiese alargar durante 10 o 12 episodios a un precio razonable, que estamos en crisis. Así que, como no había mucho que hacer durante todo el santo día, porque en el mundo destruido que sale en la serie no hay tele, internet ni porno, nos dedicamos a las labores propias de una explotación agrícola y/o ganadera: dar de comer a las gallinas, recolectar huevos, recoger zanahorias, mirar el paisaje… En fin, cosas de esas para pasar el rato y estar un poco relajaos, que ya estaba bien de tanto trote cochinero.
Eso sí: entre una actividad agrícola y otra, hablamos. Hablamos mucho. Hablamos un montón. Hablamos de lo mal que está la cosa, de lo chungo que está el futuro, de lo mal que lo estamos pasando, de embarazos, de muerte, de destrucción… Pues eso, que hablamos, y lo hacemos en todas las puñeteras localizaciones que tiene la granja. Son un montón de episodios los que vamos a pasar aquí, y es importante explorar y explotar todas y cada una de las posibilidades de ese marco incomparable, así que hablamos en el porche por la noche, en el salón por la mañana, en el porche al atardecer, en los dormitorios, junto al camino, en el prado, junto al árbol, bajo el árbol, junto a la cerca, en el gallinero, en el salón por la noche, bajo el árbol al mediod… Eh, ¿qué es eso? ¿Un caminante? Pero ¿cómo se atreve? ¡Liquidémoslo, que está interrumpiendo nuestra charla trascendental! ¿Qué se cree que es esto? ¿Una serie de zombies? Por favor, que no nos perturben. Tenemos tantas cosas que decir… Tenemos que emplear todas nuestras fuerzas y el poco talento de los guionistas para tratar de darle a esto un tinte de profundísimo drama humano post apocalíptico sin conseguirlo, dando lugar, en cambio, a un patético quiero y no puedo que produce mucha vergüenza ajena y mucho, mucho, mucho aburrimiento.
Así pues, decidieron que en la segunda temporada (o, como lo conocemos entre nosotros, el Puto Desastre) acabáramos refugiados en una granja que parecía estar fuera de la influencia zombie para que la cosa se pudiese alargar durante 10 o 12 episodios a un precio razonable, que estamos en crisis. Así que, como no había mucho que hacer durante todo el santo día, porque en el mundo destruido que sale en la serie no hay tele, internet ni porno, nos dedicamos a las labores propias de una explotación agrícola y/o ganadera: dar de comer a las gallinas, recolectar huevos, recoger zanahorias, mirar el paisaje… En fin, cosas de esas para pasar el rato y estar un poco relajaos, que ya estaba bien de tanto trote cochinero.
Eso sí: entre una actividad agrícola y otra, hablamos. Hablamos mucho. Hablamos un montón. Hablamos de lo mal que está la cosa, de lo chungo que está el futuro, de lo mal que lo estamos pasando, de embarazos, de muerte, de destrucción… Pues eso, que hablamos, y lo hacemos en todas las puñeteras localizaciones que tiene la granja. Son un montón de episodios los que vamos a pasar aquí, y es importante explorar y explotar todas y cada una de las posibilidades de ese marco incomparable, así que hablamos en el porche por la noche, en el salón por la mañana, en el porche al atardecer, en los dormitorios, junto al camino, en el prado, junto al árbol, bajo el árbol, junto a la cerca, en el gallinero, en el salón por la noche, bajo el árbol al mediod… Eh, ¿qué es eso? ¿Un caminante? Pero ¿cómo se atreve? ¡Liquidémoslo, que está interrumpiendo nuestra charla trascendental! ¿Qué se cree que es esto? ¿Una serie de zombies? Por favor, que no nos perturben. Tenemos tantas cosas que decir… Tenemos que emplear todas nuestras fuerzas y el poco talento de los guionistas para tratar de darle a esto un tinte de profundísimo drama humano post apocalíptico sin conseguirlo, dando lugar, en cambio, a un patético quiero y no puedo que produce mucha vergüenza ajena y mucho, mucho, mucho aburrimiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Claro, sí, sí, también es cierto que de cuando en cuando salimos a aventurarnos lejos de los límites de la casa de la pradera para conseguir medicinas o predictors, o para buscar a alguno de los nuestros, que andan por ahí fuera haciendo el gilipollas en una América infestada de zombis. Nosotros somos muy de arriesgar nuestra vida para buscar atontolinaos. Lo suyo es que en cada episodio alguno de nosotros se pierda (a ser posible Carl, el niño idiota del sombrero, que da como más penita y es hijo de los protas) y los demás no sepan dónde está, para darle emoción al asunto.
