You must be a loged user to know your affinity with Jose
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6.5
259
7
30 de enero de 2017
30 de enero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver una película japonesa y sobre gatos fue algo irresistiblemente suculento para mí. Sabes que no es una obra maestra del arte, pero sabes que quizá esté bien. Y nada más ni nada menos nos encontramos con una película muy afable, tierna, con una imagen cuidada y fresca y una música que cohesión muy bien todo el largometraje.
La historia es cíclica: la protagonista va alquilando gatos a varias personas, tras ello, aparece en el patio colindante al suyo un cascarrabias 'vejestorio' -tal y como lo llama la protagonista- que le hace recordar a Sayoko que desea casarse, pues se siente sola tras la muerte de su abuela, a quien recuerda con especial cariño, lo que aporta momentos nostálgicos y melancólicos a la película.
La historia es cíclica: la protagonista va alquilando gatos a varias personas, tras ello, aparece en el patio colindante al suyo un cascarrabias 'vejestorio' -tal y como lo llama la protagonista- que le hace recordar a Sayoko que desea casarse, pues se siente sola tras la muerte de su abuela, a quien recuerda con especial cariño, lo que aporta momentos nostálgicos y melancólicos a la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final concluye con la aparición de un amigo de la infancia, con quien restablece un encuentro simpático que sirve para hacer un flashback sobre la infancia de la protagonista, quien siempre fue inusual. El final de la película acaba con el cartel que tiene puesto en su habitación con el objetivo de querer casarse, cayéndose.
Es una película tremendamente amable, muy cálida y confortable, que no quiere ser pretenciosa y tiene escenas muy tiernas -si ya de por sí el hecho de que haya multiplicidad de gatitos por todos lados es algo muy enternecedor- que hacen que te guste la obra. Es, siguiendo la línea de la industria fílmica japonesa, un largometraje que guarda esa peculiar esencia nipona, con sus excentricidades tan cercanas
Es una película tremendamente amable, muy cálida y confortable, que no quiere ser pretenciosa y tiene escenas muy tiernas -si ya de por sí el hecho de que haya multiplicidad de gatitos por todos lados es algo muy enternecedor- que hacen que te guste la obra. Es, siguiendo la línea de la industria fílmica japonesa, un largometraje que guarda esa peculiar esencia nipona, con sus excentricidades tan cercanas
6
20 de enero de 2017
20 de enero de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Controvertida en su época por sus escenas -que a día de hoy son bastantes suaves-, la 'ópera prima' de Séria nos presenta a dos chicas que acaban de entrar en su adolescencia y que establecen un fuerte vínculo a través de su devoción por Satán, como reacción al ambiente conservador y ultracatólico en el que viven. Es interesante cómo lo que empieza como una tonta rebeldía acaba desembocando en cosas más serias que sin embargo; retienen esa atmósfera de languidez adolescente rebelde, inocente y que intenta acercarse a lo oscuro, que es el elemento que cohesión toda la obra. A veces odias y repeles a las protagonistas por lo estúpidas que te pueden llegar a parecer (especialmente con esas risas un tanto sórdidas y molestas), otras veces, empalizas con ellas y comprendes el porqué de sus actuaciones.
Huelga destacar también algunas bellas tomas de la película, esa simbología de la que se apropian las protagonistas para crear una atmósfera pecaminosa, pero a la vez inocente, que es el hilo conductor del largometraje. Es ese paso de la infancia a la complicada adolescencia. Todo ello se culmina, por un lado, con una banda sonora simple pero apropiada a cada momento, y por otro lado, con escenarios oscuros que complementan al resto de elementos de una obra.
Sin embargo, ya sea por el rechazo que a veces despiertan las protagonistas o por momentos densos y aburridos, no puedo darle una puntuación mayor a esta película; eso sí, se ha de reconocer su valor y el hecho de que es una buena película, que 'grosso modo' sabe conexionar cada cabo de la trama.
Huelga destacar también algunas bellas tomas de la película, esa simbología de la que se apropian las protagonistas para crear una atmósfera pecaminosa, pero a la vez inocente, que es el hilo conductor del largometraje. Es ese paso de la infancia a la complicada adolescencia. Todo ello se culmina, por un lado, con una banda sonora simple pero apropiada a cada momento, y por otro lado, con escenarios oscuros que complementan al resto de elementos de una obra.
