Infumable. No se puede creer lo bajo que ha caído el cine para que este engendro de película gane premios.

Nadie tiene el acento que se supone debiera tener; y la película está llena de tópicos sexistas (varón: malo; mujer: buena).

La música es horrorosa e interfiere con la trama (que tampoco es interesante ni compleja; más bien maniquea y didáctica).

Las actuaciones: muy pobres y básicas. Se echa tanto de menos una buena escuela de actuación y una dirección de actores adecuada.

La serie podría haber sido buena, valiosa e interesante, si no fuera por la extrema egolatría de su creador. Así, los diálogos remanidos, organizados para glorificar a su creador, los personajes maniqueos y creados por el Bob Pop de 5 años, una dirección de actores pésima (no se explica cómo Candela Peña está tan pero tan mal) convierten esta serie en un producto fallido.

Oscar Martínez repite el mismo personaje que compuso en "El ciudadano ilustre". Si es culpa del guion, del director o de sí mismo, está por verse, pero da la sensación de haberse esforzado poco actoralmente.

El guion es frágil: los personajes femeninos carecen de profundidad (la secretaria; la restauradora; a la nuera ni siquiera la conocemos; la ex está totalmente desperdiciada) y se limitan a dar pie a las reflexiones (anticuadas, remanidas) del personaje de Martínez. El único personaje femenino que tiene un cargo jerárquico superior al protagonista está delineado de manera gruesa e ideológicamente incongruente (si es del PP sería raro que dijera expresamente que prefiere una escultura de una escultora; si es del PSOE sería raro esa manera de mencionar antepasados franquistas: si los tiene; no quedaría adecuado hacer gala de ellos). Otra incongruencia del guion: el discurso victimista del personaje de Martínez durante el concurso, y el resultado.

Una lástima, porque el tema es muy interesante, y el ritmo de la trama es ameno. Pero pareciera como si los guionistas creyeran que están descubriendo un debate que en cambio lleva décadas planteado, y con más altura y originalidad.

Si eres mujer, te toca enseñar los pechos en las escenas de sexo. A ellos, en cambio, se les protege al punto del ridículo: quién puede creerse una escena de sexo en la que 4hombres gays se revuelcan en calzoncillos? Por otro lado, hoy lo trans invade todo. Una comedia de amor gay termina siendo un desfile de rarxs en el que ellos/ellas tienen clara preeminencia sobre ellas/ellos. Dentro de unos años la veremos y pensaremos: qué mal ha envejecido.

Cuesta creer que a este guion que parece fruto de una borrachera de amigos trasnochado (esas ideas que parecen geniales hasta que lo relees) le hayan dado un dinero (público!) para que se filmara. En el desfile bizarro y gratuito caben apellidos terminados carpichosamente en "s" (probable chiste interno de alguna tribu urbana?), una mexicana disfrazada de indígena con acento pretendidamente español, nieve con forma de papelitos, un acartonamiento y lentitud de flashbacks que impide avanzar...por favor, que alguien impida estos bodrios.