Aunque emoción, lo que se dice emoción, más bien poca. En realidad, a nuestro querido público creo hace tiempo que les da exactamente igual lo que nos pase. Estamos acabados. Somos un grupo de personajes planos e idiotas de antología, y lo único que esperan de nosotros es que nos devore los higadillos el primer caminante con el que nos crucemos. Y con razón. En realidad, mereceríamos que así fuera solo porque, a pesar de vivir bajo una amenaza constante, ni se nos pasa por la cabeza idear ningún tipo de plan para escapar de la granja de Pin y Pon en el caso de que los muertos vivientes invadan nuestro paraíso lleno de vida, sol, luz y color. Ni de coña. Ni se nos ocurre hacer acopio de gasolina y agua en los vehículos, ni una ruta de escape, ni un punto de encuentro. ¿Pá qué? ¿Quién ha dicho que haya que aplicar la lógica y el sentido común en una serie de terror y fantasía? Los protagonistas que carecen de esas cualidades son más fáciles de matar.
También lo son los personajes que no tenían mucho protagonismo: en el último episodio los han masacrado a todos de la forma más increíble y más estúpida (“Hola… He dicho dos frases en la 2ª temporada y conduzco la caravana hasta el granero para salvar al niño retrasado y a su padre y, acto seguido, abro la puerta del vehículo a dos docenas de caminantes para que se me zampen a gusto y así quitarme de en medio”).
¿Lo único bueno de esta temporada? Que se han cargado a Shane. Por fin. Estaba hasta las pelotas de “Voy a girar la cabeza y a echar una miradita superprofunda al infinito cada vez que digo mi texto” y de “Estoy muy enfadado y molesto… Me voy a tocar la cabeza alzando mucho los brazos mientras me alejo para demostrarlo”.
Aunque emoción, lo que se dice emoción, más bien poca. En realidad, a nuestro querido público creo hace tiempo que les da exactamente igual lo que nos pase. Estamos acabados. Somos un grupo de personajes planos e idiotas de antología, y lo único que esperan de nosotros es que nos devore los higadillos el primer caminante con el que nos crucemos. Y con razón. En realidad, mereceríamos que así fuera solo porque, a pesar de vivir bajo una amenaza constante, ni se nos pasa por la cabeza idear ningún tipo de plan para escapar de la granja de Pin y Pon en el caso de que los muertos vivientes invadan nuestro paraíso lleno de vida, sol, luz y color. Ni de coña. Ni se nos ocurre hacer acopio de gasolina y agua en los vehículos, ni una ruta de escape, ni un punto de encuentro. ¿Pá qué? ¿Quién ha dicho que haya que aplicar la lógica y el sentido común en una serie de terror y fantasía? Los protagonistas que carecen de esas cualidades son más fáciles de matar.
También lo son los personajes que no tenían mucho protagonismo: en el último episodio los han masacrado a todos de la forma más increíble y más estúpida (“Hola… He dicho dos frases en la 2ª temporada y conduzco la caravana hasta el granero para salvar al niño retrasado y a su padre y, acto seguido, abro la puerta del vehículo a dos docenas de caminantes para que se me zampen a gusto y así quitarme de en medio”).
¿Lo único bueno de esta temporada? Que se han cargado a Shane. Por fin. Estaba hasta las pelotas de “Voy a girar la cabeza y a echar una miradita superprofunda al infinito cada vez que digo mi texto” y de “Estoy muy enfadado y molesto… Me voy a tocar la cabeza alzando mucho los brazos mientras me alejo para demostrarlo”.
5
29 de agosto de 2009
29 de agosto de 2009
41 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
LO MEJOR:
> Rinko Kikuchi.
> La fotografía.
> La música.
> El montaje.
> El hotel Bastille.
> Que no dura 180 minutos.
LO PEOR:
> El guión.
> La 'interpretación' de Sergi López.
> El guión.
> El 'inglés' de Sergi López.
> El guión.
> La 'entonación' de Sergi López.
> El personaje del señor que graba los sonidos.
> Las partes del guión en las que aparece Sergi López.
> Que no dura 30 minutos.
> Rinko Kikuchi.
> La fotografía.
> La música.
> El montaje.
> El hotel Bastille.
> Que no dura 180 minutos.
LO PEOR:
> El guión.
> La 'interpretación' de Sergi López.
> El guión.
> El 'inglés' de Sergi López.
> El guión.
> La 'entonación' de Sergi López.
> El personaje del señor que graba los sonidos.
> Las partes del guión en las que aparece Sergi López.
> Que no dura 30 minutos.

