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7.2
50,655
6
23 de junio de 2009
23 de junio de 2009
32 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi juicio, una película extraña, interesante pero que puede encandilar y aburrir a partes iguales. Y es que a pesar de sus innegables virtudes, como son las actuaciones en general (exceptuando a un insulso y hierático Ralph Fiennes, que me decepcionó esta vez), y la historia que acontece, que te obliga a reflexionar durante y después de su visionado, a esta película le falta fuerza. Si a ésto unimos que la peli no tiene ritmo, su visionado resulta de lo más apático. Termina el film y te queda la sensación de haber visto un drama sin alma, gélido, ya que la relación sentimental de la pareja no logra emocionarte como espectador, te quedas impasible, indiferente. Al menos esa es la sensación personal que a mí me produjo.
Soy consciente, sin embargo, que de esta película se pueden sacar múltiples lecturas sobre los temas que la misma trata, y dependiendo de la sensibilidad particular de cada uno, nos llamará más la atención una cosa u otra. En cuanto a mí, me quedo con dos mensajes. El primero es la importancia del primer amor, según el autor. Tanto, que no se puede dejar de recordar nunca, aún cuando se construya otra vida, se cree una familia, se madure y pases el resto de tu vida junto a otra persona. Yo, particularmente pienso que habría que desmitificar ese primer amor que todos tenemos. El verdaderamente importante no debe ser el primero sino el último. Si no es así, es que algo muy grande falla.
El segundo mensaje con el que me quedo es el del “orgullo”. El orgullo está patente durante toda la película en los personajes, y no como una virtud precisamente. Más bien como un terrible defecto que les aboca a la soledad y a la incomprensión.
Soy consciente, sin embargo, que de esta película se pueden sacar múltiples lecturas sobre los temas que la misma trata, y dependiendo de la sensibilidad particular de cada uno, nos llamará más la atención una cosa u otra. En cuanto a mí, me quedo con dos mensajes. El primero es la importancia del primer amor, según el autor. Tanto, que no se puede dejar de recordar nunca, aún cuando se construya otra vida, se cree una familia, se madure y pases el resto de tu vida junto a otra persona. Yo, particularmente pienso que habría que desmitificar ese primer amor que todos tenemos. El verdaderamente importante no debe ser el primero sino el último. Si no es así, es que algo muy grande falla.
El segundo mensaje con el que me quedo es el del “orgullo”. El orgullo está patente durante toda la película en los personajes, y no como una virtud precisamente. Más bien como un terrible defecto que les aboca a la soledad y a la incomprensión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y en el caso de Hanna, incluso a pasar 20 años en prisión. Me resulta sumamente llamativo el carácter de la protagonista, que es capaz de avergonzarse por no saber leer e ir a prisión con tal de no admitirlo, y de permanecer impertérrita al ayudar a asesinar a cientos de personas. Por otra parte, en los años 40 y 50, el analfabetismo estaba a la orden del día. Las guerras, pobrezas y miserias primaban antes que la cultura. Era más importante sobrevivir a ilustrarse. Obvio. No entiendo porqué era tan vergonzante para ella. En cualquier caso, en mi opinión, es irrelevante lo que se plantea en el juicio de si había escrito el panfleto inculpatorio ese o no -que obviamente no lo hizo-, ya que todas deberían haber cumplido la misma pena de prisión.
Otro punto interesante de reflexión que nos brinda esta película es lo que nos expone el profesor de derecho en un momento dado. Nos habla de la diferencia entre la moralidad y la legalidad. Hanna cumplía su deber como carcelaria después de todo. Obedecía órdenes. En otras palabras: cumplía la ley que regía en esos momentos aunque fuese reprobable e inmoral. Ella, completamente robotizada y anulada como persona (entendiendo como persona a alguien que es capaz de pensar por sí misma) acataba y ejecutaba lo estipulado.
La película no nos muestra un punto de vista maniqueo, parcial, explicándonos como a corderitos lo que está bien y lo que está mal. Para eso ya tuvimos en nuestra infancia las películas de Disney. Aquí se nos invita a la reflexión, como digo, y que cada uno saque sus propias conclusiones.