Sin embargo, ya sea por el rechazo que a veces despiertan las protagonistas o por momentos densos y aburridos, no puedo darle una puntuación mayor a esta película; eso sí, se ha de reconocer su valor y el hecho de que es una buena película, que 'grosso modo' sabe conexionar cada cabo de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final de la película es tremendamente bello y simbólico -quizá sea la mejor parte de la película. Ese discurso poético que pronuncian las dos chicas antes de quemarse vivas, símbolo de la unión por el Mal que han profesado durante toda la película y que ahora también se ha convertido en amor entre ellas, sirviendo su suicidio como el punto final al hastío vital para dar paso a un amor más allá de la muerte.

8.2
79,678
10
6 de enero de 2017
6 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda una de las mejores películas del director. Técnicamente es impecable: con un tiempo interno corto y un mismo escenario, la vecindad, y las viviendas de cada inquilino, Hitchcock crea un espacio único, que dota al filme de intimidad. El protagonista es Jeff, pero también lo somos nosotros; somos nosotros quien a través de él nos colamos en cada casa, cotilleamos cada una de sus vidas y nos implicamos en el vecino central, el señor Thorwald. El director sabe crear a la perfección un mundo complejo, de rencilla y suspense de una trama inicial tan simple y cotidiana que es un señor con una pierna escayolada que reposa, y en cuyo período de recuperación se convertirá en todo un profesional del voyeurismo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se crean en la película dos líneas argumentativas que ineludiblemente se entrelazan. Por un lado, la relación de Jeff con Lisa, interpretada por una impecable y preciosa Grace Kelly, y el misterio que resulta ser el señor Thorwald. Con el paso del tiempo, nuestro protagonista se centra en dicho vecino, percibiendo en este conductas anómalas, que llevan a Jeff a pasar de ser un espectador casual de sus vecinos a ser un auténtico detective. Lisa y la enfermera del personaje interpretado por Stewart, en un principio escépticas y preocupadas por la obsesión del protagonista con el espionaje vecinal, acaban al final de la película convirtiéndose en verdaderas cómplices del caso, llegándose incluso a arriesgarse por tal de desenmascarar el crimen de Thorwald, que ni más de menos, es el asesinato de su mujer.
Hitchcock sabe cocinar con auténtica destreza todos los alimentos de primera calidad de la película: la evolución de Jeff con Lisa; la propia evolución de esta última y de Estela, la enfermera; un ambiente envolvente, conseguido, entre otras muchas cosas, por unas imágenes familiares e íntimas, y por una música, que además, procede del propio largometraje, de una de las casas de los vecinos. Se consuma la película con la visión del ser humano como 'una raza de mirones', tal y como dice Estela —en mi opinión, uno de los mejores personajes, con una interpretación sublime— en la que cualquiera podría sentirse identificado. De ahí el título de esta reseña 'ética de ventanas', término que también aparece en el largometraje y que bien define esto que digo, esa necesidad, en ocasiones casi anímica que a veces tenemos por saber de los entresijos y de los asuntos ajenos.
Todas las tramas individuales de cada vecino se entrelazan. En palabras de Göethe, «todo se teje hacia la totalidad»; todo en la película acaba unificado, y aquellos momentos en los que nos reímos de Jeff pensando que está alucinando, acaban siendo momentos de verdadera tensión, como son la muerte del perro, momento clave del filme y desde el que se desarrolla todo el cuerpo principal de la tensión, que se exaspera para llegar a un final tensísimo: la lucha de Jeff y Thorwald, que quiere asesinarle también.
No cabe duda de que es una película altamente recomendable, donde los errores, si es que se pueden encontrar, son imperceptibles. Basta solo esta película para afirmar la maestría de Hitchcock.
Hitchcock sabe cocinar con auténtica destreza todos los alimentos de primera calidad de la película: la evolución de Jeff con Lisa; la propia evolución de esta última y de Estela, la enfermera; un ambiente envolvente, conseguido, entre otras muchas cosas, por unas imágenes familiares e íntimas, y por una música, que además, procede del propio largometraje, de una de las casas de los vecinos. Se consuma la película con la visión del ser humano como 'una raza de mirones', tal y como dice Estela —en mi opinión, uno de los mejores personajes, con una interpretación sublime— en la que cualquiera podría sentirse identificado. De ahí el título de esta reseña 'ética de ventanas', término que también aparece en el largometraje y que bien define esto que digo, esa necesidad, en ocasiones casi anímica que a veces tenemos por saber de los entresijos y de los asuntos ajenos.
Todas las tramas individuales de cada vecino se entrelazan. En palabras de Göethe, «todo se teje hacia la totalidad»; todo en la película acaba unificado, y aquellos momentos en los que nos reímos de Jeff pensando que está alucinando, acaban siendo momentos de verdadera tensión, como son la muerte del perro, momento clave del filme y desde el que se desarrolla todo el cuerpo principal de la tensión, que se exaspera para llegar a un final tensísimo: la lucha de Jeff y Thorwald, que quiere asesinarle también.