7.6
33,030
1
26 de marzo de 2013
26 de marzo de 2013
35 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día tuve el dudoso honor de soportar 'Amour', de Haneke. Siento decir que me aburrió. Mucho. Lo indecible. Bueno, en realidad no lo siento. Mi predisposición era buena. Hice de tripas corazón y le perdoné el tostón que me cascó en 'La cinta blanca'. Craso error.
A los 20 minutos ya estaba maldiciendo otra vez. Me la tragué entera, con la esperanza de que algo en una película tan anodina me emocionara. Sí, sí, ellos están fenomenal. Brutales están. A poco que hagan, tienen que destacar sobre la NADA que rezuma la película. Todos hemos visto a gente anciana a nuestro alrededor envejecer, perder facultades, hundirse poco a poco en el ensimismamiento que producen los diferentes males asociados a la edad y la enfermedad. La película de Haneke no me aporta una mierda. Y, lo que es peor: no me emociona. Alargar las escenas hasta el infinito no hace que una película sea más profunda. Bien al contrario, la única emoción que me provoca es la ira, el aburrimiento, la sensación de estar perdiendo mi precioso tiempo en un solemne, pedante y estrambótico monumento al tedio.
¿Que el director me quiere transmitir la desesperación de los personajes? ¿Su rutina? ¿Su mal? ¿Su vaya usted a saber qué cosa? Pues no lo consigue. Los bostezos que me provoca con cada minuto de metraje me lo impiden. La película termina poco después de la irritante cacería de una paloma con una manta. Ridículo. Esto no es una película: es un cortometraje malo de 7 minutos alargado hasta el absurdo que supera los 120. Me dan igual los premios. Me dan igual los reconocimientos. Me da igual la intelectualidad y su puta Mulder. Haneke me aburre. Pero ésta prometo que será la última vez.
Por cierto: el amor del título no lo vi por ninguna parte.
A los 20 minutos ya estaba maldiciendo otra vez. Me la tragué entera, con la esperanza de que algo en una película tan anodina me emocionara. Sí, sí, ellos están fenomenal. Brutales están. A poco que hagan, tienen que destacar sobre la NADA que rezuma la película. Todos hemos visto a gente anciana a nuestro alrededor envejecer, perder facultades, hundirse poco a poco en el ensimismamiento que producen los diferentes males asociados a la edad y la enfermedad. La película de Haneke no me aporta una mierda. Y, lo que es peor: no me emociona. Alargar las escenas hasta el infinito no hace que una película sea más profunda. Bien al contrario, la única emoción que me provoca es la ira, el aburrimiento, la sensación de estar perdiendo mi precioso tiempo en un solemne, pedante y estrambótico monumento al tedio.
¿Que el director me quiere transmitir la desesperación de los personajes? ¿Su rutina? ¿Su mal? ¿Su vaya usted a saber qué cosa? Pues no lo consigue. Los bostezos que me provoca con cada minuto de metraje me lo impiden. La película termina poco después de la irritante cacería de una paloma con una manta. Ridículo. Esto no es una película: es un cortometraje malo de 7 minutos alargado hasta el absurdo que supera los 120. Me dan igual los premios. Me dan igual los reconocimientos. Me da igual la intelectualidad y su puta Mulder. Haneke me aburre. Pero ésta prometo que será la última vez.
Por cierto: el amor del título no lo vi por ninguna parte.

6.1
25,325
2
15 de marzo de 2010
15 de marzo de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atentos, porque voy a contar la película en unas cuantas líneas. Procuren hacer algo mientras, que si no se me van a dormir en los brazos: Susie Salmon es una niña muy buena, que tiene una vida muy feliz y que está muy enamorada de un tío al que ha visto dos veces. Hasta aquí, la película no es nada del otro mundo, pero va más o menos bien.
PEEERO...
PEEERO...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...un día llega un señor malo y la mata. Ella va a un sitio que es como una demo del cielo, con campos de hierba, campos de grano, campos de esto, campos de aquello, mares, playas, perros, trineos, revistas, setos con forma de conejo, nieve y mogollón de azul y nubes... pero que resulta que no es el cielo, sino una colección de postales digitales a cual más falsa, más tonta, más cursi, más prescindible, más trillada. Desde ese limbo luminoso ve desesperada cómo su familia la echa de menos, (porque les ve muy tristes y eso), cómo la policía no investiga una mierda, cómo su asesino construye casas de muñecas mientras se descojona de la policía y de su familia, y cómo una tía rara se tira al que iba a ser su novio.
