Si el director se hubiera tomado la molestia de ver dos películas, nos hubiera evitado tener que asistir a este esperpento de película, que tras una fachada correcta esconde un guión hueco, con un recurso manido y pretencioso. Ni por ver a la Hathaway merece la pena. Me explico...

Pretender hacer una sátira sobre el mundo de los cómic y los frikis puede ser una gran idea, pero llegar hacer una espantosa película sobre súper héroes te convierte en un friki sin más. Aún así creo que tiene alguna cosa buena, la dirección artística y la producción son más que buenas, y Javier Gutiérrez hace lo que puede con su "papelón", Elsa Pataky tan guapa como de costumbre y Pablo Pinedo (P. Tinto) como Gigaman en la escena del cumpleaños fue el único momento en que pude reírme. Me hubiera gustado que del atrevimiento del director hubiera resultado algo más digno pero la realidad es que la película es soporífera.

Para mi tiene el mérito de ser la peor película que he visto en este año. La película Santos que vi el otro día era La Guerra de las Galaxias al lado de esta exhibición de idiotez, insoportable, vomitiva, este rollo de buenísimo absurdo y de naderías para retrasaditos, del buen rollito de superioridad moral que esconde una miserable existencia egoísta y vacía. La protagonista es una mezcla entre el Luisma de la serie Aída, la Tonta del Bote, Pipi Calzas largas y Mr Bean todo en uno, eso si, sin pizca de gracia y tan repelente como pensar en chupar el escobillero de un retrete. Los diálogos son insufribles, la "historia", suponiendo que exista, porque toda la película está tan vacía como el cerebro de la protagonista, es una payasada, que produce una nausea como la de Sartre. Leyendo las críticas tan favorables que tiene esta película, no he podido evitar acordarme de Piero Manzoni un "artista" que se cagó en 90 botes y los vendió como obras de arte con el letrero "mierda de artista", llegando a pagar algún incondicional hasta 75.000 dólares por un bote. Si quieren mierda de Mike Leigh, no se pierdan esta película.

El libro ya era malo de solemnidad, no por su calidad, que también, sino porque se trataba de un cuento para niños, que la editorial, inexplicablemente, comercializó como un libro para adultos. El resultado un best seller, lo que no se si dice mucho del público al que iba dirigido este cuento. El libro era increíble, esto es, no se lo creía nadie que no tuviera ocho años o menos, y es que trata la brutalidad de la política de exterminio del nazismo durante la II Guerra Mundial con un infantilismo que pretende ser tierno pero resulta absurdo. Lo primero que resultaba imposible de la historia original era que un niño de ocho años y una niña de doce hijas de un comandante nazi no hubieran oído hablar del nazismo! en la Alemania Nazi! en Berlín! Si lo primero que hizo Hitler, como cualquier gobierno totalitario, fue adoctrinar en la escuela, imponiendo su visión del mundo a todos, sobre todo a los niños, educando en el odio al diferente e imponiendo una única visión de la realidad. Pero resulta que el niño de la historia parece a ET recién caído de un platillo volante. Lo del campo de concentración, no merece comentarios, es tan ridículo que insulta a la inteligencia, ni guardas, ni torretas, el niño parece un fantasma que permanece horas y días en la alambrada sin ser visto por nadie, Lo dicho Walt Disney. Lo más triste de la película es que se olvida del origen del campo de concentración, que es el odio absoluto, irracional, visceral al otro, odio venenoso que se inyecta a los niños desde que tienen uso de razón, y que explica la atrocidad del campo de concentración, esta película no es una visión del Holocausto porque es un cuento, pero puro cuento.

Se supone que es una comedia, pero es tan previsible, tan aburrida, con tan poca gracia (los primeros 45 minutos es de lo peor que he visto en años) que uno duda de que realmente sea una comedia, incluso la banda sonora que pretende remarcar las escenas supuestamente cómicas, queda descolgada como las risas falsas de las comedias americanas, porque no hay nada gracioso que resaltar. En el guión se perciben cortes y recortes, que dejan escenas pretendidamente con tensión cómica en ridiculas. Los actores se salvan, a pesar de que los dialogos son insufribles, hay escenas que hacen moderno el cine de Paco Martínez Soria, y uno lamenta que se recurra al chiste facil y al futbol (de nuevo) pero sin añadir nada. La última parte de la película se soporta mejor y hasta tiene algún chiste, aunque por momentos me recordaba a aquella película protagonizada por Pajares y Esteso.- Yo hice a Roque tres, pero esta en mala. Vaya a verla, comprenderá porque el cine español esta en decadencia.