Mucho camino atrás escuché Supertramp mientras un piano volaba, al doctor Fleischman empezaba a gustarle Alaska (*). Esta noche al acabar el episodio 7 he sentido lo mismo. El guión y el ambiente creado son soberbios, y me cuesta nada olvidar que poco me gustó la idea de que el mejicano fuera la cabeza más visible.
Que bueno que pese a todo, hoy se sigan haciendo estas cosas, y que uno aún pueda permitirse el lujo de saborearlas.

(*) En la reposición de Filmin, las músicas han sido extirpadas y sustituidas por.. un algo, no lo sé, no me acuerdo.
Un pintor alemán de acuarelas se apoderó de mi cabeza y empezaron a aparecer salpicaduras ante cada consonante que el caballero con el bigote añejo pronunciaba.

Me sorprenden aquí sesudos comentarios cuya única referencia para su argumentación es uno de tantos lapsus alimenticios del jovencico Mr.Hawke y que tuve el disgusto de presenciar, en detrimento de mi juventud y mi economía.

El Perfume, 1984, Los Santos inocentes o Viven, con su enorme y merecida relevancia previa, dan lugar a sus versiones para lectores vagos. Muy relevantes y memorables, salvo el caso que compete. En el primero, para sorpresa de muchos obispos del séptimo arte, la literatura y la mía propia. Sembrado y valiente el señor Tykwer.

Luego están obras como Blade Runner, que le da una relevancia a las ovejas cibernéticas previas que nunca hubieran tenido, ni el amigo Scott tampoco sin el amigo Evangelistos, (opinamos yo y otro).
Y después las que, teniendo la osadía de partir de algo ya grande, refacturan y nos avasallan felizmente a los sin talento con joyas como Apocalypse Now. Que parte de uno de los monstruos de Conrad para hacer otra cosa igualmente bella y necesaria. Yo añado House como apropiación desmedida de Sherlock Holmes porque para eso el teclado es mío y esto no lo va leer nadie.

La repanocha de lo dicho sería "2001" La película basada en el cuento que da pie (de hecho patada) para parir el libro. Pero eso son cosas de las que sólo son capaces las bestias como Kubrick u otros capullos luminosos en órbita. Todos ellos, paradójica e inevitablemente, oscuros a pie de calle.
Por ejemplo, Buñuel. Picasso, no. Yo al malaguita lo veo como Buñuel veía por el ojo de birlibirloque, o el de cualquiera de las procaces barcelonesas de la calle Avignon, ya no me quedan más paradojas.

El tema es que para mí Bayona es un director de anuncios largos que, como el 99% de su generación y la mayoría de las personas habitantes de C/ Occidente, 21 padecen una inmadurez que les incapacita para tratar temas que se alejen de la esfera comercial. Independientemente de factura y talento, la falta de peso atómico de la cuasi totalidad de la oferta actual es su consecuencia. La endogamia cortijera, también.

En definitiva, la lectura de Viven (1974) es un sufrimiento con el que todo el mundo debería automedicarse. Si luego resulta que aparece otro monstruo luminoso en órbita baja, pues, la repanocha.

Pesada carga esa de los prejuicios, cuanto más tiempo encima más profundo se enquista. No sé si por eso o por los doblajes pero no puedo estar en mayor desacuerdo con alguno muy poco riguroso que aquí se expresa.

Ni hay divorcio, ni están en Tejas. Es Colorado, en plenas Rocosas, el pueblo de la foto se llama Ouray y es una de esas estampas alucinantes de la Route 550.

Kutcher es un ingrediente más de este coro de profesionales. La elección del elenco, los registros de cada uno de ellos y un guión excelente demuestran que el principal mérito está detrás de las cámaras. Gracias a lo cual el amigo Ashton ha conseguido que olvide su paso por Two&Half patéticos millonarios en California, se hayan ganado mi respeto las, (para nada florero), jóvenes rubias y Danny Masterson, (colega del guaperas desde That'70s), beneficiados por estar en su sitio y bien arropados tanto por el guión como por su bagaje respectivo.

A cada uno de los veteranos se les ha brindado la mejor de las oportunidades para desplegar su oficio y así lo han hecho. Perderse sus respectivas locuciones originales sería imperdonable. Y me alegro porque no tenía a Sam Elliott en mi campo de interés, al contrario que Debra Winger, (de la que aún disfruto en la última temporada de In Treatment), o el ex astronáuta Barry Corbin imborrable desde las andanzas por Cicely, Alaska.

Advertir que me resultó al princio chocante el uso simultáneo e intencionado de contenido dramático y humorístico. No sé si la extrañeza o el uso, pero la sensación mengua conforme discurre la serie. Yo no recuerdo nada similar y me ha parecido una valiente forma de no hacer lo de siempre.

Ojalá que a por la siguiente temporada.

Decía un maestro que no fue como mis maestros, que lo único que hay que leer es a los clásicos.
"Creo que la educación que habíamos recibido era una educación de jóvenes para la inmolación" es tan actual como presocrático, es tan español como próximo oriental y lejano occidental.

Ni con esa evidencia ante las narices, los jóvenes para la inmolación de hoy consiguen entender. La contienda ahora es incruenta en lo hemorrágico, pero tan criminal como la de cualquier otro tiempo. Es la muerte por inanición y envenenamiento del intelecto y la moral.
Así leemos aquí: "sufrió cuarenta años de dictadura y de otros tantos de terrorismo" desde la equidistancia y con el mínimo común divisor del maniqueísmo, con un ciclo de dos mareas, solventa un problema del que se autopercibe espectador.
Como mis maestros, no leyó los clásicos, ni le contaron Caperucita; o no la entendió, como mis maestros.

La valentía de este testimonio, uno más, me deja ante las dudas de siempre.
Por qué otros, no.
Qué es esa fuerza que nos obliga a hacer lo que tenemos que hacer, pero que no nos conviene.
Cómo la mayoría de los aún más afectados optan incluso por la humillación, cómo son capaces de vivir con ese peso una vida longeva.
En fin, pese a broncanos y almodovares de todo plumaje, peso y pronunciación, volvemos a ver cinespañol.
Lo que deja otra pregunta:
¿Cómo es posible que aún haya talento y vergüenza en entornos tan hostiles?

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La oferta se multiplica, ahora HBO, ayer Netflix y aún los de siempre. Encontrar entre ese mar de zombies y para zombies, qué pieza merece un poco de atención empieza a resultar suficiente fastidioso como para plantearse volver a los presocráticos. No he encontrado mejor vía discriminadora de polvos y pajas que el portal que nos reune. Directrices:

1. La opinión de los críticos oficiales se rige por la tarifa oficial.
2. Leer opiniones por utilidad.
3. Contrastar con opiniones por fecha.

En pocas sesiones conseguimos atisbar informaciones útiles de entre la maraña de condicionados y sus recurrentes cantinelas sobre "el amigo americano", malas conciencias enjugadas con el iPad y todas las profundidades existenciales que van desde PintorN a ValdeMorron.

De lo contrario seguirás pasando de largo ante pequeñas obras maestras como esta. Aunque te parezca tan increíble como a mí, un par de chavales guapísimos, educadísimos y majísimos en el Grand Central de toda la vida, te van a contar algo diferente de forma diferente.
Dale al play y déjate llevar con tan buena compañía, delante y detrás de las cámaras.

De nada.
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