No cabe duda de que es una película altamente recomendable, donde los errores, si es que se pueden encontrar, son imperceptibles. Basta solo esta película para afirmar la maestría de Hitchcock.
10
5 de febrero de 2017
5 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director te atrapa, te zarandea con violencia, te eleva hacia lo místico. Es una película del sentimiento, de la conexión, de lo puro, de la verdad.
Dreyer nos relata el juicio y consiguiente condena de Juana de Arco en una enumeración de primeros planos de una fuerza colosal. Se ven en cada una de las escenas los sentimientos de los personajes, sus inquietudes, sus decisiones y también sus preocupaciones. Siendo una película pancromática, podemos discernir y disfrutar de bellos colores blanquecinos que ilustran religiosamente el rostro de María Falconetti (Juana de Arco); un rostro de por sí devastador, de una verdadera santa. Hay en sus facciones un halo de potente fuerza que llega al espectador y le hace temblar. Desde sus lágrimas, a su boca a sus manos, el largometraje es un verdadero poema visual que se saborea lentamente, pero que nunca cansa. La hora y media que dura el filme pasa ágilmente, incluso cuando se ve sin ningún sonido de fondo, ya que la ausencia de este es quizá uno de los más importantes ingredientes de la película. Juana conecta con ese silencio, es el cuerpo de toda la carga religiosa que ella aporta, es la base para su reflexión, para su preocupación. Es una película muy depurada, incluso de retazos minimalistas, que selecciona lo importante, lo carga de símbolos potentes, y lo dispara con precisión.
Dreyer nos relata el juicio y consiguiente condena de Juana de Arco en una enumeración de primeros planos de una fuerza colosal. Se ven en cada una de las escenas los sentimientos de los personajes, sus inquietudes, sus decisiones y también sus preocupaciones. Siendo una película pancromática, podemos discernir y disfrutar de bellos colores blanquecinos que ilustran religiosamente el rostro de María Falconetti (Juana de Arco); un rostro de por sí devastador, de una verdadera santa. Hay en sus facciones un halo de potente fuerza que llega al espectador y le hace temblar. Desde sus lágrimas, a su boca a sus manos, el largometraje es un verdadero poema visual que se saborea lentamente, pero que nunca cansa. La hora y media que dura el filme pasa ágilmente, incluso cuando se ve sin ningún sonido de fondo, ya que la ausencia de este es quizá uno de los más importantes ingredientes de la película. Juana conecta con ese silencio, es el cuerpo de toda la carga religiosa que ella aporta, es la base para su reflexión, para su preocupación. Es una película muy depurada, incluso de retazos minimalistas, que selecciona lo importante, lo carga de símbolos potentes, y lo dispara con precisión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El tema es realmente conmovedor, un proceso inquisitorio realmente duro, que llega con fuerza. En cada momento sentimos el dolor de Juana, su ímpetu fervoroso de afirmar que es una enviada de Dios, aunque decirlo al final le lleve a su muerte. Es una verdadera mártir, que en un principio, temiendo a la hoguera, niega sus visiones; pero que consciente del poder divino, se retracta volviendo a afirmar sus confesiones, que en la película se traduce en un momento verdaderamente emotivo y suntuoso, para justo después dar paso a la escena de su ejecución, con una prole popular que la reclama, la admira y se enfrenta a las autoridades eclesiásticas bajo la premisa de que han asesinado a una santa.
En suma, es una película magnífica, una joya del cine dramático nórdico de los años veinte, mucho más experimental y cercana al expresionismo que a las ya incipientes películas comerciales estadounidenses.
En suma, es una película magnífica, una joya del cine dramático nórdico de los años veinte, mucho más experimental y cercana al expresionismo que a las ya incipientes películas comerciales estadounidenses.

8.1
138,957
10
4 de febrero de 2017
4 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Blade Runner' nos lleva al ya no tan lejano 2019 a través de una depurada actuación de Harrison Ford, un 'blade Brunner' o unidad cuyo objetivo es retirar a los Nexus, unas unidades en principio superiores en fuerza e iguales en inteligencia a los humanos, usados en el espacio exterior como esclavos, que sin embargo, vuelven a la tierra. Desde entonces serán proscritos y por ende, cada vez que sea visto uno, deberá ser matado.