Y claro…lo realmente interesante es preguntarnos ¿qué hubiésemos hecho nosotros de haber sido alemán en esos años? ¿Cómo nos hubiésemos comportado? ¿Cómo Hanna, cumpliendo órdenes? O ¿hubiésemos sido capaces de actuar con voluntad propia, con moralidad, aún a riesgo de ser tildados de traidores y poner en peligro nuestra propia vida?
Otro punto interesante de reflexión que nos brinda esta película es lo que nos expone el profesor de derecho en un momento dado. Nos habla de la diferencia entre la moralidad y la legalidad. Hanna cumplía su deber como carcelaria después de todo. Obedecía órdenes. En otras palabras: cumplía la ley que regía en esos momentos aunque fuese reprobable e inmoral. Ella, completamente robotizada y anulada como persona (entendiendo como persona a alguien que es capaz de pensar por sí misma) acataba y ejecutaba lo estipulado.
La película no nos muestra un punto de vista maniqueo, parcial, explicándonos como a corderitos lo que está bien y lo que está mal. Para eso ya tuvimos en nuestra infancia las películas de Disney. Aquí se nos invita a la reflexión, como digo, y que cada uno saque sus propias conclusiones.
Y claro…lo realmente interesante es preguntarnos ¿qué hubiésemos hecho nosotros de haber sido alemán en esos años? ¿Cómo nos hubiésemos comportado? ¿Cómo Hanna, cumpliendo órdenes? O ¿hubiésemos sido capaces de actuar con voluntad propia, con moralidad, aún a riesgo de ser tildados de traidores y poner en peligro nuestra propia vida?

6.9
7,121
5
20 de septiembre de 2009
20 de septiembre de 2009
46 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que soy un fanático del western. Pero considerar esta película como obra maestra es una arbitraria exageración. En absoluto tiene los mimbres para ello. No tiene ni una banda sonora inolvidable, ni ninguna actuación memorable (que sí buenas actuaciones del dueto), ni una temática nunca vista, ni ninguna gloriosa escena que vaya a permanecer en la retina con el paso del tiempo. El montaje es bastante malo y la fotografía nada del otro mundo.
No obstante, también posee algunas virtudes. Como ya han mencionado algunos compañeros, es posible que esta película siente las bases del spaghetti-western, que sea una especie de germen, aunque yo pienso que solo sería una influencia más, como también lo pueden ser las películas de samuráis de Kurosawa.
Es cierto que los personajes de Gary Cooper y Burt Lancaster se alejan de los esquemas maniqueos recurrentes que tan acostumbrados nos tenían en este tipo de cine y que en cierto modo nos pueden recordar de soslayo, a los personajes de Leone.
Ben (Gary Cooper) es un personaje “gris”,- y nunca mejor dicho ya que es un excoronel confederado- que hace del “bueno” de la película. Sin embargo, como digo, lejos de ser un idealista maniqueo y santurrón, nos encontramos con una persona de cierta edad y experiencia que viene de perder una guerra y que busca ganar dinero con sus habilidades como pistolero. No le importa el bando ni los ideales que se defiendan, pero se ve que tiene principios y límites.
Joe (Burt Lancaster) es el “malo” – y va siempre vestido de negro-, aunque un malo que no es un villano clásico ya que cae simpático desde el principio, ya que tiene mucho de desfachatez y de bufón. No tiene modales, o más bien los de una cabra montesa, pero en cambio, posee la puntería y la rapidez de otro gran pistolero. Este sí que no tiene ninguna clase de escrúpulos, es egoísta y lo único que le importa es salirse con la suya sea como sea. O sea, que es más parecido al "feo" de Leone, aunque en este caso sería el "guapo".
