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Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
14 de septiembre de 2005
90 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
En La habitación del hijo (La stanza del figlio, 2001), última película hasta el momento de Nanni Moretti, se representa una tragedia humana de tal envergadura, la muerte de un hijo, que se hace dueña y señora de su primer visionado y, por lo tanto, de su núcleo argumental en la transmisión boca a boca del mismo.
Sin embargo, por lo que respecta a ese hecho, la película no ofrece nada nuevo: se muere un hijo y, de la misma forma que había un antes, habrá también un después. Es algo incomprensible, pues parece decirnos que la vida del hijo no valía nada, pero esto es algo que Moretti filma con meridiana claridad y a lo que no dedica más atención de la necesaria: el dolor de la familia, el sentido de culpabilidad por lo que pudo haber ocurrido para que esa muerte no ocurriese, la difícil digestión del consuelo religioso, la reflexión sobre lo inesperado…
¿A qué dedica, entonces, su atención? Pues nada más y nada menos que a la luz que esa muerte ofrece sobre la vida. Pero no se trata en este caso de una luz revalorizadora, de una luz que nos advierta de la fragilidad de la vida y, por tanto, del mimo que exige su disfrute. No. Se trata aquí de una luz indagadora, de una luz que al multiplicar por infinito la complejidad del ser humano es capaz de llevar la muerte al plano estrictamente individual, extirpando la tragedia de los corazones que se quedan para llevarla a una tierra de nadie, en medio de la vida misma.
La habitación del hijo se construye a partir de una metáfora central, que se enuncia en su título: la habitación del hijo es el corazón del hijo, el inaccesible reducto de intimidad de todo ser humano a salvo de los otros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Andrea, el hijo muerto, avisa en vida de que más allá de carreras, paseos, comidas y risas compartidas, hay dentro de él algo imposible de compartir. Es, por ejemplo, una simple mentira de colegial, cuya posible existencia inquieta al padre. Pero lo esencial aquí es que esa inquietud no deriva de la posibilidad de haber sido engañado por el hijo, sino de la sospecha de que todo su afán de proximidad hacia el hijo (paseos, risas, viajes…) sólo le ha llevado a acercarse nada más que a la epidermis de su ser.
Por eso, cuando ya muerto la madre descubre que una vez hubo una chica, la tragedia se difumina en el interior de la familia y, como una presencia, el hijo reaparece en toda su individualidad, ajeno a ellos…, siendo dueño y señor de su muerte, una parte más de su vida, a la que también tuvo que enfrentarse a solas en una gruta en el fondo del mar.
Así, pues, una mentira y una novia estaban en el corazón del hijo, y padre, madre, hermana…lo más próximo… no lo sabían… El padre entra en la habitación del hijo en busca de la mentira y sale vacío de ella; la madre entra en la habitación del hijo en busca de la novia y sale también vacía de ella, pues el corazón del hijo es el reducto inviolable de su ser. La habitación del hijo es, pues, una advertencia. Una advertencia de que la libertad individual existe y de que nuestro conocimiento de los demás es siempre limitado: lo que no conocemos y apenas sospechamos también existe.
Por debajo de ese neorrealismo actual tan del gusto de Nanni Moretti, la película hace uso de un retoricismo sutil y efectivo. Aparte de la metáfora central ya comentada, dos motivos argumentales tienen implicaciones profundamente simbólicas. En primer lugar, la media docena de pacientes del padre, todos ellos con problemas psicológicos de la más variada condición, le advierten a él y nos advierten a nosotros de la inalcanzable tarea de penetrar en el interior de los otros. En segundo lugar, el viaje hacia la frontera con la chica de Andrea (que ya está con otro amigo…), un último paseo con el hijo muerto que, finalmente, se perderá en la lejanía en un rincón inescrutable del corazón de su amiga.
Llegados a ese fin definitivo, la última escena, memorablemente subrayada por una música muy presente en la película, nos muestra a tres seres (padre, madre, hija) solos frente al mar, ensimismados, juntos aún pero conscientes de su autonomía frente a la vida y la muerte.
26 de junio de 2005
41 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
'If...' trata un tema de cierta actualidad, el de las raíces de la violencia espontánea y aparentemente irracional. Trata, por ejemplo, de lo mismo que trata 'Elephant' de Gus Van Sant: de ese tema, por lo tanto, pero dentro del ámbito juvenil. Sin embargo, su forma de enfrentarse al mismo es radicalmente diferente. En la película de Van Sant hay una asepsia tan exagerada que al final el espectador se queda como estaba, sin saber por qué cree el director que los chavales asesinan a tanta gente. Obviamente, la no explicación es también una explicación.