El abismo oscuro, denso e insondable del aburrimiento y el despropósito se va abriendo poco a poco, sin que se note. Un guión rematadamente mal escrito, una irritante e innecesaria repetición de escenas (la de la niña haciendo el cabra en la bici, a cámara lenta y gritando “mírame, papá!” mientras fotografía al asesino detrás de sus flores aparece unas 207 veces, desde todos los ángulos posibles), la bobalicona interpretación de Wahlberg y su peluquín, el inexistente personaje de Weisz, los palos de ciego de Sarandon, la escena de la bici otra vez, las miradas perdidas con la melena al viento de Ronan (a quien prefiero 10 millones de veces como pérfida niñata en ‘Expiación’) y el álbum que la hermana de la prota encuentra en casa del asesino (al que le faltaba el rótulo ‘Mis Asesinatos’ en la portada) donde éste tiene apuntados sus nefandos crímenes, con mechón de pelo incluido, y un detallado dibujo de su plan, por si olvidaba algo, hacen el resto. Sobresaliendo un poco por encima de este (con perdón) puto desastre, asoma la poquita y esperanzadora luz que desprende Tucci en esta tontuna. O tortura, como ustedes prefieran.
Después de dos horas de bostezos incontrolables, consultas al reloj (“pero, ¿cuánto dura esto, por diossss?”) y 10 o 12 subidas de azúcar, la cosa termina con el beso que la chica viene a buscar desde el otro lado, la muerte por “ay, qué caída más tonta” del asesino, y un espectacular y sordo eructo final de soles, lunas y estrellas en una traca incontrolada, mientras unas chicas muertas corretean “libres” por trigales veraniegos con fondo musical de This Mortal Coil (no, no es Enya, como he leído por ahí).
Demencial.
¿Éste es el director de ‘Criaturas celestiales‘ y la trilogía aquella de ‘El Señor de los Anillos’? ¿Seguro que es el mismo?
El abismo oscuro, denso e insondable del aburrimiento y el despropósito se va abriendo poco a poco, sin que se note. Un guión rematadamente mal escrito, una irritante e innecesaria repetición de escenas (la de la niña haciendo el cabra en la bici, a cámara lenta y gritando “mírame, papá!” mientras fotografía al asesino detrás de sus flores aparece unas 207 veces, desde todos los ángulos posibles), la bobalicona interpretación de Wahlberg y su peluquín, el inexistente personaje de Weisz, los palos de ciego de Sarandon, la escena de la bici otra vez, las miradas perdidas con la melena al viento de Ronan (a quien prefiero 10 millones de veces como pérfida niñata en ‘Expiación’) y el álbum que la hermana de la prota encuentra en casa del asesino (al que le faltaba el rótulo ‘Mis Asesinatos’ en la portada) donde éste tiene apuntados sus nefandos crímenes, con mechón de pelo incluido, y un detallado dibujo de su plan, por si olvidaba algo, hacen el resto. Sobresaliendo un poco por encima de este (con perdón) puto desastre, asoma la poquita y esperanzadora luz que desprende Tucci en esta tontuna. O tortura, como ustedes prefieran.
Después de dos horas de bostezos incontrolables, consultas al reloj (“pero, ¿cuánto dura esto, por diossss?”) y 10 o 12 subidas de azúcar, la cosa termina con el beso que la chica viene a buscar desde el otro lado, la muerte por “ay, qué caída más tonta” del asesino, y un espectacular y sordo eructo final de soles, lunas y estrellas en una traca incontrolada, mientras unas chicas muertas corretean “libres” por trigales veraniegos con fondo musical de This Mortal Coil (no, no es Enya, como he leído por ahí).
Demencial.
¿Éste es el director de ‘Criaturas celestiales‘ y la trilogía aquella de ‘El Señor de los Anillos’? ¿Seguro que es el mismo?

4.2
11,924
1
5 de mayo de 2014
5 de mayo de 2014
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi 'Pompeya' porque tenía una mínima esperanza de encontrar algo medianamente salvable en una película (?) que ya sabía que iba a ser un truño. Pues bien: ni eso… es un millón de veces peor que el más espantoso de los escenarios que hubiese sido capaz de imaginar. Y lo más lamentable de todo es que, cuando terminas de ver el espectáculo de meteoritos, lava, llamas, terremotos, simas profundas y movidas (“ooooh, qué bien hecho está todo”), acompañado aquí y allá por las tópicas y patéticas frases de un guión terrible dichas entre mohínes por unos actores en estado de desgracia, no te explicas cómo llegó ni una puta piedra de la ciudad sana y salva hasta nuestros días.
Un espanto.
Mala de solemnidad.
Un espanto.
Mala de solemnidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final mueren todos, que es lo que deseas desde el minuto uno. Lo que pasa es que tardan casi dos horas, que se hacen tan largas como los dos milenios que han pasado desde que desapareció la Pompeya real.
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