En cuanto a la temática de la peli, aunque esté mil veces visto lo de que un grupo de osados se adentren en territorio enemigo e inhóspito, porque deben de cruzarlo para cumplir una misión, se agradece. Por lo menos yo, ya que lo que quiero ver en este tipo de cine, es aventuras y desventuras. Eso sí, hubiese preferido indios (vamos, toda la vida), que no francesitos amanerados con lanzas y trajes de gala todo el rato. Creo que estropeaban la esencia del western. Tampoco los mexicanos con cara de retrasados mentales ayudaban mucho, la verdad.
Pues eso, una película pasable, entretenida, pero nada más. Con grandes fallos y algunos aciertos. Curiosa de ver para los amantes del género como yo, pero totalmente prescindible para el resto, porque no les va a aportar nada en absoluto.
No obstante, también posee algunas virtudes. Como ya han mencionado algunos compañeros, es posible que esta película siente las bases del spaghetti-western, que sea una especie de germen, aunque yo pienso que solo sería una influencia más, como también lo pueden ser las películas de samuráis de Kurosawa.
Es cierto que los personajes de Gary Cooper y Burt Lancaster se alejan de los esquemas maniqueos recurrentes que tan acostumbrados nos tenían en este tipo de cine y que en cierto modo nos pueden recordar de soslayo, a los personajes de Leone.
Ben (Gary Cooper) es un personaje “gris”,- y nunca mejor dicho ya que es un excoronel confederado- que hace del “bueno” de la película. Sin embargo, como digo, lejos de ser un idealista maniqueo y santurrón, nos encontramos con una persona de cierta edad y experiencia que viene de perder una guerra y que busca ganar dinero con sus habilidades como pistolero. No le importa el bando ni los ideales que se defiendan, pero se ve que tiene principios y límites.
Joe (Burt Lancaster) es el “malo” – y va siempre vestido de negro-, aunque un malo que no es un villano clásico ya que cae simpático desde el principio, ya que tiene mucho de desfachatez y de bufón. No tiene modales, o más bien los de una cabra montesa, pero en cambio, posee la puntería y la rapidez de otro gran pistolero. Este sí que no tiene ninguna clase de escrúpulos, es egoísta y lo único que le importa es salirse con la suya sea como sea. O sea, que es más parecido al "feo" de Leone, aunque en este caso sería el "guapo".
En cuanto a la temática de la peli, aunque esté mil veces visto lo de que un grupo de osados se adentren en territorio enemigo e inhóspito, porque deben de cruzarlo para cumplir una misión, se agradece. Por lo menos yo, ya que lo que quiero ver en este tipo de cine, es aventuras y desventuras. Eso sí, hubiese preferido indios (vamos, toda la vida), que no francesitos amanerados con lanzas y trajes de gala todo el rato. Creo que estropeaban la esencia del western. Tampoco los mexicanos con cara de retrasados mentales ayudaban mucho, la verdad.
Pues eso, una película pasable, entretenida, pero nada más. Con grandes fallos y algunos aciertos. Curiosa de ver para los amantes del género como yo, pero totalmente prescindible para el resto, porque no les va a aportar nada en absoluto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una lástima que el duelo final no tenga ni tensión, ni drama, ni una música adecuada. ¡Ainsssss! Que no podría haber hecho Leone, filmando este duelo. Que pena haber desaprovechado este enfrentamiento, que podría haber pasado a la posteridad cinéfila en manos de otro director.
Por otra parte hay escenas que dan vergüenza ajena como aquella en la que están completamente rodeados con soldados mexicanos alrededor de la muralla que envuelve la ciudad, y logran salir de esa situación porque muy oportunamente aparecen un grupo de niños que dos de los mercenarios, con toda la pachorra del mundo y previas instrucciones de “Joe”, que casualmente está enfrente del general “Juarista”, (que debe de ser sordo o idiota, o las dos cosas. Si nó, no me explico) pues sin ninguna oposición (llamemos oposición a una lluvia de balas, cual diluvio universal, que les tenían que caer en circunstancias normales. Es decir, si hubiese un mínimo de verosimilitud y coherencia en esa escena) introducen en una Iglesia y amenazan con matarlos si no se retiran los “juaristas”.