En 'If...', sin embargo, todo está más claro. Y eso se debe al correspondiente contexto histórico-social. En la actualidad, la verdad es que pocas cosas de las que ocurren parecen estar claras. Por el contrario, en 1968, y el año es bien significativo, todo el movimiento cultural, social, político, etc. que recorría el mundo occidental parecía tener muy claro el porqué ocurrían ciertos hechos. Básicamente, lo que la película ofreces es un análisis cuasi anarquista de la realidad, según el cual existen unos opresores perfectamente identificados, los que ostentan el poder (en la película, los que llevan un internado), y unos oprimidos también bien identificados (en nuestro caso, los jóvenes internos) que solo pueden desembarazarse de esa opresión y alcanzar su libertad a través de la violencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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El 'If...' del título viene a decirnos: si todo lo que hemos visto antes de la escena final, un enfrentamiento a tiros entre los jóvenes oprimidos y los distintos estamentos opresores, no hubiese ocurrido, ¿esa violencia se hubiera producido?
El problema de la película es que, aunque se entiende perfectamente qué idea quiere transmitir, ha envejecido un poco. Porque eso que el director nos muestra y que dará como resultado esa violencia es de una suavidad que produce hoy en día estupefacción. Tanta, que al acabar la película uno piensa que hay una enorme desproporción entre el final y lo que lleva a ese final (algo de disciplina, algunos varazos a los chavales...).
Por lo demás, la película es entretenida, está bien narrada y los personajes, sobre todo el principal, suficientemente definidos. Hay, además, escenas perdurables, sobre todo las que se desarrollan fuera del colegio, que reflejan un comportamiento libérrimo de los personajes juveniles y que entroncan con el comportamiento violento y espontáneo de los muchachos de La Naranja Mecánica de Kubrick.
En resumen, una película interesante pero muy condiconada por su época.
Capturing the Friedmans
Documental
Estados Unidos2003
7.5
7,632
Documental
10
1 de octubre de 2005
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental se enfrenta analíticamente a la tarea de dar cuenta de la complejísima realidad que se deriva del descubrimiento de que el padre y uno de los hijos de una familia normal son pederastas.
Con el aporte fundamental de las opiniones de cada uno de sus protagonistas y con imágenes familiares filmadas en video por ellos mismos, el documental soporta una carga intelectual y emocional extraordinaria: el entrecruzamiento de percepciones sobre la veracidad o no de las acusaciones, la complejidad acerca de delimitar el grado del delito cometido, la imperturbable autosugestión de los implicados acerca de su inocencia y la conmoción indescriptible de tal acusación en la mujer y madre de los implicados constituyen un entramado de palabras e imágenes de tal intensidad que el resultado es una obra excepcional e inolvidable.
Una buena parte de los comentarios hechos sobre este documental se han centrado en la idea de que su motivo argumental principal es ‘la descomposición de una familia’. Lo cierto es que una aseveración de ese tipo no hace sino descubrir la enorme dificultad que hay para asumir la principal lección que se deriva, nunca intencionadamente, de lo que vemos en pantalla: la película muestra de forma diáfana que las apariencias engañan o, lo que es lo mismo, que nada hay en quienes nos rodean que nos pueda hacer suponer que esconden secretos terribles. Esto, aunque es un tópico del cine de ficción, es precisamente lo más perturbador de este documental pues lo que nos muestra no es ficción, sino realidad pura y dura. Porque aunque después de la investigación a toro pasado se descubran cien mil detalles que vinculan unos hechos con otros, eso no ayuda sino a recudrecer la perturbación esencial: ya no se trata solo de que puede que no conozcamos a las personas que tenemos alrededor, sino de que somos ignorantes respecto a lo que fueron en el pasado y que puede seguir estando presente en su ahora.
El espectador que quiera aprehender este documental en toda su profundidad no debe visionarlo en los términos en que contempla un reality show televisivo: distanciarse de los hechos que se le presentan con el argumento de que las personas que cometen esos actos, de que las familias donde ocurren esas cosas, son seres especiales, no es sino negar la posibilidad del interesantísimo análisis interiorizado que un documental como este nos invita a hacer.
No es fácil reseñar esta obra. Su riqueza inagotable obliga a invitar a su ineludible visionado.
28 de agosto de 2005
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo peor de esta película es que el espectador cae en la trampa de la que trata el mismo argumento: ingenuamente, hay momentos en que fuerzas la cabeza para hacerte cargo de lo que se está contando. Es lo peor porque lo que cuenta la película no tiene ninguna importancia; ningún interés.
Lo mejor de esta película se deriva de lo anterior: como se suele decir, es una película que engancha, vamos, que entretiene, y que no lo hace tanto por cómo está filmada sino por su historia. Lo que ocurre es que una vez vista no admite más revisiones. Y este es su problema: fílmicamente no tiene ningún atractivo como película de acción, y su contenido, una vez visto, se desinfla por completo. En consecuencia, se ve, entretiene y, acto seguido, se olvida para nunca jamás.
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