Lo cierto es que nunca he sido muy devoto de los temas 'sci-fi', pero encontrarse con obras maestras como esta hace que esa opinión vea todas sus bases tambalear. La estructura de la película en sí ya es deliciosa. Esa atmósfera post-apocalíptica, de un mundo distópico, tras la globalización y con la persistencia de un capitalismo ya muy asentado -nada lejos de la realidad, todo esto- donde las aspiraciones individualistas con anhelos económicos es lo importante. Es una masificación global de esos escenarios urbanos nipones, tan bellos pero a la vez agobiantes, funestos o desesperanzadores si cabe. Scott sabe unir su maravillosa y bien conjugada estética con una música abrumadora, a la vez elegante y muy descriptiva, que cohesiona magistralmente cada una de las escenas. Como añadido, destacar cabe también a esa Sean Young (Rachael), bellísima, casi con un halo místico a su alrededor, que protagoniza muchas de las mejores escenas del largometraje.
Aunque sin duda, lo más interesante -como si ya de por sí lo ya comentado no fuese sublime- es el vasto océano temático que ofrece la película. Ya la introducción da cabida a múltiples reflexiones, esa dicotomía lingüística entre 'matar' y 'retirar', que nos lleva a pensar en la muerte. Los replicantes fueron diseñados físicamente a semejanza humana, pero no es de extrañar que de la experiencia emerja en ellos la mente, los sentimientos y con ello toda la larga lista de preguntas existenciales que cualquier humano puede plantearse a lo largo de su vida: su muerte, su existencia, su principio, su porqué y un larguísimo etcétera.
Lo cierto es que nunca he sido muy devoto de los temas 'sci-fi', pero encontrarse con obras maestras como esta hace que esa opinión vea todas sus bases tambalear. La estructura de la película en sí ya es deliciosa. Esa atmósfera post-apocalíptica, de un mundo distópico, tras la globalización y con la persistencia de un capitalismo ya muy asentado -nada lejos de la realidad, todo esto- donde las aspiraciones individualistas con anhelos económicos es lo importante. Es una masificación global de esos escenarios urbanos nipones, tan bellos pero a la vez agobiantes, funestos o desesperanzadores si cabe. Scott sabe unir su maravillosa y bien conjugada estética con una música abrumadora, a la vez elegante y muy descriptiva, que cohesiona magistralmente cada una de las escenas. Como añadido, destacar cabe también a esa Sean Young (Rachael), bellísima, casi con un halo místico a su alrededor, que protagoniza muchas de las mejores escenas del largometraje.
Aunque sin duda, lo más interesante -como si ya de por sí lo ya comentado no fuese sublime- es el vasto océano temático que ofrece la película. Ya la introducción da cabida a múltiples reflexiones, esa dicotomía lingüística entre 'matar' y 'retirar', que nos lleva a pensar en la muerte. Los replicantes fueron diseñados físicamente a semejanza humana, pero no es de extrañar que de la experiencia emerja en ellos la mente, los sentimientos y con ello toda la larga lista de preguntas existenciales que cualquier humano puede plantearse a lo largo de su vida: su muerte, su existencia, su principio, su porqué y un larguísimo etcétera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
'¿Es penoso vivir con miedo, verdad?', le dice uno de los replicantes al 'blade runner'. El conocimiento propio del Ser y el miedo a ser la Nada, a desaparecer, a morir. Impresionante también es la correlación entre creador y creado, entre padre e hijo: los Nexus fueron creados como reflejos de los humanos -recordar por supuesto esa fantástica metáfora en la que se crea un monigote de madera, como símbolo de la facilidad con la que se pueden crear ahora humanos- y también esa magnificente escena en la que Roy mata a Tyrell tras darle un beso, una escena cargada de simbolismo que recuerda al 'Dios ha muerto' nietzscheano. El concepto del final de la frase 'Lástima que ella ya no pueda vivir, ¿pero quién vive?' es un cierre excepcional al filme, concluye con esa historia sentimental con Rachael, aunque ella sea una replicante y se supone que ha de ser retirada; y a la vez es una potente reflexión sobre si realmente somos felices con las ajetreadas y bulliciosas vidas que llevamos.
Sin duda un 'must-see' que no deja indiferente. Es como si el director ajetrease al espectador para llamarlo a la reflexión, a la vez que es una no muy distante radiografía de lo que hoy en día es el mundo moderno.
Sin duda un 'must-see' que no deja indiferente. Es como si el director ajetrease al espectador para llamarlo a la reflexión, a la vez que es una no muy distante radiografía de lo que hoy en día es el mundo moderno.
Más sobre Jose
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here