La otra escena de lo más ridícula es la de cuando Ben, le saca la bala a Joe de un brazo. En vez de una bala, parece que le saca una astilla, ya que a los cinco minutos ya está totalmente recuperado y ya se pone a disparar, galopar, saltar y reir. Un poquito de por favor, señores.
Por otra parte hay escenas que dan vergüenza ajena como aquella en la que están completamente rodeados con soldados mexicanos alrededor de la muralla que envuelve la ciudad, y logran salir de esa situación porque muy oportunamente aparecen un grupo de niños que dos de los mercenarios, con toda la pachorra del mundo y previas instrucciones de “Joe”, que casualmente está enfrente del general “Juarista”, (que debe de ser sordo o idiota, o las dos cosas. Si nó, no me explico) pues sin ninguna oposición (llamemos oposición a una lluvia de balas, cual diluvio universal, que les tenían que caer en circunstancias normales. Es decir, si hubiese un mínimo de verosimilitud y coherencia en esa escena) introducen en una Iglesia y amenazan con matarlos si no se retiran los “juaristas”.
La otra escena de lo más ridícula es la de cuando Ben, le saca la bala a Joe de un brazo. En vez de una bala, parece que le saca una astilla, ya que a los cinco minutos ya está totalmente recuperado y ya se pone a disparar, galopar, saltar y reir. Un poquito de por favor, señores.
Serie

6.0
4,880
3
3 de diciembre de 2009
3 de diciembre de 2009
35 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver los cuatro primeros episodios la sensación es que de momento, solo supera a la serie original en cuanto a los efectos especiales. Ya sería el colmo, de no ser así. Buena factura técnica, el material femenino que aparece en pantalla no está nada mal, linda fotografía, destacada iluminación, bla,bla,bla… No posee, claro, la fuerza del impacto visual de ver por primera vez, como 29 naves alienígenas invaden el espacio aéreo de todas las grandes ciudades y anuncian que vienen en son de paz. Carece del factor sorpresa de descubrir que en realidad son lagartos disfrazados de humanos. Y por último, también conocemos el motivo de la invasión, si siguen el argumento de la anterior serie, claro.
En lo que se refiere a los personajes principales cualquier parecido con los de la anterior serie, se ha evitado. Ya no tenemos al carismático Donovan, ni a la guapa doctora Julie, ni por tanto la química que existía entre ambos; uno de los puntos fuertes de la serie de los ochenta. En su lugar tenemos a un insulso párroco (sí, un cura…ya te cagas) con un gancho de derecha que ni Rocky Balboa y que estuvo en la guerra de Irak, 2 años. ¿Qué? ¿Puede ser, no? Luego está la rubia agente del F.B.I. destinada a una unidad antiterrorista. Esta vendrá siendo con el tiempo como la hermana de Jack Bauer. Es decir, inmortal, seguro.
La verdad es que no sé cual de los dos me resulta menos creíble en sus papeles. Y vamos, las “peleas” no tienen ningún sentido. ¿Un cuerpo a cuerpo con armas blancas entre “visitantes” del espacio con una tecnología muy superior? ¿No tienen armas láser como los de hace 25 años? He visto 4 episodios y ni un mísero disparo láser. Penoso.
En cuanto a la villana, ni siquiera han tenido la valentía de mantener el nombre mítico de la inolvidable “Diana” interpretada por Jane Badler. En su lugar tenemos a “Anna”, que dicho sea de paso, es la única del elenco, junto con el periodista, que se salva de la quema de momento. Anna interpretada por una irreconocible Morena Baccarin, más delgada, estilizada y con el pelo cortísimo, está guapísima pero eso sí, ella viste de Prada, el uniforme que lo lleve otro, que ella tiene que estar de los más fashion. Y sus lacayos igual. ¿Pero no son militares? ¿Dónde están los uniformes? Bueno, aún y todo, la sola presencia de esta chica, salva de la quema a esta serie. Su personaje respira ambigüedad, mediante unos ojos muy expresivos y una sonrisa de lo más enigmática. De momento, claro, ya que lo lógico es que, con el paso de los episodios veamos como se va convirtiendo en la villana. El caso es que ella si que está a la altura de mis expectativas, (no es que fueran muy altas, claro).
Luego tenemos a un negro lagarto por ahí, que me da igual si lo matan, se suicida o se va a tomar el sol a una isla paradisíaca. También al hijo adolescente de la del F.B.I., que por supuesto será un coñazo de chico que se meterá en problemas y su madre tendrá que rescatarlo y tal…
En lo que se refiere a los personajes principales cualquier parecido con los de la anterior serie, se ha evitado. Ya no tenemos al carismático Donovan, ni a la guapa doctora Julie, ni por tanto la química que existía entre ambos; uno de los puntos fuertes de la serie de los ochenta. En su lugar tenemos a un insulso párroco (sí, un cura…ya te cagas) con un gancho de derecha que ni Rocky Balboa y que estuvo en la guerra de Irak, 2 años. ¿Qué? ¿Puede ser, no? Luego está la rubia agente del F.B.I. destinada a una unidad antiterrorista. Esta vendrá siendo con el tiempo como la hermana de Jack Bauer. Es decir, inmortal, seguro.
La verdad es que no sé cual de los dos me resulta menos creíble en sus papeles. Y vamos, las “peleas” no tienen ningún sentido. ¿Un cuerpo a cuerpo con armas blancas entre “visitantes” del espacio con una tecnología muy superior? ¿No tienen armas láser como los de hace 25 años? He visto 4 episodios y ni un mísero disparo láser. Penoso.
En cuanto a la villana, ni siquiera han tenido la valentía de mantener el nombre mítico de la inolvidable “Diana” interpretada por Jane Badler. En su lugar tenemos a “Anna”, que dicho sea de paso, es la única del elenco, junto con el periodista, que se salva de la quema de momento. Anna interpretada por una irreconocible Morena Baccarin, más delgada, estilizada y con el pelo cortísimo, está guapísima pero eso sí, ella viste de Prada, el uniforme que lo lleve otro, que ella tiene que estar de los más fashion. Y sus lacayos igual. ¿Pero no son militares? ¿Dónde están los uniformes? Bueno, aún y todo, la sola presencia de esta chica, salva de la quema a esta serie. Su personaje respira ambigüedad, mediante unos ojos muy expresivos y una sonrisa de lo más enigmática. De momento, claro, ya que lo lógico es que, con el paso de los episodios veamos como se va convirtiendo en la villana. El caso es que ella si que está a la altura de mis expectativas, (no es que fueran muy altas, claro).
Luego tenemos a un negro lagarto por ahí, que me da igual si lo matan, se suicida o se va a tomar el sol a una isla paradisíaca. También al hijo adolescente de la del F.B.I., que por supuesto será un coñazo de chico que se meterá en problemas y su madre tendrá que rescatarlo y tal…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Protagonista también es Laura Vandervoort que a pesar de sus 25 años, aquí parece que hace el papel de una adolescente de 15. Y si esto no fuera suficiente dislate, resulta que es la hija de “Anna”, es decir de Morena Baccarin que tiene 30 años, ¿Pero a qué edad empieza esta gente a…?Y por último, el que comenté antes: el periodista que por lo menos me resulta el personaje más creíble de todos, ya que le asaltan dudas de qué camino seguir y se debate entre lo fácil o lo correcto: ¿Triunfar en su carrera dejándose manipular por los visitantes, o tener rigor periodístico y ser imparcial, a costa de tirar por los suelos una brillante carrera?
5
10 de enero de 2009
10 de enero de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las primeras temporadas de la serie se basaban en que una persona del instituto de Clark tenía un encuentro con Kriptonita (se limaba las uñas con Kriptonita, se tropezaba con una piedra verde, hacía malabarismos con la Kriptonita, etcétera) y desarrollaba unos superpoderes que ponían en jaque a Clark Kent.
Mientras tanto, los guionistas de verdad trabajaban en dos o tres episodios que trataban sobre la familia Luthor y salvaban la temporada… hasta que ha sido insostenible.
Si ya se habían tomado demasiadas licencias respecto al personaje de Clark Kent (todo hay que decir que solo está “inspirada” en Superman) la aparición de Kriptonita roja, plateada, rosa, magenta y la gama de colores que usted prefiera, no ha ayudado a que la serie vaya por buen camino.
Además ha recurrido en innumerables ocasiones a la “magia” (véase electroshocks, viajar al pasado, pasar poderes de uno a otro, piedras mágicas,…) para retornar al punto inicial después de que ocurriesen cosas trascendentes pero que requerían un sobreesfuerzo por parte de los guionistas continuar esa trama de manera lógica.
Y así es como sigue su rumbo, y desgraciadamente sin un fin a la vista.
La conclusión que saco es que "Smallville" es una serie de factura impecable que posee los mejores finales y comienzos de temporada posibles, pero que lamentablemente (sin contar la libertad que se toma al adaptar la mitología de "Superman") posee en cada temporada, una media de quince capítulos que no aportan absolutamente nada.
Y esto para algunos que hablan desde el desconocimiento y se creen poseedores de la verdad absoluta. El comienzo de la séptima temporada comenzó con más de 5 millones de espectadores que veían este show por la CW y terminó con la penosa cifra de 3,76 millones.
Las cifras no mienten y la temporada pasada, que fue realmente pésima, todo hay que decirlo, empezó con un millón más de espectadores que ésta. Así que sí, hay un número considerable de personas que se han apeado de este barco.
Por mi parte claro que la sigo viendo principalmente por 3 razones:
1) Porque me da la gana.
2) Porque me entretiene en mayor o menor medida. Pero eso no quita para que critique lo que me disgusta de ella, así como cuando algo me gusta no tenga ningún problema en admitirlo.
3) Porque no puedo criticar lo que no veo. Así que en ocasiones se convierte en puro masoquismo.
Y como lo cortés no quita lo valiente y como seguidor de esta serie que soy, en esta octava temporada parece que están remontando el vuelo y se mantienen en una media que supera los 4 millones.
Mientras tanto, los guionistas de verdad trabajaban en dos o tres episodios que trataban sobre la familia Luthor y salvaban la temporada… hasta que ha sido insostenible.
Si ya se habían tomado demasiadas licencias respecto al personaje de Clark Kent (todo hay que decir que solo está “inspirada” en Superman) la aparición de Kriptonita roja, plateada, rosa, magenta y la gama de colores que usted prefiera, no ha ayudado a que la serie vaya por buen camino.
Además ha recurrido en innumerables ocasiones a la “magia” (véase electroshocks, viajar al pasado, pasar poderes de uno a otro, piedras mágicas,…) para retornar al punto inicial después de que ocurriesen cosas trascendentes pero que requerían un sobreesfuerzo por parte de los guionistas continuar esa trama de manera lógica.
Y así es como sigue su rumbo, y desgraciadamente sin un fin a la vista.
La conclusión que saco es que "Smallville" es una serie de factura impecable que posee los mejores finales y comienzos de temporada posibles, pero que lamentablemente (sin contar la libertad que se toma al adaptar la mitología de "Superman") posee en cada temporada, una media de quince capítulos que no aportan absolutamente nada.
Y esto para algunos que hablan desde el desconocimiento y se creen poseedores de la verdad absoluta. El comienzo de la séptima temporada comenzó con más de 5 millones de espectadores que veían este show por la CW y terminó con la penosa cifra de 3,76 millones.
Las cifras no mienten y la temporada pasada, que fue realmente pésima, todo hay que decirlo, empezó con un millón más de espectadores que ésta. Así que sí, hay un número considerable de personas que se han apeado de este barco.
Por mi parte claro que la sigo viendo principalmente por 3 razones:
1) Porque me da la gana.
2) Porque me entretiene en mayor o menor medida. Pero eso no quita para que critique lo que me disgusta de ella, así como cuando algo me gusta no tenga ningún problema en admitirlo.
3) Porque no puedo criticar lo que no veo. Así que en ocasiones se convierte en puro masoquismo.
Y como lo cortés no quita lo valiente y como seguidor de esta serie que soy, en esta octava temporada parece que están remontando el vuelo y se mantienen en una media que supera los 4 millones.

7.4
50,254
6
4 de julio de 2009
4 de julio de 2009
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo haber ido al cine a ver esta película con una amiga. Insistió muchísimo en que fuera con ella. No pillé lo subliminal de la invitación, al igual que tampoco el trasfondo de la película. Al igual que la protagonista de “El piano”, Ada, me estaba buscando a mí mismo, encerrado en un microuniverso como ella, a la que solo le importan su hija y el piano. Al menos es así, en un primer momento.
Obligada a casarse por los convencionalismos de la época con alguien a quien desconoce, asiente con desdén, aunque no parece dispuesta a ponérselo fácil a su nuevo marido. Es más, yo diría que ni siquiera le da una mínima oportunidad, si bien es cierto que la indiferencia que a él le produce el piano abandonado en la playa, no es la mejor forma de comenzar una buena relación con su nueva esposa. Para ella supone un mazazo definitivo y por el cual, se cierra en banda con él.
A diferencia del obtuso marido, que no es capaz de darse cuenta de que ninguna mujer tiene dueño por más casada que esté, nos encontramos con un vecino (Harvey Keitel), que aunque ignorante y analfabeto, sí que es capaz de percibir las emociones ajenas, en este caso las de Ada y jugar sabiamente sus cartas en esta partida. Sabedor de que no puede acercarse a ella de ninguna otra forma que no sea el deseado piano, se lo intercambia al marido por unas tierras (otro movimiento desastroso del esposo de Ada, el cual pasa del desdén de ella, a algo muy parecido al desprecio).
Obligada a casarse por los convencionalismos de la época con alguien a quien desconoce, asiente con desdén, aunque no parece dispuesta a ponérselo fácil a su nuevo marido. Es más, yo diría que ni siquiera le da una mínima oportunidad, si bien es cierto que la indiferencia que a él le produce el piano abandonado en la playa, no es la mejor forma de comenzar una buena relación con su nueva esposa. Para ella supone un mazazo definitivo y por el cual, se cierra en banda con él.
A diferencia del obtuso marido, que no es capaz de darse cuenta de que ninguna mujer tiene dueño por más casada que esté, nos encontramos con un vecino (Harvey Keitel), que aunque ignorante y analfabeto, sí que es capaz de percibir las emociones ajenas, en este caso las de Ada y jugar sabiamente sus cartas en esta partida. Sabedor de que no puede acercarse a ella de ninguna otra forma que no sea el deseado piano, se lo intercambia al marido por unas tierras (otro movimiento desastroso del esposo de Ada, el cual pasa del desdén de ella, a algo muy parecido al desprecio).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El vecino le ofrece devolverle el piano a Ada a cambio de que se deje tocar. Ada toca el piano, Harvey toca a Ada. Y bueno, lo que al principio parece un trato despreciable por parte de él, movido por la lujuria y el deseo, y por parte de ella, de resignación, e impasibilidad acaba convirtiéndose en una hermosa historia de amor, donde se paladea el placer de hacer las cosas poco a poco, de saborear cada instante como si fuera el último. De descubrir a la otra persona de manera lenta, pausada, disfrutando de una mirada, de una caricia, del roce de la piel, antes de llegar a la compenetración total de cuerpos, y también porqué no decirlo, de las almas. Dos almas solitarias, pasionales y afines que se han encontrado en un lugar y en una situación inconcebible, pero así ha ocurrido.
PD: La estética del bosque, de la casa del vecino y éste esperándole en la cabaña, el marido con el hacha, la niña bailando y cantando por los caminos, el gorro de Ada y demás, me recuerdan inevitablemente al cuento de Caperucita roja.
PD: La estética del bosque, de la casa del vecino y éste esperándole en la cabaña, el marido con el hacha, la niña bailando y cantando por los caminos, el gorro de Ada y demás, me recuerdan inevitablemente al cuento de Caperucita roja.
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